Garbanzos al curry expres

Un día de noviembre igualito a este de hoy pero de 1889 Nellie Bly embarcó en New Jersey en el Augusta Victoria con destino a Londres -vía Southampton, pedantería que añado solo para darle más credibilidad al relato-. Acompañada solo con una bolsa de mano con algo de ropa interior, un neceser, papel y lápiz, un camisón, un blazer, un frasco y una taza, dos gorras, tres velos, unas zapatillas y pañuelos, y así de esa guisa -según se relata por algunos tugurios del internet-, inició su aventura de dar la vuelta al mundo en menos de 80 días emulando el viaje de Phileas Fogg, protagonista de la novela de Julio Verne. De hecho, cuando llegó a Paris, se desvió hasta la localidad donde residía el escritor y se entrevistó con él; éste, escéptico, le dijo que si conseguía dar la vuelta al mundo en 79 días la aplaudiría públicamente. Y vaya si lo logró. El 25 de enero de 1890, 72 días después, con 6 horas y 11 minutos, Nellie Bly regresaba triunfal a Nueva York.

Pero, un momento, ¿Cómo surgió todo esto? ¿Quién era Nellie?

Todo empezó el día en que, tras leer un artículo publicado por el diario Pittsburgh Dispatch, titulado “Para qué sirven las mujeres”, a Nellie se le infló el moño  y bajo el alias “Huérfana solitaria”, se desquitó a gusto escribiendo tal desairada respuesta, tan fuerte y certera, que el editor del periódico quedo tan gratamente impresionado, que le ofreció trabajo en su diario.

Si tenemos en cuenta los antecedentes de la Srta. Bly -que había visto a su madre arruinada y sola tras morir su padre, sacando adelante a sus 10 hijos con mucha valentía y esfuerzo, en una época donde la situación legal y social de las mujeres sin esposos era un verdadero calvario- sumado a su carácter decidido, audaz, cabezota y comprometido, aderezado con ese porte y modales de jovencita aristocrática pero con los pies en la tierra... decía, que no es de extrañar que su trabajo en el Pittsburgh Dispatch se le quedara pequeño.
Ni corta ni perezosa, Elizabeth Pinky Cochran, bajo el seudónimo de Nellie Bly, empezó a trabajar en New York World- el periódico de Mr. Pulitzer- y con 20 años y el mundo por montera comenzó una carrera fulminante; cubrió la guerra en México, se infiltró en una institución femenina de enfermedades mentales donde denunció todo tipo de abusos, vejaciones y abandono. Tanta repercusión tuvieron sus artículos, que las autoridades aprobaron  invertir más en este tipo de instituciones y mejorar las condiciones de sus pacientes. En fin, que se le daba muy pero que muy bien su trabajo.

Después de leer la novela de Julio Verne, fue cuando le propuso a su editor no solo realizar el mismo viaje, sino hacerlo en menos de 80 días. Su editor le vino a decir que buscara un acompañante varón porque ella sola no lo iba a conseguir. Su respuesta, ya puedes imaginarla: vale, ponga usted a su hombre en camino y le aseguro que le ganaré eso sí, trabajando para otro periódico -insisto, no soy de citar fuentes en estos casos. Esta conversación con su jefe es una recreación dramatizada-. 

Y, lo dicho, un 14 de noviembre de 1988 comenzó su aventura y lo hizo con un handicap que añadió mucha emoción a la aventura; Elizabeth Bisland, patrocinada por Cosmopolitan, había salido de Nueva York este mismo día pero viajando en dirección contraria. Su misión, completar la vuelta antes que Bly. Y bueno, para no hacerlo muy largo, tras un viaje con sus contratiempos y sus ratos de suerte, Nellie llegó cinco días antes que su competidora. La crónica del viaje fue publicada en el World, convirtiéndose en una de las mujeres más famosas del momento y diez nuevas ediciones de la novela de Verne tuvieron que reimprimirse en muy poco tiempo. La imagen de Nellie Bly saludando con su gorra en una mano y con su bolsa de viaje en la otra, vestida con una chaqueta de cuello alto y falda en azul envuelta en un abrigo de lana a cuadros, dio la vuelta en todos los diarios del mundo. Y tan icónica se volvió esta imagen suya, que las mujeres imitaron su manera de vestir durante años.

En fin, pocos meses después salió un fulano y le quitó el récord pero el asunto pasó sin pena ni gloria porque la hazaña en sí, no se trató de un viaje a la carrera sino de demostrar al mundo que una mujer podía hacer un montonazo de cosas que no es que fueran cosas de hombres, ¡no! eran cosas que los hombres no dejaban hacer a las mujeres por lo que sea, llámense prejuicios o peras en vinagre. Ella dijo que podía, y pudo.

Estos garbanzos no pretenden batir ningún récord pero si tienes hambre, poco tiempo y pocas ganas de cocinar, te van a encantar. Y a tirar millas.



Ingredientes para 4 raciones:
  • 2 botes de garbanzos cocidos (de 400gr.)
  • 2-3 dientes de ajo machacados
  • 2-3 cebolletas pequeñas con tallo verde
  • 1 bote de salsa de tomate (de 250gr.)
  • 1 cda. de cúrcuma
  • 1 cda. de curry de Madrás
  • 1cda. de mantequilla de cacahuete
  • caldo concentrado de verduras
  • 1 lata de leche de coco (de 400ml.)
  • 1 chorro de limón
  • un puñado de espinacas (usé congeladas)
  • un poquito de aceite de girasol

Nota:
  • ¿Puedo saltarme la mantequilla de cacahuete? No, no lo hagas porque actúa como espesante y es quien le da esa textura tan cremosa y suave. Además, el sabor a cacahuete le va genial al curry y junto con la leche de coco y el limón, es el toque de estos garbanzos.

Preparación:
  1. En una sartén honda con un poquito de aceite, echa los garbanzos semi escurridos, las cebolletas cortadas en rodajas finas y los ajos machacados. Rehoga brevemente.
  2. Añade la cúrcuma, el curry, la mantequilla de cacahuete y la salsa de tomate. Remueve y añade la leche de coco, el limón y el concentrado de caldo. 
  3. Por último, añade las espinacas y espera a que se descongelen por completo. Es un guiso que no le sienta bien las cocciones largas. En 10 minutos lo tienes listo.

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