Pastel de chocolate y castañas

A ver, que nos han contado la historia de España y de Europa cada uno a su entender es un hecho más que probado. Incluso ahora, cuando ya no habría necesidad de embellecer a monarcas y validos inútiles, nefastos y balas perdidas, aún así, hay quién se empeña en vestir a las monas de seda y hacernos creer que los grandes de España fueron señores comprometidos con sus vasallos, luchadores infatigables por conseguir la paz en sus dominios y bla, bla, bla. Y tal cual de esta guisa, me he encontrado un artículo reciente hablando sobre Felipe IV, llamado el grande vete tú a saber el porqué, y a la que leía he dudado mucho de si era el mismo que tenía en mi mente, desdibujado después de tantos años como han pasado desde que lo estudié. Así que me he puesto a desempolvar sus hazañas y claro, tela marinera de la buena, oiga.

A groso modo; sí, era un tipo muy culto, que le chiflaban las artes y las letras, que tenía por hobby coleccionar arte -caprichos para sí, nada en plan mecenas- y, y, ¡y! un crápula del ochocientos. A ver, a parte de la prole de hijos legítimos, el penúltimo Habsburgo de nuestra Casa Real, tuvo extramatrimoniales para montar con holgura un equipo de fútbol. Hay quien dice que hasta dos. Tan acostumbrado estaba a tener lo que quería que se acostaba con damas de toda condición social, de capricho rutinario y casi de a diario.  Como con lo de ir a misa, que no se perdía una, sabiendo compaginar el ligoteo y los padrenuestros a las mil maravillas. Se cuenta que en un momento dado, vio a una damisela que le entró por un ojo, y sin esperar a que le entrara por el otro, se fue a ella y le preguntó dónde quedaba su cuarto a lo que la menina le contestó; "Majestad, para llegar a mi cuarto hay que pasar por la iglesia".
Rolletes aparte, al Felipe se le morían los varones y empezó a estar nerviosillo con eso de la sucesión. El reino estaba patas arriba -pero no, no era culpa suya porque jamás se interesó por gobernar y la del pulpo le cayó al Olivares que fue quien puso toda la carne en el asador- y encima se le muere la esposa y el único heredero legítimo. En fin, que le tocó ponerse las pilas y va y se casa con su sobrina que era la que tenía más a mano porque la había comprometido con su difunto delfín. Tienen a Carlos II que, aunque resuelve el problema de sucesión, condena a la extinción a los Habsburgo en España y deja la puerta de par en par a los Borbones franceses que ya se quedaron, con sus más y sus menos como todos.

Y es que el Carlitos, aparte de ser hijo de tío y sobrina, tenía cinco bisabuelos que procedían directamente de Juana la Loca. ¿Qué podía salir mal? pues eso: estéril, mentalmente impedido para gobernar, enfermizo y con mil taras que auguraban que no iba a durar mucho.

Y claro, es pregunta forzosa plantear: ¿Y con tantos ilegítimos no tuvo ninguno al que echar mano para semejante descosido? Pues sí, lo tuvo y al chiquillo que era listo se le dio una buena educación y tanto despuntó que el rey le reconoció y muchos en la corte pensaron que mejor un rey bastardo -listo y bravo echado pa'lante- que un pelele en manos de una regenta que era para darla de comer aparte. Y se lio gorda: al ilegítimo le envenenaron, España se ahogó en otra guerra civil más -ya iban unas cuantas- y como siempre en nuestra historia quien pagó el pato con muertes, hambrunas y epidemias fueron los de siempre.

Ingredientes:
  • 3 huevos
  • 50gr. azúcar
  • 125gr. puré de castañas
  • 75gr. mantequilla
  • 50gr. de chocolate
  • 1 cda. de cacao puro
  • ralladura de naranja
  • 150gr. de almendra molida
  • crémor tártaro (o polvos tipo Royal)

  • Mermelada de frambuesas

  • 150ml. de nata líquida
  • 250gr. de mascarpone
  • 50gr. de yogur
  • 3-4 cdas. de azúcar
  • 125gr. puré de castañas

  • cacao puro para decorar

Nota:
  • El puré de castaña es muy típico en Austria, Suiza, Eslovenia, Hungría y alrededores. Se hace una pasta espesa cociendo castañas molidas, nata y/o mantequilla, azúcar, vainilla y ron. Yo la compro ya hecha porque es mucho más cómodo y práctico.

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 170ºC.
  2. Monta las claras de huevo y resérvalas.
  3. En un bol, bate el azúcar, las yemas y la crema de castañas. Añade el choco y la mantequilla derretida, la ralladura de naranja y el cacao. Ahora añade la almendra y el crémor tártaro. Liga despacio las claras montadas a la masa.
  4. Pon la masa en un molde engrasado y hornea hasta que veas que el bizcocho está bien cuajado.
  5. Deja que enfríe y lo cubres con una capa de mermelada de frambuesas.
  6. Monta la nata y añade el mascarpone, el yogur, el azúcar y la crema de castañas. Extiende esta crema sobre el bizcocho, añade un poco de cacao por encima. Refrigera como una media hora antes de servir.

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