Strudel de patata y rebozuelos o Kartoffel Eierschwammerlstrudel

julio 26, 2024
intensidad 
De intenso.

1. f. Grado de fuerza con que se manifiesta un agente natural, una magnitud física, una cualidad, una expresión, etc.

2. f. Vehemencia de los afectos del ánimo.

Navegando por X di con un comunicado de la policía peruana que decía, textualmente que "Agentes del Departamento de Alta Montaña, tras una intensa búsqueda ubicaron el cuerpo momificado y deshidratado de una persona NN en el nevado de Huascarán". Tuve que releerlo porque no me encajaban las piezas: ¿tras una intensa búsqueda encuentran a la persona momificada? bueno, el escalador desapareció en una avalancha hace 22 años y es ahora, a la que se va deshaciendo el glaciar por el calentamiento, cuando han podido dar con los huesos resecos del pobre hombre. 

No sé si a ti te pasa, pero tiendo a interpretar este tipo de intensidades con rapidez, prioridad; por ejemplo "tras una intensa investigación" "después de un intenso estudio" o "tras finalizar un intenso análisis de" a mí todo me suena a prioridad para ayer pero mira, va a ser que no.

No hay nada en su definición que sugiera brevedad o prioridad sino vehemencia, vigor, magnitud, incluso fuerza. Y es que lo mismo esa impronta en plan proceso concienzudo y veloz me lo he inventado. O no. A lo mejor ya estaba inventado. El caso es que -supongo- los agentes policiales, en su afán de embellecer su dedicación y entrega -que no lo dudo- se agarran a esa vehemencia de los afectos del ánimo porque lo de echarse flores siempre queda heroico y oye, no se debe dejar pasar la oportunidad.
En cualquier caso, el pobre escalador estaba momia y escondido en el hielo durante 22 años. Eran tres. Al primero lo encontraron a los dos años de la avalancha y del tercero, aún no hay rastro. Para la familia habrá sido un alivio enorme recuperarlo pero no encuentro nada épico en el hecho de rescatar un cuerpo sin vida. 

Es de agradecer siempre las labores de rescate que no son nada fáciles y desde luego entrañan peligro para estos profesionales pero me chirría mucho que la foto del pobre hombre aparezca con tan poco tacto en X o en la prensa donde algún medio lo tilda de "turista" en estos tiempos que corren donde el turistilla es la mosca cojonera del SXXI. En fin, que por muy momia que sea, son los restos de una persona que será llorada y añorada con intensidad -aquí sí- por los suyos.   

En fin, tal y como te conté en la entrada anterior, en mi patio se trafica con cosas. Yo tengo super producción de calabacines y mi vecino ha encontrado en algún rincón del bosque un alijo enorme de rebozuelos (Eierschwammerl) y nos estamos poniendo de setas hasta las orejas. Antes de que digas nada, aquí se pueden coger para consumo particular, no para vender. Lo de traficar no queda claro pero mientras no salga de nuestro Hof, aquí paz y después gloria.
Ingredientes:
  • 1 cebolla mediana
  • algo de aceite de oliva
  • 500gr. de setas (rebozuelos)
  • 1/2 vaso de vino blanco
  • 1kgr. de patatas
  • orégano, mejorana, tomillo... lo que quieras
  • algo de pimentón
  • ajo en polvo
  • algo de mantequilla
  • hierbas frescas (perejil, cebollino...)
  • sal y pimienta
  • 2 láminas de hojaldre
  • Para pincelar: leche, nata líquida, yogur o buttermilch

Preparación:
  1. Cocer las patatas con algo de agua y sal unos 15-20minutos a fuego lento.
  2. Picar la cebolla en fino y rehogarla en una sartén grande con algo de aceite. Añadir las setas y seguir rehogando. Añade el vino blanco y las especias, y deja que reduzca casi por completo.
  3. Añade las patatas cortadas en trocitos. Rehoga y añade un poquito de mantequilla para que no queden secas. Salpimienta y añade las hierbas frescas. Reserva.
  4. Precalienta el horno a 200ºC.
  5. Extiende el hojaldre sobre papel de hornear y añade la mitad del relleno. Pliega primero los bordes y después en enrolla dejando el pliegue del cierre arriba (debajo se rompería y se saldría el relleno). Haz lo mismo con la segunda pieza.
  6. Pincela cada pieza y hornea hasta que coja un bonito color dorado.

Ensalada picante de gambas

julio 21, 2024
No sé si lo he contado alguna vez; vivo en una casona que está dividida en seis viviendas de las cuales tres -los bajos- son apartamentos y los tres de arriba duplex. Disfrutamos de un gran jardín donde tenemos zonas compartidas y cada cual, un bancal de huerto. Yo tengo la suerte, de tener otro jardín justo al lado solo para nosotros.

Ese jardín pertenecía una una vecina que estaba muy mayor para hacerse cargo de él y nos lo prestó hace ya muchos años. Ella murió y la casa la compró Stephan, el hijo de Krista y Manfred que vivían justo al lado, en una bonita casa a pocos pasos de la nuestra. Stephan nos ha seguido dejando el jardín porque con el de sus padres, que es enorme, ya tiene suficiente. Krista y Manfred se fueron ambos en muy poco tiempo y Stephan se ha quedado con la casa de sus padres que antes fue la de sus abuelos.
Stephan y Günter son de la misma quinta, se entienden bien y se apañan juntos con las podas y demás locuras porque un jardín da mucho trabajo. Allí tenemos los frutales -cuatro, que no es una plantación-, los bancales de tomates, pimientos, calabacines y cebollas. También las frutas rojas. Suficiente para nosotros y para compartir con mis vecinas. Aquí, en cambio, tenemos las lechugas, colirábanos, puerros, el ruibarbo, las aromáticas... y una cabañita con una enorme mesa y bancos de madera, cubierta para no mojarnos, donde hacemos las barbacoas, salimos a cenar al fresco o simplemente nos reunimos a pasar un ratico juntos cada tarde.

Ese rato fuera, es el momento de traficar con lo que cada cual recolecta, ya sea de las huertas o del bosque: setas, ajo silvestre, pepinos, calabacines, moras, grosellas, ruibarbo... lo que toque. Aquí, si le das algo a alguien se siente comprometido a darte algo a cambio. Se mueren si no lo hacen, es algo que les supera así el que trajín de tuppers, en crudo o en guisado, en boles, platos, bolsas... es tremendo.

Pero esta ensalada no, no trafiqué con ella porque cuando la hice aún no estaban gordas las cebollas ni los tomates para recoger. La hice para el reto de fin de temporada de Homenajeblog que está dedicado a la ensalada y lo cierto es que si me despisto ni la pruebo porque mis dos grullas se pusieron a zampar como si el mundo fuera a desintegrase en pocos minutos. ¡Cómo para compartir!

Ingredientes: 
(sin medidas porque va a gustos)
  • gambas, gambones o langostinos a tu criterio
  • aguacate
  • cebolla morada o blanca dulce
  • tomate

Para el aliño:
  • aceite de oliva extra
  • vinagre de vino
  • un poquito de miel o sirope de agave
  • tu salsa picante favorita (yo uso una casera de habanero y chipotle)
  • sal y pimienta

Preparación:
  1. Corta los cuatro ingredientes muy picaditos como una pipirrana.
  2. Mezcla el aliño hasta que este todo bien ligado. Lo mezclas y a disfrutar.

Vichyssoise

julio 13, 2024
El trece de julio de 1793 o el trece de mesidor del año I de la revolución, Charlotte Corday aporreaba la puerta de Jean-Paul Marat. Una empleada le niega el paso; después se encara con la esposa; el revuelo llega a Marat que toma un baño para calmar el picor de la afección cutánea que le hace rabiar; pide que dejen entrar a la joven quien dice tener el nombre de varios traidores; Marat toma nota de los desdichados y le promete que en breve probaran la guillotina; Charlotte saca un puñal de entre sus ropas y se lo clava en el corazón; se la llevan presa, dice que ha cumplido con su deber y que su destino no importa; cuatro días más tarde muere guillotinada; el verdugo, maratista convencido, coge la cabeza de la desdichada y le da un par de bofetadas cosa que le cuesta tres meses de cárcel por su falta de profesionalidad.

Pero ¿por qué? ¿qué locura es ésta?

¡Pues qué va a ser! Hacía cuatro años de la llegada de la revolución, siempre feroz y con ganas de sangre, siempre dispuesta a llevarse por delante primero a los enemigos y luego a cualquier amigo que disienta, muertes y atrocidades aclamadas en nombre de la patria porque las revoluciones siempre son así. Siempre. Pero siempre.
Marat fue un revolucionario mayúsculo, bastante soberbio y con un afán extraordinario de notoriedad. Desgraciadamente, se hizo un nombre a costa de calentar los cascos a los franceses y reclamar la cabeza de cualquiera que no compartiera sus ideales. Fue médico y buscó hacerse un nombre con la misma nobleza que luego pasó por la cuchilla -y sin despeinarse- pero no alcanzó la fama que él ambicionaba. Pasó a ser científico pretendiendo revolucionar la ciencia y entre otras cosas, lo intentó rebatiendo a todo quisqui sin pudor ninguno y aunque no se le consideró un charlatán tampoco logró destacar demasiado.

Hasta que llegó la revolución y empezó a editar un pequeño periódico en papel barato que escribía él mismo y así fue como se ganó al pueblo parisino. Alcanzó la gloría deseada por fin gracias al "L’Ami du Peuple". Y bajo ese disfraz de amigo del pueblo se labra una imagen muy concreta de sí mismo:  honesto intachable, salvador de la patria incapaz de mentir al pueblo por muy dolorosa que sea la verdad. Y así, empieza a despacharse a gusto, de nuevo, contra todo quisqui.
Por supuesto, sus grandes enemigos eran los monárquicos. No había guillotinas suficientes en Paris para ajusticiar a tanto noble o a cualquier sirviente de notable. Junto con Robespierre y Danton, Marat fue líder del partido jacobino siendo de la fracción más radical del mismo y eso que representaban a los revolucionarios más febriles. Eran enemigos de los girondinos, partido más moderado y federalista que no postulaba por derrocar la monarquía sino pretendía recortar su poder y privilegios. 

El caso es que estaban a la gresca y te lo resumo que la revolución francesa da para varios tomos: se cargan al rey, hay revueltas y enfrentamientos con los girondinos, los jacobinos dan un golpe de estado e imponen el terror en todo el país persiguiendo y ajusticiando a golpe de guillotina a cualquiera sospechoso de monárquico o contrarevolucionario. 

Y así es como una joven de 24 años, de buena familia de clase media, se deja arrastrar por los acontecimientos, por ese giro inesperado y abrupto de la historia que ha dejado ríos de sangre a su paso. Siente que su vida no vale nada pero que la revolución, si es a costa de tanta sangre, no merece la pena y la única forma que conoce para cambiar el rumbo de los acontecimientos es derramando los leucocitos de Marat a quien culpa por aquello de tener la pluma cruenta.

Y como no podía ser de otra manera, ya descabezada la desdichada, comprobaron su virginidad porque no daban crédito de que ella por sí misma, fuera capaz de tales actos sin ayuda de un amante manipulador y cerebro del atentado. Y luego que por qué estamos hasta el papo.
Ingredientes para 4:
  • 1 puerro grande
  • 2-3 chalotas
  • 3 patatas medianas
  • más o menos 500ml. de caldo  (boubillon) de pollo o verduras
  • 150ml. de leche (si usas nata no hace falta)
  • 2 cdas. de crème fraîche, sauerrham, o crema agria (en su defecto, 150ml. de nata líquida) 
  • Sal y pimienta
  • algo de mantequilla para saltear 

Preparación:
  1. En una cacerola, pon un poco de mantequilla y rehoga el puerro y las chalotas. Añade las patatas cortadas en fino y riega con el caldo y la leche. Si vas a usar nata, no hace falta que le añadas leche.
  2. Una vez que la patata está tierna, lo trituras añadiendo la crème fraîche. Salpimienta a tu gusto.

Pasta con calabacín y jamón york

julio 10, 2024
propósito 
Del lat. proposĭtum.

1. m. Ánimo o intención de hacer o de no hacer algo.
2. m. Objetivo que se pretende conseguir.
3. m. Asunto, materia de que se trata.

Perdona que me ponga tan pesada, sé que llevo una racha requete intensa pero en un mundo con tanto ruido, rabia y dolor dedicar unos minutos al día para reflexionar parece casi un descanso de primeros auxilios para no enfermar con tanto roto. 

Y es que parece que estamos en este mundo por casualidad -y no digo que no- como si fuéramos un pequeño eslabón en la cadena de cosas superiores que no entendemos porque lo cierto es que no tenemos ni pajolera idea del porqué nacemos y morimos. ¿Somos un accidente de la creación?

Supongamos que dios existe: pues entonces somos uno más de sus juguetes. Las distintas religiones dicen que somos sus favoritos pero para ser francos, ningún dios se ha portado cariñoso y protector con la humanidad. Dioses rencorosos, celosos, déspotas... ¡menudo sindiós! y del dios monoteísta, el de las antiguas escrituras, eso ya es de psico thriller. Se estima que en tan trágico libro, dios se carga sin pestañear a casi tres millones de personas, y esto sin contar a las víctimas colaterales, los sin nadie a los que ni dios les dedicó una mirada cuando lo del diluvio, las plagas o los muchos que quemó o enterró vivos por castigos insignificantes o injustos. Y luego nos extrañan las atrocidades y genocidios cometidos en su nombre. Pero a ver, dicen que estamos hechos a su imagen y semejanza.

Ahora supongamos que dios no existe: es decir, que nacemos solos -por lo que sea- y carecemos de propósito alguno, sin objetivos previos, libres para ser o no, porque lo mismo optamos por vivir como zombis. O algo peor. Pero libres. 
Imagina: una copa fue creada para contener un líquido y una sartén para freír comida. Ellos sí que tienen un plan y no pueden aspirar a mucho más. Pertenecen a sus creadores. Pero nosotros no. Imagina qué peligro, una humanidad que tiene la libertad de ser responsable de sí misma con la capacidad de elegir si someternos a otros o no, si vivir con los ojos abiertos o cerraros. La píldora roja o azul de Matrix. 

  ... el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y después se define. […] El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. 
Jean Paul Sartre 

Quizá la libertad es esta falta de propósito prenatal y las metas que nos ponemos en la vida son las etiquetas que nos definen, como dice Sartre. Y quizá la libertad pura es la que conlleva la paz porque nadie queremos que nuestros hijos mueran desangrados en una cuneta o que reviente media tonelada de explosivos en un hospital infantil. No queremos dolor ni olor a escabechina. Si fuéramos libres, lo mismo renegaríamos de esos dioses crueles, caprichosos y vengativos que son el estandarte de los sedientos de poder, los ultranacionalistas que se creen por encima de los demás, superiores y herederos de la tierra a costa de barrer a los ninguneados. 

Si fuéramos libres, podríamos redefinir a dios y nunca a imagen y semejanza de los déspotas. Un dios de todos los colores, sexos y credos. No habría libros sagrados ni libros prohibidos pero sí nos instaría a reflexionar sobre el respeto que no requiere de simpatías ni guiños. Aspiraríamos a pensar más por nosotros mismos, a tener nuestros propios sueños y no los que nos venden los anuncios publicitarios. 

Pero esto es una quimera. Ningún poder real va a autoinmolarse a favor de un dios flojo y permisivo. Seguirán matándonos a su antojo y nos harán creer que lo hacen por nuestro bien, nuestros valores y nuestra propia existencia. Y de cada vez, caeremos en la trampa como si el mayor propósito de la humanidad sea tropezar siempre con la misma piedra.
Ingredientes (para 4 raciones)
  • 500gr. de pasta
  • 1-2 calabacines a tu gusto dependiendo del tamaño
  • 125gr. de jamón tipo york
  • medio vaso de vino blanco
  • ajo en polvo (o 2 dientes de ajo enteros que al final retirarás)
  • sal de especias
  • 3-4 cdas. de queso parmesano a tu gusto
  • algo de aceite de oliva
  • opcional: 3 cdas. de nata líquida para darle cremosidad al queso
  • algo de agua de la cocción de la pasta

Preparación:
  1. Cuece la pasta como siempre, en abundante agua salada hirviendo. 
  2. Mientras, en una sartén grande con algo de aceite de oliva, saltea los calabacines con piel, sin semillas y en trozos muy menudos. Añade el ajo en polvo y sal de especias a tu gusto.
  3. Añade el jamón cortado fino y el vino. Deja que reduzca un poco. Añade después el queso parmesano, la nata y un poco del agua de cocer la pasta.
  4. Por último, añade la pasta al dente y remueve con la salsa ya fuera del fuego.

Pastel de albaricoques con merengue o Marillenkuchen mit Baiserhäube

julio 06, 2024
estereotipo 
Del gr. στερεός stereós 'sólido' y τύπος týpos 'molde'.

1. m. Imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable.
2. m. Impr. Plancha utilizada en estereotipia.

Pues eso, que vivimos en un mundo super manido, sobado hasta el hartazgo y trillado hasta la caspa con eslóganes rapiditos y facilones para que todos  pillemos -lo que sea- a la primera y sin rechistar. Hay quien termina comprando que la Tierra es plana y quienes hacen una guerra santa a costa de la tortilla con cebolla o sin ella. Todo lleno de tópicos y de típicos. ¿Pero por qué? Pues por costumbre. 

Esto se ha hecho siempre. En la antigua Roma algunos emperadores, para darse más bola, encargaban a sus "historiadores" -así es como los conocemos hoy- que escribieran sobre ellos, sobre sus hazañas y las de sus antepasados. Las mentiras pastaban a sus anchas y a ver quién era el bueno que le llevaba la contraria a un emperador. 
Hoy, esas historias las estudiamos en la escuela como ciertas, mezclando muchas veces -o siempre- mitos y leyendas estereotipando tanto a los protagonistas, que los convertimos en héroes o villanos según convenga: desde El Cid a Teresa de Calcuta, pasando por cientos de personajes que nos los venden a granel para sentar cátedra y vendernos la moto -con sello eco, por supuesto- con el motor quemado y sin tubo de escape. Y así es como vemos el mundo, no a través de nuestros ojos sino de los fulanos que mueven los hilos. 

La Biblia, otro temazo. El levítico es un disparate por sí mismo al que no deberíamos darle credibilidad de ningún modo. De aquí es de dónde los más cerrados sacan eso de que la homosexualidad es una aberración, que las mujeres somos impuras por parir y menstruar así como otras lindezas... estoy recordando una película de Martin Sheen donde hacía de presi de los estates y le daba un repaso brutal a una estirada recordando que si tiramos de esa manta deberíamos también apedrear a los que siembran distintas semillas en un mismo campo -la menda sin ir más lejos, mi huerto es un tuti fruti del ocho- o quemar a tu madre por tejer con dos hilos diferentes o matar al que trabaje en Sabbat. Y aquí viene el cliché: los más obtusos afirman que los descreídos no sabemos leer ni interpretar estos textos y por el bien de la humanidad, deberíamos dejar de decir chorradas fuera de contexto porque para eso ya están ellos.
Y así es como nos han ido moldeando hasta hoy, todo acelerado con la llegada de la radio primero, de la tele después y más tarde con todo el boom de las requete pantallas para todos los gustos. Decía, que gracias al efecto tele-radiofónico nos han captado con mayor facilidad, con esos eslóganes subliminares a modo de "bebe coca-cola" y la información, que ahora vuela y en pocas horas queda caduca, nos tiene a todos el cuerpo y la mente saturados de modas, de cuotas, de cultura de la cancelación y la redefinición sistemática de lo políticamente correcto. Todo ello aceptado por la sociedad con carácter inmutable. 

Este pastel con frutas y un Häube de merengue es un clásico austro-germánico. El Imperio austriaco fue tan grande que dejó este Kuchen en herencia por toda Centroeuropa y con razón porque quien lo prueba se lo queda para siempre. Lo justo sería que lo tradujera con fidelidad: Pastel de albaricoques con gorra de merengue pero eso de por la gorra a mí como que no me convence, así que le he rebautizado como pastel con sombrero de merengue. 

Inicialmente, el bizcocho de este pastel era el mismo del pastel de grosella también con sombrero pero en mi afán de quitarle mantequilla a la masa ha quedado más ligera y por tanto la fruta se va al fondo. Tú elijes: con más mantequilla la fruta flota y con menos se hunde... eso sí, no lo sustituyas por aceite porque pierde la gracia además de ese toque europeo tan maravilloso.
Ingredientes:
  • entre 300-500gr. de albaricoques
  • 3 yemas de huevo XL
  • 100gr. de mantequilla blanda
  • ralladura de limón
  • 100gr. de azúcar
  • 150ml. de yogur o Sauerrham
  • un chupito de ron
  • 150gr. de harina
  • 50gr. de maicena
  • 1 cdta. de polvos de hornear

  • 3 claras de huevo
  • una pizca de sal
  • 200gr. de azúcar glas
  • 1 cda. de maicena

Preparación:
  1. Engrasa el molde y calienta el horno a 170ºC.
  2. Haz una crema suave  (con varillas eléctricas o procesador) con la mantequilla blanda, las yemas y la ralladura. Cuando esté esponjoso, añade el azúcar y el yogur (o Sauerrham). 
  3. A parte, mezcla el harina con la levadura en polvo y se lo añades a la crema. Vuelca la masa en el molde y coloca los albaricoques deshuesados y cortados en cuartos. Hornea el bizcocho unos 40minutos o hasta que está cuajado. Si ves que coge demasiado color, baja la temperatura. 
  4. Mientras levantamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal. Una vez montadas, añade el azúcar glas y la maicena poco a poco mientras bates hasta que quede bien tieso. 
  5. Cuando el bizcocho esté casi cuajado, cubre con el merengue y pon el grill un poquito (2 o 3 minutos dependiendo del horno y muy suave que se quema con mirarlo). Lo justo para que coja color dorado el merengue.

Torta de nata

junio 23, 2024
Un agujero de gusano, según la física cuántica, es un portal que dura poquísimo, poquísimo tiempo abierto pero lo suficiente para hacerle un lío supino al tiempo y al espacio. Así, en plan resumido, se dice que une dos aguajeros negros en el espacio. ¿Y por qué en el espacio y no en nuestro planeta? ¿Por qué todas las cosas emocionantes tienen que pasar a años luz? Porque a ver, si esto es un desmadre espacio-temporal bien podría darse, teoréticamente, en cualquier parte y como nosotros somos parte activa de la ecuación, pues casi que no es descabellado pensar que ocurran cosas

Pues el viernes por la tarde nos ocurrió una de esas cosas. Estábamos tan tranquilos, daba comienzo el partido de Austria contra Polonia y yo estaba trasteando con algo. No sé si alguna vez lo he contado, pero en la sala de estar tenemos una ventana indiscreta que casi todo lo ve. Se puede controlar quien entra y sale del barrio de Judendorf y del de Seegraben además de tener una amplia vista del camino a la estación. Pues imagina en todos estos años la de cosas que hemos visto. 

Y a pesar de estar curada de espanto, a la que entro en la salita y abro las dos hojas de la ventana porque teníamos un caloret del ocho, espeso a rabiar que no dejaba respirar y el cielo mientras anunciando tormentón mayúsculo; decía, a la que abro veo a un granjero de montaña -de los que también cuidan el bosque, vigilan los árboles que enferman, los que se deben talar y los que hay que plantar- completamente desorientado, de un lado a otro del puente de Seegraben sin saber el hombre hacía donde tirar.

De una edad completamente indefinible entre 80 y 150 años, el hombre tenía la espalda completamente horizontal sobre su cuerpo, las piernas encorvadas en semicírculos casi perfectos y un rostro prácticamente oculto bajo su sombrero de fieltro gris. Vestía a la antigua, con el pantalón de peto en ante bien curtido y la chaqueta de lana verde que bien podía salir de una granja de hace 20 años o 200. 
Le vi y me generó ansiedad. Algo le pasa a ese hombre, le dije a Gü. Miró y estuvo de acuerdo. Había intentado parar a dos coches que no le hicieron ni caso. Iba de un lado para otro, a grandes zancadas pero indeciso. Podría estar borracho. O no. En cualquier caso era inquietante y tenía pinta de necesitar ayuda. Le pedimos a Lucas que fuera a preguntarle.

Y como si nos hubiera leído los labios, aunque no nos podía ver, se encamino hacía nuestro Hof. Lucas no le entendía ni papa. Salió Günter y tampoco. Lo dicho, ni papa. No era un defecto en el habla, sino un dialecto tan cerrado que no había manera de pillar ni media. El abuelo paterno de Günter era así, solo le entendía la abuela. Y por los gestos que hacía y tras creer escuchar una especie de "toilette" llegamos a la conclusión que necesitaba ir al baño.

Llevaba un enorme reloj de aparador entre las manos, rugosas y enormes como muñones, con algún dedo descacharrado dando testimonio mudo de toda una vida dura en las montañas. El reloj había sido un regalo, parece ser. Le invitamos a ir al baño y después a un vaso de agua fresca. Se vino arriba y le preguntó a Gunter si le podía llevar en coche. No se entendía a dónde pero Günter le dijo que casi que no, que no podía.

Me quedé un poco pillada: "hombre, ¿por qué no le has llevado?", "¿estás loca, pero tú le has olido?" me dijo. Y no, no le había olido pero cuando me acerqué a la entrada y sentí ese rastro a granja arcaica, a vacas añejas maceradas en el calorazo del día casi me caigo de espaldas. Y según salió de nuestro patio se acercó al semáforo y fuimos testigos de como un buen parroquiano se lo subió al coche. "A ver ahora como le quita al asiento la peste a establo" dijo Günter. "A ver" le dije yo. 

Una vez más,  hoy es domingo de reto, de Homenajeblog donde cada mes nos colamos en cocinas ajenas y homenajeamos al anfitrión cocinado alguna de sus recetas. Este mes el turno es para Patricia de Patyco un blog que apenas conocía pero que tiene un montón de recetas, sobre todo dulces pero todas estupendas. Llevaba mucho tiempo detrás de hacer esta torta de nata de Vigo que tuve el gusto de probar hace siglos. Se trata de una torta con agujeros que de cósmicos tienen poco. Se hacen para poder rellenar su miga con una crema de nata cocida que está para morirse en el acto y resucitar inmediatamente solo para darle un mordisco más. 

Ingredientes para la torta (14-26cm de diámetro):
  • 300gr. harina repostera (necesité un poco más)
  • 1 sobre de levadura de pan
  • 1 huevo
  • 45gr. de azúcar
  • 125ml. de leche
  • 45gr. de mantequilla a temperatura ambiente
  • una pizca de sal
  • vainilla o azúcar avainillado
  • azúcar glas para espolvorear

Para la crema:
  • 300ml. nata para montar 35%
  • 75gr. de azúcar

Preparación:
  1. Mezcla en un bol los ingredientes secos. Con ayuda de unas varillas eléctricas o amasadora, mezcla éstos con la leche. Deja que repose unos 5 minutos, añade la mantequilla y vuelve a amasar hasta que la masa se reúne bien y queda lisa.  Si ves que está demasiado pegajosa e intratable, añade un poco más de harina porque cada cual absorbe a su manera. Pero recuerda, que es una masa que tiene que quedar pegajosa al tacto. Deja que leve 2 horas.
  2. Aprovecha y haz la crema de nata. En una cacerola a fuego medio lleva la nata con el azúcar a ebullición moviendo casi constantemente. Tienes que lograr que la nata se reduzca para que espese. Me llevó unos 20-minutos y al enfriar la crema de nata espesó. La textura era parecida a la leche condensada.
  3. Una vez levada la masa, haces una torta redonda. Puedes ayudarte con un rodillo o simplemente con las manos (te las engrasar un poco y verás que fácil) Con rodillo quedará a la vista más bonita e uniforme. Con los dedos, la torta quedará más esponjosa pero más rústica. Deja que leve de nuevo 20min. Mientras, precalienta el horno a 190ºC (200ºC dependiendo del horno).
  4. Justo antes de meterlo al horno, haz los agujeritos. Puedes ayudarte con el palo de una cuchara de madera o con los dedos. Hornea unos 15 minutos (dependerá del horno). No debe quedar tostada, sino más bien blanquita.
  5. Una vez fuera del horno, aún caliente, le añades la crema por encima. Si se cerraron los agujeros en horno, los puedes volver a marcar. Así la crema rellena los agujeros dejando una torta jugosa y cremosa por dentro. Deja que enfríe por completo y termina con un poco de azúcar glas por encima.

Zumo concentrado de grosellas

junio 21, 2024
Un día como el de hoy pero de 1908, siendo éste un domingo precioso y soleado en Londres -aleluya-, una marcha de más de 250.00 personas, en su mayoría mujeres,  se daban cita en Hyde Park. Fue la mayor manifestación reclamando el derecho al voto femenino. La cosa venía de lejos; ya que en 1832 una tal Mary Smith solicitó en el parlamento británico que, puesto que pagaba los mismos impuestos y estaba sujeta a la ley como cualquier hombre, no era descabellado exigir su derecho a participar activamente en su elaboración. 

Se partieron de risa, claro. Ellos, convencidos de ser más listos, inteligentes y capacitados, tanto física como intelectualmente, de qué iban a tener que sufrir las tontunas de las mujeres en temas que les quedaban grandes. Bastante ya tenían con brear en casa. Ni hablar, señoras y si son tan amables, se me dispersan sin montar alboroto.

Pero el éxito de esta concentración cambió las cosas. Muchas más damas de cualquier condición, empezaron a empatizar con las sufragistas porque razón no les faltaba. Si se tomaran la molestia de instruir a las jóvenes, seguro que cualquier señorita con medio dedo de frente podría aportar tanto a más que cualquier varón. Y el movimiento sufragista, si bien se radicalizó en exceso, amplió sus estrategias de presión con huelgas de hambre, encadenamientos en sedes de gobierno, reales o parlamentarias. 

Y mientras más protestaban, mayor era el rencor y enojo de muchos señores que empezaban a sentir que se les estaba tocando en exceso la genitalia. Así que, cada vez con más frecuencia, las activistas venían sufriendo maltrato continuado, a veces solo vejatorio, otros físico y lamentablemente, constante abuso sexual ya que se entendía que estas piradas eran de la misma calaña que las prostitutas. Con frecuencia, y de mala gana, la policía debía proteger a estas mujeres de las pandillas organizadas de matones barriobajeros que cada vez que se enteraban de una concentración o discurso, allá que se iban a pasar la tarde abusando verbal y físicamente y como les daba la real gana porque alguien tenía que meter en cintura a éstas ácratas.
A las sufragistas, que hasta entonces se habían manifestado de forma pacífica, se les quemó a su vez el papo y cambiaron de estrategia optando por ir de malotas, rompiendo cristales y quemando más de una puerta. Una de sus líderes dijo: "Dado que debemos ir a la cárcel para obtener el voto, que sean las ventanas del Gobierno y no los cuerpos de las mujeres las que se rompan".

Y así es como se llegó al Viernes negro. Estamos en 1910. Unas trescientas mujeres se movilizan para pedir, una vez más, el voto en el parlamento. Se dividieron en varios grupos pequeños y se encaminaron con la intención de que el primer ministros las recibiera... vaya, no a todas, a alguna de ellas. Se tuvo la mala idea, de reclutar agentes de policía de los barrios de Whitechapel East End, tipos rudos y sin experiencia en enfrentarse a las manifestantes. 

La cosa se fue de madre: los matones de bajos fondos las esperaban y fueron agrediéndolas ante la mirada de los agentes que no solo no movieron ni un dedo, sino que se dejaron llevar por el jolgorio y se unieron a los linchamientos. Fueron golpeadas con saña, vejadas y muchas de ellas violadas públicamente como castigo. Y es que a la mayoría de los machotes, la violencia se la pone dura y siempre terminamos pagando nosotras. Por nuestro bien, eso sí.

En fin, todo este espectáculo se vivió rodeado de una sed de brutalidad indefinible. Algunas murieron posteriormente a causa de las secuelas de las descomunales palizas. Las detenciones, a su vez,  también fueron masivas. Todo Londres quedó en shock. Para evitar depurar responsabilidades de lo ocurrido,  Winston Churchill que era ministro del interior, liberó sin cargos a las manifestantes y vino a decir: señores, aquí paz y después gloria.

Y tuvo que venir una guerra mundial, tuvieron que ser las mujeres el sustento y soporte del país mientras sus hombres se mataban en las trincheras, para que el eco del sufragio se hiciera más fuerte. Reivindicación que aún tardo unos 8 años más en llegar, con un voto únicamente para las mayores de 30 años. Realmente, el universal, no llegó hasta la declaración aprobada por Naciones Unidas en 1948, reconociendo por fin, el sufragio femenino como derecho humano universal.

Y a día de hoy, existe un único país -dictaduras aparte- donde las mujeres no tienen voto. El Vaticano. Ahí queda.
Ingredientes:
  • 1 kilo de grosellas
  • 250gr. de azúcar blanca
  • 250gr. de azúcar morena
  • 250ml. de agua
  • 1 limón
  • opcional: 1/4 de una vaina de vainilla

Preparación:
  1. En una olla a fuego fuerte, pon todos los ingredientes y en cuanto rompa a hervir, baja a fuego medio y deja que cueza 10 minutos.
  2. Tapa y deja que macere unas seis horas (yo lo dejo toda la noche).
  3. Cuela el zumo, primero con un colador y después con un trapo limpio. Te aconsejo que sea blanco, ya que si lo lavas con legía y jabón inmediatamente después, quedará perfecto para se siguiente uso.
  4. Guárdalo en botellas o tarros limpios y mantenlo en un lugar fresco y oscuro.

Pastel de queso y cerezas con migas

junio 16, 2024
De Vera Atkins, la maestra de espías y el cerebro de la Sección Francesa de los Irregulares de Baker Street, se decía que tenía ojo de águila para los detalles y una memoria enciclopédica excepcional para recordar todo tipo de pormenores en lugares y rincones por toda Europa. A pesar de su juventud, vivió y se movió mucho por casi todo el continente. Incluso antes de entrar en guerra, trabajó para la diplomacia canadiense recopilando información -espiando, vaya- de los líderes nazis que echaban raíces por todo el viejo continente. 

Dueña de una sonrisa engañosamente inocente y un carácter frío y endurecido, se convirtió en el corazón de la Sección F del “Ejército Secreto de Churchill" que el primer ministro británico creó en 1940 con el fin de hacer arder y sabotear la Europa ocupada por los nazis. 

La misión de Vera como asistente del coronel Buckmaster, líder de la sección, era la de reclutar y enviar agentes encubiertos y operadores inalámbricos a la Francia ocupada. Además del reclutamiento, los formaba, los instruía sobre el espionaje y cómo vivir en Francia sin levantar sospechas. Envió de esta guisa a casi 500 agentes de los cuales 39 eran mujeres.
Pesé a la leyenda de heroicidades que siempre acompaña a estar historias, tanto los agentes como sus formadores, sabían que bajo tortura, terminarían tarde o temprano confesando. Se les preparaba -con pruebas reales- a aguantar 48 horas tras ser capturados, para así dar tiempo a sus compañeros a huir. Más de la mitad no volvían y no porque la Gestapo fuera la releche de eficaz, qué va, otro mito: eran delatados por gentes, que muchas veces, ni les iba ni les venía nada en ello. Por rabia, celos, por conseguir reconocimiento de las fuerzas de ocupación o vete tú a saber. La mezquindad humana no tiene límites.

Así que, cada vez que mandaba nuevos agentes a Francia, los acompañaba ella misma y los despedía a píe de avión, mantenía contacto con sus familias y se aseguraba que cada mes recibieran su paga. Entre sus agentes había taxistas, banqueros, escritores y hasta una princesa, Noor Inayat Khan, de origen hindú que tuvo que huir de Francia tras la invasión. Dijo sobre ellos, que a veces la gente corriente saca fortalezas inesperadas ante la importancia de derrotar al nazismo, asumiendo riesgos pero convencidos de su deber. 

Pero el destino quiso que el mayor Hans Josef Kieffer fuera el jefe de la policía secreta en Paris. Era un hombre inteligente, tranquilo y afable. Recibía a los agentes de Vera después de haber sufrido tortura y martirio a manos de la Gestapo. Llegaban en condiciones deplorables. Él les devolvía algo de dignidad, curaba sus heridas y les exponía los hechos: sabemos todo sobre ti y del resto de los agentes. Tenemos ayuda de altos cargos en Londres. Vuestros colegas os han traicionado. Están aquí y colaboran de buen grado. Puedes decidir tu futuro aquí y ahora: colabora y vivirás dignamente. Sino, la Gestapo se encargará de ti.
Y así, con mano izquierda, con mentiras y verdades en el mismo saco, consiguió colaboración continuada por parte de espías ingleses y franceses. El mayor Kieffer se fue haciendo poco a poco con los códigos de seguridad que le permitieron ir controlando las transmisiones de radio. La eficacia del alemán contrastaba con las negligencias y meteduras de pata, muchas veces provocadas por la burocracia dentro de Baker Street, haciendo que la Sección F perdiera el control casi absoluto de las misiones. Los agentes caían como churros y el coronel Buckmaster no quiso dar su brazo a torcer y reconocer que tenían un problema severo de seguridad. 

Vera, durante meses, creyó comunicarse con sus agentes sin darse cuenta que lo hacía con los nazis que jugaban mandando desinformación. Mientras creía que Noor Inayat Khan seguía activa sin ser descubierta, lo cierto es que hacía meses que había sido ejecutada por no colaborar. El golpe final, lo puso Josef Kieffer después del desembarco de Normandía, que viendo que el juego de radio había terminado, se permitió mandar un último mensaje a Buckmaster:

Le agradecemos las grandes entregas de armas y municiones que ha tenido la amabilidad de enviarnos. También apreciamos los numerosos consejos que nos ha dado sobre nuestros planes e intenciones y que hemos anotado cuidadosamente. En caso de que esté preocupado por la salud de algunos de los visitantes que nos ha enviado, puede estar seguro de que serán tratados con la consideración que merecen.
Esto destrozó a Vera. El golpe fue durísimo así que tras finalizar la guerra y como miembro de la Comisión Británica de Crímenes de Guerra que reunía pruebas para procesar criminales de guerra, se impuso a sí misma la misión de rastrear el destino de los 118 agentes que nunca regresaron.

Tras cerca de un año visitando campos de concentración e interrogando guardias alemanes, descubrió cómo y cuándo habían muerto sus agentes desaparecidos. Trasmitió a sus familias no solo su triste final sino los logros y heroicidades de sus seres queridos.  "No podía simplemente abandonar su memoria", dijo más tarde. Todos sus agentes habían muerto sirviendo a su país con valentía salvo uno que había sido enviado a Marsella con tres millones de francos y el tipo se los jugó en Montecarlo. Parece que los perdió y parece que se suicidó. Pero solo es un parecer.

Cosa curiosa: el gobierno francés no reconoció el mérito y sacrificio de Atkins hasta 1987 nombrándola comandante de la Legión de Honor, retraso que se debió a la cabezonería del general De Gaulle que nunca vio bien que la Sección Francesa no hubiera estado liderada por él. 

Vera May Atkins, la maestra de espías, la mentora de agentes de inteligencia, nació el 16 de junio de 1908, murió el 24 de junio de 2000.


Ingredientes:
Para la base (molde de 24cm):
  • 300gr. harina (usé espelta)
  • 150gr. de mantequilla
  • 2-3 cdas. de agua fría
  • 100gr. de azúcar morena
  • una pizca de polvos de hornear
  • 1cdta. de cacao
  • una pizca de canela

Para el relleno:
  • 3 huevos
  • 120gr. de azúcar
  • 1 paquete de pudding de vainilla
  • 1 ralladura de un limón
  • 600gr. de queso quark
  • 125ml. de nata líquida
  • 1-2 cdas. de semillas de amapola a tu gusto
  • cerezas a tu gusto (deshuesadas)

Para las migas (streusel):
  • El resto de masa de la base
  • 1 cda. de azúcar morena
  • 2 cdas. almendras molidas 

Preparación:
  1. Mezcla los ingredientes secos de la base y le añades la mantequilla. Si ves que queda muy seca (o dura) le añades un par de cucharadas de agua fría. Forra con esta masa el molde (24cm.) guardando como 1/4 de la masa para hacer las migas (streusel).
  2. Bate primero el azúcar con los huevos. Añade el queso quark, la nata, la ralladura y el sobre de pudding. una vez mezclado, añade las semillas de amapola. Cubre con esta masa el molde.
  3. Coloca las cerezas encima.
  4. Con el resto de masa, haz las migas. Si las quieres más crujientes puedes añadirle una cucharada de azúcar morena y dos de almendras molidas . Haz migas con los dedos y cubre el pastel.
  5. Hornea a 180-170 ºC dependiendo del horno hasta que veas que coge un color ligeramente dorado.


Ensalada Olivier

junio 15, 2024
Hoy toca receta con historia, compleja y enrevesada a rabiar y no por gusto pero qué quieres, ésta es muy posiblemente la ensaladilla de patata más popular del mundo, donde cada país tiene su versión y claro, cada uno cuenta sus origines a su manera. Y yo, como no voy a ser menos, te lo voy a contar todo añadiendo mis propias fantasías:

Érase que se era, allá por 1860, el Imperio ruso. La aristocracia estaba venida a menos; para que te hagas una idea, había muchos príncipes por todos lados, hasta debajo de las piedras, y pocos cuartos para mantener sus regias vidas. La burguesía, en cambio,  prosperaba de maravilla y tan ricamente permitiéndose cada vez más lujos. Los hoteles y restaurantes estaban muy de moda... a la fuerza claro, porque mientras la realeza venida a menos perdía sus posesiones, se veían obligados a vivir y comer de gorra en ellos. 

Antes, con las grandes fiestas de los parientes, iban subsistiendo picando aquí y allí pero la cosa ya se había puesto muy fea y estos fiestones escaseaban así que no tenían más remedio que comerse sus nobles orgullos y dejarse ver en estos establecimientos a cambio de un techo y comida. De lujo ¿eh? que nadie se compadezca de estos parásitos sociales porque aunque ellos se sentían muy desdichados por no ser ricos, seguían viviendo a cuerpo de rey. O de zar. 
El caso, es que un restaurante francés empezó a liarla parda a costa de una popular ensalada de patata con cosas, bañada en una salsa sencilla y espectacular que estaba de boca en boca por todo Moscú. Era el Hermitage, un monumental restaurante de grandes salones y arañas de cristal frecuentado por lo más selecto de la sociedad moscovita.

Contaba con una enorme estufa en el centro de una gran sala de estar arropada por imponentes columnas de mármol y todo un batallón de camareros -hasta sesenta cuentan algunos- serpenteaban por las mesas atendiendo a los clientes siempre bajo el mando de un ruso medio francés medio belga de fisonomía noble e imponente. Este chef, decían, era un mago del fogón que llevó al Hermitage a ingresar hasta dos mil rublos por día, una cifra que ya quisieran muchos de estos príncipes de pacotilla como renta anual para pagar sus desmanes.

La ensalada, que como era de suponer fue bautizada con el nombre de su creador, Oliver, contenía una mezcla de carnes, en su mayoría de ave, e iba aderezada con una salsa magistral, y pese a que algún que otro de sus cocineros pretendió llevarse la receta, el chef jamás permitió que nadie tuviera acceso a la fórmula de la salsa. Olivier murió en 1883 y se llevó con él su famosa ensalada. 
Nadie fue capaz de imitarla, surgieron un montón de versiones y los que la probaron decían que no eran lo mismo. El recuerdo se convirtió en leyenda y, finalmente con la llegada de la revolución, el Hermitage cerró sus puertas para siempre pero ni siquiera el comunismo fue capaz de olvidar su ensalada más célebre y aunque los tiempos no invitaban a hacer uso de ingredientes exquisitos, se adaptó a la nueva Rusia con sencillez, donde la mezcla de aves se sustituyó por pollo y la salsa pasó a ser una fusión de mayonesa y crema agría. Encurtidos, huevo duro... y pese a esta metamorfosis austera y algo espartana, la ensalada Oliver nunca ha abandonado su estela de lujo y celebración. Aún hoy, es costumbre servirla como aperitivo en Año Nuevo. 

Mi receta y la foto de arriba, están extraídas del libro "La cocina en Rusia" edición al alemán del año 73. Es un ejemplar que tengo como oro en paño. Las recetas se recopilaron dentro de la propia Unión Soviética con el beneplácito del politburó. Eso sí, todas sus fotos e historias hacen creer al lector en una gran nación de repúblicas rusas prósperas y felices nadando en la abundancia. Ingenuos, como si a esas alturas el mundo no supiera cuánta miseria había tras el telón.
Dejo foto también de la receta original que yo he adaptado un poco poniendo las cantidades a mi aire. He pasado de las alcaparras porque no nos apasionan. Por lo demás, esta ensalada Olivier es una de las favoritas en casa y con invitados siempre luce. Y cuando me preguntan ¿qué lleva? ¿es atún, carne, pollo? no puedo evitar sonreír una chispa de más acordándome de los ingredientes secretos de Lucien Olivier.



Ingredientes para 6 personas:
  • 1k. de patatas cocidas en agua y sal
  • 2 pechugas medianas de pollo cocidas en agua, laurel, sal, pimienta y cebolla
  • un puñado a tu gusto de pepinillos en vinagre
  • 2-3 huevos duros
  • mayonesa y crema agría (o creme fraise) a partes iguales
  • sal y pimienta
  • Eneldo fresco picado
  • un puñado de aceitunas (yo uso rellenas de anchoa)
  • 1 tomate
  • unas hojas de lechuga
  • opcional: un chorrito de vinagre extra

Preparación
  1. Cuece las patatas en agua con sal. Deja que enfríen, las pelas y las cortas en trocitos menudos.
  2. Cuece el pollo, deja que enfríe y pícalo lo más fino que puedas. Si puedes, ayúdate de una picadora o procesador. Pica también los pepinillos, las aceitunas y el huevo lo más fino que puedas. 
  3. Lo pones todo en un bol, salpimienta y añade la salsa mayonesa y la crema agria. Aquí yo le añado un poquito de vinagre para que tenga más cuerpo la ensaladilla.
  4. Monta la ensaladilla formando una montañita y cubriéndola con una mezcla de mayonesa y crema agría. Decora con las hojas de lechuga, el tomate y unas aceitunas. Puedes también añadir trocitos de pepinillo y/o huevo duro. Termina con eneldo fresco picado a tu gusto.

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