Bizcocho de calabacín y coco de nuevo

septiembre 08, 2024
Un día como hoy del 2013 publiqué este mismo bizcocho, o casi, porque con el paso del tiempo le he hecho un par de modificaciones aunque en esencia, es el mismo bizcocho de calabacín y coco. En aquel, Lucas comenzaba la primaria. Ahora, mi chico terminará el Bachillerato y tendrá que hacer su examen de Matura, que es con el que se graduará y tendrá acceso a la universidad. Qué lejos se me antojan aquellos años y cuántas cosas han pasado en su vida. 

Leo aquella entrada, de aquel otro bizcocho de calabacín y coco y los recuerdos me inundan. Aquellos nervios, ese ansia que tenía por aprenderlo todo... recuerdo cuando aprendió a leer y caminaba por la calle flipando entendiendo por fin todas las señales y las calles; o en el supermercado, que se empapaba de todos los carteles y etiquetas. Ese momento tan especial -que yo el mío no recuerdo- cuando las palabras dan sentido a todo lo que te encuentras en el camino. Le recuerdo caminando dando saltitos, ese trotecillo infantil que siempre asociaré con la felicidad y que me dolió en el alma cuando, tanto él como su hermano, dejaron de hacerlo. ¿Por qué? ¿Por qué crecer es a veces tan frustrante? 
Qué doloroso fue cuando le acosaron en el segundo curso. Qué bien, por cierto, lo manejó su tutora, su Frau Lehrerin, que lo primero que hizo fue pedirle disculpas por no haberlo evitado y aunque intentaron atar en corto a la pandilla de piezas a Lucas le quedó un poso que nunca ha terminado de reabsorber; su manera de relacionarse, siempre retraído y sin tomar iniciativas, atraía a los canallas infantiles y sobre todo a los que se mueven en pandillas cerradas que son el gran mal de la infancia porque generación tras generación cuánto daño han hecho y cuánto rechazo han generado. Le pasó también con el equipo de fútbol donde nunca le aceptaron y creo que eran tan desagradables con él esperando a que se fuera tal y como hicieron con otros muchos chicos. Él no se rindió. Pero los sufrió, vaya que sí.
Y así es como perdió... ¿la inocencia?... ¿qué es lo que pierden estos críos tan honestos y sensibles que no son capaces de entender la crueldad facilona, sin motivos, solo por aquello de humillar? No sé que es lo que perdió de golpe pero a cambio la vida le compensó con un sentido de la justicia brillante que sabe manejar desde muy chico con mano templada y sin vacilar. Él sabe aguantar en su propio pellejo pero no soporta ver la injusticia en los demás. Sabe defender a los suyos y se retuerce de cara cuando huele el acoso y el rechazo en los demás. 

Lucas es un muchacho que nunca ha cedido ante estos animalicos. Sabe encajar y sigue a lo suyo lo cual me enorgullece mucho pero no puedo evitar sentir una punzada de dolor. Le recuerdo constantemente que cuando se vaya a la universidad, conocerá a gente más adulta, sin tantas tontadas, los grupos de amigos serán más abiertos y la madurez de carácter, que ahora tanto echa de menos en su entorno, será lo habitual y no la excepción.
Es curioso, cuantas ganas por aprenderlo todo tenía entonces y ahora, estudia solo lo que necesita para cumplir, con buenas notas pero sin sobresalir porque no le apetece. No soporta el estrés del aprendizaje, las decisiones parciales de los profesores que les valoran a veces sin criterios definidos; suben notas a unos y bajan a otros de forma sesgada y toda esa basurilla por la que hemos pasado todos con más o menos docilidad. Se enfada a menudo con el mundo, con la política, con las guerras, con la gente que traga con todo, con... en fin, con todo eso que conlleva  la juventud. 

Pero echo de menos al niño feliz, los trotecillos al caminar, sus dibujos, sus ganas de comerse el mundo, en definitiva. Solo confío que este año se le haga liviano, que salga al mundo y no solo descubra que se lo puede comer sino que además, le apetezca comérselo a bocados. 

Ingredientes:

  • 175gr. de calabacín cortado en trocitos con su piel
  • 3 huevos
  • 175ml. de leche, Buttermilch o yogur
  • 120gr. de azúcar morena
  • 40gr. de sirope de arce o miel
  • vainilla molida o extracto de vainilla
  • 60ml. de aceite
  • 300gr. de harina (250 repostera y 50 integral)
  • un sobre polvos químicos (o dos cucharaditas)
  • 100gr. de coco rallado
  • una pizca de canela
  • cobertura: 100gr. de choco blanco y un chorrito de leche o nata.  Algo de coco rallado.


Preparación:
  1. Precalienta el horno a 170-180ºC dependiendo del horno.
  2. En un bol, pon el calabacín sin pelar. si es muy grande, quítale las pepitas del centro para que solo tengamos carne y piel (evitamos que suelte mucha más agua). Lo puedes trocear con un procesador de cocina y si te es más cómodo, rállalo pero cuélalo para quitar el agua que suelta. Añade los huevos, el Buttermilch o yogur, azúcar, el sirope o la miel, el aceite y la vainilla. Lo bates (en el procesador o con la batidora eléctrica) hasta que este cremoso. 
  3. Añade ahora los ingredientes secos: las harinas, el coco rallado, los polvos químicos y la canela. Bate hasta que quede lo más liso posible.
  4. Engrasa un molde alargado o de rosca. Pasa la masa  y espolvorea unas cuantas lascas de coco. Hornea unos 45 minutos más o menos hasta que esté cuajado. 
  5. Derrite el chocolate blanco con un chorrito de leche o nata líquida. Lo remueves hasta que no queden grumos y lo pincelas sobre el bizcocho cuando esté frío o casi frío. Espolvorea coco rallado por encima y deja que enfríe por completo.

Helado de mascarpone con frutos rojos

septiembre 02, 2024
Querido lector, imagino que te la trae al pairo pero, aún a sabiendas, tiro de tecla con la intención de escribir con enconado empeño -más o menos- sobre mis rollos cotidianos que no son ni más ni menos que los de cualquiera, para qué mentir, porque no puedo argumentar ningún bien social ni cósmico ni ná de ná; escribo por salud mental, por aflojar cosillas y por dejarlas escritas para el futuro porque cuando tiro atrás de este blog y leo la infancia de mi hijo pequeño, las declaraciones de amor que antes, cuando era mejor persona, lanzaba sin ton ni son al mundo... ¡Cachis! Cuántos recuerdos de una Maite que me suena lejana, feliz con poca cosa y más entregada, no sé, más algo de lo que soy ahora.

Pero este es otro melón que hoy no tengo ánimo de rebanar. Yo vengo a decirte que vendí mi vieja bici a una estudiante de geología. No me ha costado nada sepárame de ella; pensé que me iba a raspar el sentimentalismo pero oye, me he quedado tan pancha y es que ya estaba muy limitada con ella, no me ayudaba en nada al subir las cuestas o recorrerme la ciudad haciendo recados. También había dejado de hacer escapadas al pedal con los chicos y después del año tan durillo que estoy teniendo hacerme con una nueva era casi un gesto desesperado de necesidad... en fin, que no quiero ponerme dramática, pero me he pasado a la e-bike aprovechando una oferta fantástica a través de la universidad.
Esto es otra liga, en serio. Menudo cambio. Ya no tengo que mendigar que me lleven o me traigan. Ya no tengo limites; puedo ir a donde quiera, cuando quiera y cargar cuanto quiera siempre que los límites de mi cesto y de mi mochila me lo permitan. Se acabó que el corazón se me ponga a 170 pulsaciones en las cuestas. Se acabó el quedarme en casa cuando ellos se van de excursión. Este verano no me he quedado ni un día en casa sin pedalear y hemos estado en unos sitios maravillosos, sin coches, solo bicis y rodeados de una calma brutal.

Y me ha llamado la atención la cantidad de e-ciclistas con los que nos hemos cruzado; mucha más gente de cierta edad donde este tipo de bicis les brinda la oportunidad de hacer estos viajes con casco y pedal, pudiendo organizar varias etapas sin terminar con el cuerpo roto pero disfrutando a tope de hacer ejercicio y pasar unas vacaciones de lujo.
Una de estas escapadas -tres días por el Thayatal- ha sido de lo mejor que he disfrutado hasta el momento. Se trata de un circuito de 5 etapas por la ribera del río Thaya entre Baja Austria y la R. Checa. Parte de la ruta, es por una antigua vía ferroviaria que tras haberle quitado las vigas, han dejado a las bicis un camino maravilloso, plano, silencioso, con un montón de tramos de descanso, e incluso zonas de baño en el río y una plataforma de madera donde puedes cruzar el río tan ricamente. 

El hotel lo teníamos al otro lado de la frontera en la parte Checa, en Slavonice, un sitio precioso que forma parte de la Bohemia meridional lleno de encanto con ese aire a pueblo de antes que se resiste a la modernidad presente solo en los bazares de los chinos del centro donde nos agolpábamos los cicli-turistas. Un par de calles más allá, las gallinas campaban a sus anchas.

En fin, que mi nueva bici me ha devuelto la ganas y eso es un señor logro. Estoy muy contenta y más cuando hago con mi hijo Lucas helado casero, bien ajustado de azúcar que en casa no están acostumbrados a las cosas muy dulces. Mejor, más sanote... "más proteínas, mamá" como me dice mi hijo :-)


Ingredientes para 1 litro de helado:
  • 200ml. de nata sin montar
  • 250gr. queso mascarpone
  • 100ml. de leche fresca
  • 150gr. de Sauerrham o yogur
  • 175gr. de leche condensada
  • vainilla
  • Frutos rojos a tu gusto (frambuesas, moras, grosellas, arándanos...)
  • Opcional: una cda. colmada de mermelada casera de frutos rojos


Notas:
  • Sobre la cantidad de leche condensada: al llevar los frutos que son algo ácidos lo golosos es posible que necesiten la lata entera (suele ser de 330ml.) pero en casa no gusta el helado tan dulce y en esta ocasión lo compensé con una buena cucharada de mermelada casera.
  • Si lo vas a hacer sin heladera, puedes reemplazar la leche fresca por 100ml. más de nata sin montar.

Preparación:
  1. En un recipiente amplio, y con ayuda de la batidora monta la nata y el mascarpone. Añade después la leche, el yogur, la leche condensada y termina con la vainilla y los frutos rojos. Si optas por ponerle la mermelada, ahora es el momento.
  2. Si lo vas a hacer en heladera, añade este preparado como siempre en la cubeta helada.
  3. Si lo vas a hacer sin heladera, reserva la nata y el mascarpone ambos montados y cremosos para añadir al final y elimina la leche fresca (lee las notas). Lo pones en un recipiente con tapa que puedas meter en el congelador y deja que se congele (unas 5-6 horas).

Torticas de calabacín y garbanzos

agosto 07, 2024
misericordia 
Del lat. misericordia.

1. f. Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos.
2. f. Pieza en los asientos de los coros de las iglesias para descansar disimuladamente, medio sentado sobre ella, cuando se debe estar en pie.
3. f. sujetalibros.
4. f. Puñal con que solían ir armados los caballeros de la Edad Media para dar el golpe de gracia al enemigo.
5. f. Rel. Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas.
6. f. p. us. Porción pequeña de alguna cosa, como la que suele darse de caridad o limosna.

Doña Misericordia, arrogante dama vestida de clemencia, nacida entre golpes de pecho y rezos con todo su teatrillo para burlar a la bondad, esa que nace del alma humana sin paliativos, sin recompensas divinas y sin miedos al tormento en un juicio final. Tan doña y tan divina es, que se siente virtuosa de lo humano y lo divino, la reina de la caridad y la limosna. Tan redicha y henchida que representa el novamás de la santidad espiritual como si fuera un título nobiliario que se puede comprar para asegurarse la entrada al cielo.

Pero los que no creemos en paraísos post mortem, los que sostenemos que después de la muerte no hay nada, conscientes que lo único nuestro es la vida que poseemos, sabemos que donde nace el enternecimiento no es en un templo sino en el corazón y que nuestra alma no pertenece a ningún dios caprichoso y olvidadizo de los más olvidados. Dejo por un momento a ese dios a un lado y me centro en esta señora; si es verdad que existe, si es real y virtuosa ¿por qué existen estas listas negras de emergencias humanitarias año tras año? ¿por qué tantas guerras y conflictos e invasiones? genocidios, apartheids...
Es tristísimo ver cuantísimo mueven las religiones en el mundo, las que tanto hablan de misericordias pero a la vez azuzan a los suyos a hacer el mal. La interpretación de Israel de sus libros sagrados para sembrar tanta muerte; los videos que la iglesia rusa hace rodar entre los soldados que combaten en Ucrania para que crean que dios está de su parte... y todas ellas, las tres herederas de Abraham, justifican y han justificado que los suyos maten sin miedo al castigo divino. Que dios se lo perdona todo si rezan, dicen. 

Porque la misericordia divina es tan espléndida que lo perdona todo si eres lo suficientemente devoto y fervoroso porque así son las cosas; la conciencia y la bondad se entierran en el bienaventurado rezo a un dios que perdona a unos y condena a muerte, tortura y sufrimiento a otros. Porque sí.
“Había necesitado muchos años de sufrimiento y miseria para conquistar los privilegios de la soledad, y no estaba dispuesta a renunciar a ellos a cambio de una vejez perturbada por los falsos encantos de la misericordia.” Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.


Ingredientes:
  • 2 calabacines
  • 1 bote de garbanzos cocidos
  • 1 cebolla 
  • ají seco (amarillo o rojo), chile seco o pimiento choricero
  • pan rallado (todo el que te admita)
  • ajo en polvo
  • mejorana u orégano
  • una pizca de comino molido
  • sal y pimienta

Preparación:
  1. Pon a remojar en agua caliente el pimiento, ají o chile seco una media hora antes. 
  2. Pica la cebolla y en una sartén con un poco de aceite la sofríes junto con el ají.
  3. Tritura el calabacín primero, añade después los garbanzos, y el sofrito junto con la sal y las especias. 
  4. Una vez echa una pasta, es hora de añadir el pan rallado. ¿Cuánto? lo que te admita hasta que tengas una masa que se deje manejar. Aunque muy pegajosa tienes que poder hacer bolas con la masa y aplastarlas un poquito.
  5. En una sartén con algo de aceite, colocas la masa y después de un min. más o menos, le das la vuelta y la aplastas con la espátula para darle la forma. Deja que dore bien por ambos lados a fuego medio o medio alto (dependiendo de cada cocina).
  6. Sirve con tu salsa favorita. 

Strudel de patata y rebozuelos o Kartoffel Eierschwammerlstrudel

julio 26, 2024
intensidad 
De intenso.

1. f. Grado de fuerza con que se manifiesta un agente natural, una magnitud física, una cualidad, una expresión, etc.

2. f. Vehemencia de los afectos del ánimo.

Navegando por X di con un comunicado de la policía peruana que decía, textualmente que "Agentes del Departamento de Alta Montaña, tras una intensa búsqueda ubicaron el cuerpo momificado y deshidratado de una persona NN en el nevado de Huascarán". Tuve que releerlo porque no me encajaban las piezas: ¿tras una intensa búsqueda encuentran a la persona momificada? bueno, el escalador desapareció en una avalancha hace 22 años y es ahora, a la que se va deshaciendo el glaciar por el calentamiento, cuando han podido dar con los huesos resecos del pobre hombre. 

No sé si a ti te pasa, pero tiendo a interpretar este tipo de intensidades con rapidez, prioridad; por ejemplo "tras una intensa investigación" "después de un intenso estudio" o "tras finalizar un intenso análisis de" a mí todo me suena a prioridad para ayer pero mira, va a ser que no.

No hay nada en su definición que sugiera brevedad o prioridad sino vehemencia, vigor, magnitud, incluso fuerza. Y es que lo mismo esa impronta en plan proceso concienzudo y veloz me lo he inventado. O no. A lo mejor ya estaba inventado. El caso es que -supongo- los agentes policiales, en su afán de embellecer su dedicación y entrega -que no lo dudo- se agarran a esa vehemencia de los afectos del ánimo porque lo de echarse flores siempre queda heroico y oye, no se debe dejar pasar la oportunidad.
En cualquier caso, el pobre escalador estaba momia y escondido en el hielo durante 22 años. Eran tres. Al primero lo encontraron a los dos años de la avalancha y del tercero, aún no hay rastro. Para la familia habrá sido un alivio enorme recuperarlo pero no encuentro nada épico en el hecho de rescatar un cuerpo sin vida. 

Es de agradecer siempre las labores de rescate que no son nada fáciles y desde luego entrañan peligro para estos profesionales pero me chirría mucho que la foto del pobre hombre aparezca con tan poco tacto en X o en la prensa donde algún medio lo tilda de "turista" en estos tiempos que corren donde el turistilla es la mosca cojonera del SXXI. En fin, que por muy momia que sea, son los restos de una persona que será llorada y añorada con intensidad -aquí sí- por los suyos.   

En fin, tal y como te conté en la entrada anterior, en mi patio se trafica con cosas. Yo tengo super producción de calabacines y mi vecino ha encontrado en algún rincón del bosque un alijo enorme de rebozuelos (Eierschwammerl) y nos estamos poniendo de setas hasta las orejas. Antes de que digas nada, aquí se pueden coger para consumo particular, no para vender. Lo de traficar no queda claro pero mientras no salga de nuestro Hof, aquí paz y después gloria.


Ingredientes:
  • 1 cebolla mediana
  • algo de aceite de oliva
  • 500gr. de setas (rebozuelos)
  • 1/2 vaso de vino blanco
  • 1kgr. de patatas
  • orégano, mejorana, tomillo... lo que quieras
  • algo de pimentón
  • ajo en polvo
  • algo de mantequilla
  • hierbas frescas (perejil, cebollino...)
  • sal y pimienta
  • 2 láminas de hojaldre
  • Para pincelar: leche, nata líquida, yogur o buttermilch

Preparación:
  1. Cocer las patatas con algo de agua y sal unos 15-20minutos a fuego lento.
  2. Picar la cebolla en fino y rehogarla en una sartén grande con algo de aceite. Añadir las setas y seguir rehogando. Añade el vino blanco y las especias, y deja que reduzca casi por completo.
  3. Añade las patatas cortadas en trocitos. Rehoga y añade un poquito de mantequilla para que no queden secas. Salpimienta y añade las hierbas frescas. Reserva.
  4. Precalienta el horno a 200ºC.
  5. Extiende el hojaldre sobre papel de hornear y añade la mitad del relleno. Pliega primero los bordes y después en enrolla dejando el pliegue del cierre arriba (debajo se rompería y se saldría el relleno). Haz lo mismo con la segunda pieza.
  6. Pincela cada pieza y hornea hasta que coja un bonito color dorado.

Ensalada picante de gambas

julio 21, 2024
No sé si lo he contado alguna vez; vivo en una casona que está dividida en seis viviendas de las cuales tres -los bajos- son apartamentos y los tres de arriba duplex. Disfrutamos de un gran jardín donde tenemos zonas compartidas y cada cual, un bancal de huerto. Yo tengo la suerte, de tener otro jardín justo al lado solo para nosotros.

Ese jardín pertenecía una una vecina que estaba muy mayor para hacerse cargo de él y nos lo prestó hace ya muchos años. Ella murió y la casa la compró Stephan, el hijo de Krista y Manfred que vivían justo al lado, en una bonita casa a pocos pasos de la nuestra. Stephan nos ha seguido dejando el jardín porque con el de sus padres, que es enorme, ya tiene suficiente. Krista y Manfred se fueron ambos en muy poco tiempo y Stephan se ha quedado con la casa de sus padres que antes fue la de sus abuelos.
Stephan y Günter son de la misma quinta, se entienden bien y se apañan juntos con las podas y demás locuras porque un jardín da mucho trabajo. Allí tenemos los frutales -cuatro, que no es una plantación-, los bancales de tomates, pimientos, calabacines y cebollas. También las frutas rojas. Suficiente para nosotros y para compartir con mis vecinas. Aquí, en cambio, tenemos las lechugas, colirábanos, puerros, el ruibarbo, las aromáticas... y una cabañita con una enorme mesa y bancos de madera, cubierta para no mojarnos, donde hacemos las barbacoas, salimos a cenar al fresco o simplemente nos reunimos a pasar un ratico juntos cada tarde.

Ese rato fuera, es el momento de traficar con lo que cada cual recolecta, ya sea de las huertas o del bosque: setas, ajo silvestre, pepinos, calabacines, moras, grosellas, ruibarbo... lo que toque. Aquí, si le das algo a alguien se siente comprometido a darte algo a cambio. Se mueren si no lo hacen, es algo que les supera así el que trajín de tuppers, en crudo o en guisado, en boles, platos, bolsas... es tremendo.

Pero esta ensalada no, no trafiqué con ella porque cuando la hice aún no estaban gordas las cebollas ni los tomates para recoger. La hice para el reto de fin de temporada de Homenajeblog que está dedicado a la ensalada y lo cierto es que si me despisto ni la pruebo porque mis dos grullas se pusieron a zampar como si el mundo fuera a desintegrase en pocos minutos. ¡Cómo para compartir!


Ingredientes: 
(sin medidas porque va a gustos)
  • gambas, gambones o langostinos a tu criterio
  • aguacate
  • cebolla morada o blanca dulce
  • tomate

Para el aliño:
  • aceite de oliva extra
  • vinagre de vino
  • un poquito de miel o sirope de agave
  • tu salsa picante favorita (yo uso una casera de habanero y chipotle)
  • sal y pimienta

Preparación:
  1. Corta los cuatro ingredientes muy picaditos como una pipirrana.
  2. Mezcla el aliño hasta que este todo bien ligado. Lo mezclas y a disfrutar.

Vichyssoise

julio 13, 2024
El trece de julio de 1793 o el trece de mesidor del año I de la revolución, Charlotte Corday aporreaba la puerta de Jean-Paul Marat. Una empleada le niega el paso; después se encara con la esposa; el revuelo llega a Marat que toma un baño para calmar el picor de la afección cutánea que le hace rabiar; pide que dejen entrar a la joven quien dice tener el nombre de varios traidores; Marat toma nota de los desdichados y le promete que en breve probaran la guillotina; Charlotte saca un puñal de entre sus ropas y se lo clava en el corazón; se la llevan presa, dice que ha cumplido con su deber y que su destino no importa; cuatro días más tarde muere guillotinada; el verdugo, maratista convencido, coge la cabeza de la desdichada y le da un par de bofetadas cosa que le cuesta tres meses de cárcel por su falta de profesionalidad.

Pero ¿por qué? ¿qué locura es ésta?

¡Pues qué va a ser! Hacía cuatro años de la llegada de la revolución, siempre feroz y con ganas de sangre, siempre dispuesta a llevarse por delante primero a los enemigos y luego a cualquier amigo que disienta, muertes y atrocidades aclamadas en nombre de la patria porque las revoluciones siempre son así. Siempre. Pero siempre.
Marat fue un revolucionario mayúsculo, bastante soberbio y con un afán extraordinario de notoriedad. Desgraciadamente, se hizo un nombre a costa de calentar los cascos a los franceses y reclamar la cabeza de cualquiera que no compartiera sus ideales. Fue médico y buscó hacerse un nombre con la misma nobleza que luego pasó por la cuchilla -y sin despeinarse- pero no alcanzó la fama que él ambicionaba. Pasó a ser científico pretendiendo revolucionar la ciencia y entre otras cosas, lo intentó rebatiendo a todo quisqui sin pudor ninguno y aunque no se le consideró un charlatán tampoco logró destacar demasiado.

Hasta que llegó la revolución y empezó a editar un pequeño periódico en papel barato que escribía él mismo y así fue como se ganó al pueblo parisino. Alcanzó la gloría deseada por fin gracias al "L’Ami du Peuple". Y bajo ese disfraz de amigo del pueblo se labra una imagen muy concreta de sí mismo:  honesto intachable, salvador de la patria incapaz de mentir al pueblo por muy dolorosa que sea la verdad. Y así, empieza a despacharse a gusto, de nuevo, contra todo quisqui.
Por supuesto, sus grandes enemigos eran los monárquicos. No había guillotinas suficientes en Paris para ajusticiar a tanto noble o a cualquier sirviente de notable. Junto con Robespierre y Danton, Marat fue líder del partido jacobino siendo de la fracción más radical del mismo y eso que representaban a los revolucionarios más febriles. Eran enemigos de los girondinos, partido más moderado y federalista que no postulaba por derrocar la monarquía sino pretendía recortar su poder y privilegios. 

El caso es que estaban a la gresca y te lo resumo que la revolución francesa da para varios tomos: se cargan al rey, hay revueltas y enfrentamientos con los girondinos, los jacobinos dan un golpe de estado e imponen el terror en todo el país persiguiendo y ajusticiando a golpe de guillotina a cualquiera sospechoso de monárquico o contrarevolucionario. 

Y así es como una joven de 24 años, de buena familia de clase media, se deja arrastrar por los acontecimientos, por ese giro inesperado y abrupto de la historia que ha dejado ríos de sangre a su paso. Siente que su vida no vale nada pero que la revolución, si es a costa de tanta sangre, no merece la pena y la única forma que conoce para cambiar el rumbo de los acontecimientos es derramando los leucocitos de Marat a quien culpa por aquello de tener la pluma cruenta.

Y como no podía ser de otra manera, ya descabezada la desdichada, comprobaron su virginidad porque no daban crédito de que ella por sí misma, fuera capaz de tales actos sin ayuda de un amante manipulador y cerebro del atentado. Y luego que por qué estamos hasta el papo.


Ingredientes para 4:
  • 1 puerro grande
  • 2-3 chalotas
  • 3 patatas medianas
  • más o menos 500ml. de caldo  (boubillon) de pollo o verduras
  • 150ml. de leche (si usas nata no hace falta)
  • 2 cdas. de crème fraîche, sauerrham, o crema agria (en su defecto, 150ml. de nata líquida) 
  • Sal y pimienta
  • algo de mantequilla para saltear 

Preparación:
  1. En una cacerola, pon un poco de mantequilla y rehoga el puerro y las chalotas. Añade las patatas cortadas en fino y riega con el caldo y la leche. Si vas a usar nata, no hace falta que le añadas leche.
  2. Una vez que la patata está tierna, lo trituras añadiendo la crème fraîche. Salpimienta a tu gusto.

Pasta con calabacín y jamón york

julio 10, 2024
propósito 
Del lat. proposĭtum.

1. m. Ánimo o intención de hacer o de no hacer algo.
2. m. Objetivo que se pretende conseguir.
3. m. Asunto, materia de que se trata.

Perdona que me ponga tan pesada, sé que llevo una racha requete intensa pero en un mundo con tanto ruido, rabia y dolor dedicar unos minutos al día para reflexionar parece casi un descanso de primeros auxilios para no enfermar con tanto roto. 

Y es que parece que estamos en este mundo por casualidad -y no digo que no- como si fuéramos un pequeño eslabón en la cadena de cosas superiores que no entendemos porque lo cierto es que no tenemos ni pajolera idea del porqué nacemos y morimos. ¿Somos un accidente de la creación?

Supongamos que dios existe: pues entonces somos uno más de sus juguetes. Las distintas religiones dicen que somos sus favoritos pero para ser francos, ningún dios se ha portado cariñoso y protector con la humanidad. Dioses rencorosos, celosos, déspotas... ¡menudo sindiós! y del dios monoteísta, el de las antiguas escrituras, eso ya es de psico thriller. Se estima que en tan trágico libro, dios se carga sin pestañear a casi tres millones de personas, y esto sin contar a las víctimas colaterales, los sin nadie a los que ni dios les dedicó una mirada cuando lo del diluvio, las plagas o los muchos que quemó o enterró vivos por castigos insignificantes o injustos. Y luego nos extrañan las atrocidades y genocidios cometidos en su nombre. Pero a ver, dicen que estamos hechos a su imagen y semejanza.

Ahora supongamos que dios no existe: es decir, que nacemos solos -por lo que sea- y carecemos de propósito alguno, sin objetivos previos, libres para ser o no, porque lo mismo optamos por vivir como zombis. O algo peor. Pero libres. 
Imagina: una copa fue creada para contener un líquido y una sartén para freír comida. Ellos sí que tienen un plan y no pueden aspirar a mucho más. Pertenecen a sus creadores. Pero nosotros no. Imagina qué peligro, una humanidad que tiene la libertad de ser responsable de sí misma con la capacidad de elegir si someternos a otros o no, si vivir con los ojos abiertos o cerraros. La píldora roja o azul de Matrix. 

  ... el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y después se define. […] El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. 
Jean Paul Sartre 

Quizá la libertad es esta falta de propósito prenatal y las metas que nos ponemos en la vida son las etiquetas que nos definen, como dice Sartre. Y quizá la libertad pura es la que conlleva la paz porque nadie queremos que nuestros hijos mueran desangrados en una cuneta o que reviente media tonelada de explosivos en un hospital infantil. No queremos dolor ni olor a escabechina. Si fuéramos libres, lo mismo renegaríamos de esos dioses crueles, caprichosos y vengativos que son el estandarte de los sedientos de poder, los ultranacionalistas que se creen por encima de los demás, superiores y herederos de la tierra a costa de barrer a los ninguneados. 

Si fuéramos libres, podríamos redefinir a dios y nunca a imagen y semejanza de los déspotas. Un dios de todos los colores, sexos y credos. No habría libros sagrados ni libros prohibidos pero sí nos instaría a reflexionar sobre el respeto que no requiere de simpatías ni guiños. Aspiraríamos a pensar más por nosotros mismos, a tener nuestros propios sueños y no los que nos venden los anuncios publicitarios. 

Pero esto es una quimera. Ningún poder real va a autoinmolarse a favor de un dios flojo y permisivo. Seguirán matándonos a su antojo y nos harán creer que lo hacen por nuestro bien, nuestros valores y nuestra propia existencia. Y de cada vez, caeremos en la trampa como si el mayor propósito de la humanidad sea tropezar siempre con la misma piedra.
Ingredientes (para 4 raciones)
  • 500gr. de pasta
  • 1-2 calabacines a tu gusto dependiendo del tamaño
  • 125gr. de jamón tipo york
  • medio vaso de vino blanco
  • ajo en polvo (o 2 dientes de ajo enteros que al final retirarás)
  • sal de especias
  • 3-4 cdas. de queso parmesano a tu gusto
  • algo de aceite de oliva
  • opcional: 3 cdas. de nata líquida para darle cremosidad al queso
  • algo de agua de la cocción de la pasta

Preparación:
  1. Cuece la pasta como siempre, en abundante agua salada hirviendo. 
  2. Mientras, en una sartén grande con algo de aceite de oliva, saltea los calabacines con piel, sin semillas y en trozos muy menudos. Añade el ajo en polvo y sal de especias a tu gusto.
  3. Añade el jamón cortado fino y el vino. Deja que reduzca un poco. Añade después el queso parmesano, la nata y un poco del agua de cocer la pasta.
  4. Por último, añade la pasta al dente y remueve con la salsa ya fuera del fuego.

Pastel de albaricoques con merengue o Marillenkuchen mit Baiserhäube

julio 06, 2024
estereotipo 
Del gr. στερεός stereós 'sólido' y τύπος týpos 'molde'.

1. m. Imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable.
2. m. Impr. Plancha utilizada en estereotipia.

Pues eso, que vivimos en un mundo super manido, sobado hasta el hartazgo y trillado hasta la caspa con eslóganes rapiditos y facilones para que todos  pillemos -lo que sea- a la primera y sin rechistar. Hay quien termina comprando que la Tierra es plana y quienes hacen una guerra santa a costa de la tortilla con cebolla o sin ella. Todo lleno de tópicos y de típicos. ¿Pero por qué? Pues por costumbre. 

Esto se ha hecho siempre. En la antigua Roma algunos emperadores, para darse más bola, encargaban a sus "historiadores" -así es como los conocemos hoy- que escribieran sobre ellos, sobre sus hazañas y las de sus antepasados. Las mentiras pastaban a sus anchas y a ver quién era el bueno que le llevaba la contraria a un emperador. 
Hoy, esas historias las estudiamos en la escuela como ciertas, mezclando muchas veces -o siempre- mitos y leyendas estereotipando tanto a los protagonistas, que los convertimos en héroes o villanos según convenga: desde El Cid a Teresa de Calcuta, pasando por cientos de personajes que nos los venden a granel para sentar cátedra y vendernos la moto -con sello eco, por supuesto- con el motor quemado y sin tubo de escape. Y así es como vemos el mundo, no a través de nuestros ojos sino de los fulanos que mueven los hilos. 

La Biblia, otro temazo. El levítico es un disparate por sí mismo al que no deberíamos darle credibilidad de ningún modo. De aquí es de dónde los más cerrados sacan eso de que la homosexualidad es una aberración, que las mujeres somos impuras por parir y menstruar así como otras lindezas... estoy recordando una película de Martin Sheen donde hacía de presi de los estates y le daba un repaso brutal a una estirada recordando que si tiramos de esa manta deberíamos también apedrear a los que siembran distintas semillas en un mismo campo -la menda sin ir más lejos, mi huerto es un tuti fruti del ocho- o quemar a tu madre por tejer con dos hilos diferentes o matar al que trabaje en Sabbat. Y aquí viene el cliché: los más obtusos afirman que los descreídos no sabemos leer ni interpretar estos textos y por el bien de la humanidad, deberíamos dejar de decir chorradas fuera de contexto porque para eso ya están ellos.
Y así es como nos han ido moldeando hasta hoy, todo acelerado con la llegada de la radio primero, de la tele después y más tarde con todo el boom de las requete pantallas para todos los gustos. Decía, que gracias al efecto tele-radiofónico nos han captado con mayor facilidad, con esos eslóganes subliminares a modo de "bebe coca-cola" y la información, que ahora vuela y en pocas horas queda caduca, nos tiene a todos el cuerpo y la mente saturados de modas, de cuotas, de cultura de la cancelación y la redefinición sistemática de lo políticamente correcto. Todo ello aceptado por la sociedad con carácter inmutable. 

Este pastel con frutas y un Häube de merengue es un clásico austro-germánico. El Imperio austriaco fue tan grande que dejó este Kuchen en herencia por toda Centroeuropa y con razón porque quien lo prueba se lo queda para siempre. Lo justo sería que lo tradujera con fidelidad: Pastel de albaricoques con gorra de merengue pero eso de por la gorra a mí como que no me convence, así que le he rebautizado como pastel con sombrero de merengue. 

Inicialmente, el bizcocho de este pastel era el mismo del pastel de grosella también con sombrero pero en mi afán de quitarle mantequilla a la masa ha quedado más ligera y por tanto la fruta se va al fondo. Tú elijes: con más mantequilla la fruta flota y con menos se hunde... eso sí, no lo sustituyas por aceite porque pierde la gracia además de ese toque europeo tan maravilloso.
Ingredientes:
  • entre 300-500gr. de albaricoques
  • 3 yemas de huevo XL
  • 100gr. de mantequilla blanda
  • ralladura de limón
  • 100gr. de azúcar
  • 150ml. de yogur o Sauerrham
  • un chupito de ron
  • 150gr. de harina
  • 50gr. de maicena
  • 1 cdta. de polvos de hornear

  • 3 claras de huevo
  • una pizca de sal
  • 200gr. de azúcar glas
  • 1 cda. de maicena

Preparación:
  1. Engrasa el molde y calienta el horno a 170ºC.
  2. Haz una crema suave  (con varillas eléctricas o procesador) con la mantequilla blanda, las yemas y la ralladura. Cuando esté esponjoso, añade el azúcar y el yogur (o Sauerrham). 
  3. A parte, mezcla el harina con la levadura en polvo y se lo añades a la crema. Vuelca la masa en el molde y coloca los albaricoques deshuesados y cortados en cuartos. Hornea el bizcocho unos 40minutos o hasta que está cuajado. Si ves que coge demasiado color, baja la temperatura. 
  4. Mientras levantamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal. Una vez montadas, añade el azúcar glas y la maicena poco a poco mientras bates hasta que quede bien tieso. 
  5. Cuando el bizcocho esté casi cuajado, cubre con el merengue y pon el grill un poquito (2 o 3 minutos dependiendo del horno y muy suave que se quema con mirarlo). Lo justo para que coja color dorado el merengue.

Torta de nata

junio 23, 2024
Un agujero de gusano, según la física cuántica, es un portal que dura poquísimo, poquísimo tiempo abierto pero lo suficiente para hacerle un lío supino al tiempo y al espacio. Así, en plan resumido, se dice que une dos aguajeros negros en el espacio. ¿Y por qué en el espacio y no en nuestro planeta? ¿Por qué todas las cosas emocionantes tienen que pasar a años luz? Porque a ver, si esto es un desmadre espacio-temporal bien podría darse, teoréticamente, en cualquier parte y como nosotros somos parte activa de la ecuación, pues casi que no es descabellado pensar que ocurran cosas

Pues el viernes por la tarde nos ocurrió una de esas cosas. Estábamos tan tranquilos, daba comienzo el partido de Austria contra Polonia y yo estaba trasteando con algo. No sé si alguna vez lo he contado, pero en la sala de estar tenemos una ventana indiscreta que casi todo lo ve. Se puede controlar quien entra y sale del barrio de Judendorf y del de Seegraben además de tener una amplia vista del camino a la estación. Pues imagina en todos estos años la de cosas que hemos visto. 

Y a pesar de estar curada de espanto, a la que entro en la salita y abro las dos hojas de la ventana porque teníamos un caloret del ocho, espeso a rabiar que no dejaba respirar y el cielo mientras anunciando tormentón mayúsculo; decía, a la que abro veo a un granjero de montaña -de los que también cuidan el bosque, vigilan los árboles que enferman, los que se deben talar y los que hay que plantar- completamente desorientado, de un lado a otro del puente de Seegraben sin saber el hombre hacía donde tirar.

De una edad completamente indefinible entre 80 y 150 años, el hombre tenía la espalda completamente horizontal sobre su cuerpo, las piernas encorvadas en semicírculos casi perfectos y un rostro prácticamente oculto bajo su sombrero de fieltro gris. Vestía a la antigua, con el pantalón de peto en ante bien curtido y la chaqueta de lana verde que bien podía salir de una granja de hace 20 años o 200. 
Le vi y me generó ansiedad. Algo le pasa a ese hombre, le dije a Gü. Miró y estuvo de acuerdo. Había intentado parar a dos coches que no le hicieron ni caso. Iba de un lado para otro, a grandes zancadas pero indeciso. Podría estar borracho. O no. En cualquier caso era inquietante y tenía pinta de necesitar ayuda. Le pedimos a Lucas que fuera a preguntarle.

Y como si nos hubiera leído los labios, aunque no nos podía ver, se encamino hacía nuestro Hof. Lucas no le entendía ni papa. Salió Günter y tampoco. Lo dicho, ni papa. No era un defecto en el habla, sino un dialecto tan cerrado que no había manera de pillar ni media. El abuelo paterno de Günter era así, solo le entendía la abuela. Y por los gestos que hacía y tras creer escuchar una especie de "toilette" llegamos a la conclusión que necesitaba ir al baño.

Llevaba un enorme reloj de aparador entre las manos, rugosas y enormes como muñones, con algún dedo descacharrado dando testimonio mudo de toda una vida dura en las montañas. El reloj había sido un regalo, parece ser. Le invitamos a ir al baño y después a un vaso de agua fresca. Se vino arriba y le preguntó a Gunter si le podía llevar en coche. No se entendía a dónde pero Günter le dijo que casi que no, que no podía.

Me quedé un poco pillada: "hombre, ¿por qué no le has llevado?", "¿estás loca, pero tú le has olido?" me dijo. Y no, no le había olido pero cuando me acerqué a la entrada y sentí ese rastro a granja arcaica, a vacas añejas maceradas en el calorazo del día casi me caigo de espaldas. Y según salió de nuestro patio se acercó al semáforo y fuimos testigos de como un buen parroquiano se lo subió al coche. "A ver ahora como le quita al asiento la peste a establo" dijo Günter. "A ver" le dije yo. 

Una vez más,  hoy es domingo de reto, de Homenajeblog donde cada mes nos colamos en cocinas ajenas y homenajeamos al anfitrión cocinado alguna de sus recetas. Este mes el turno es para Patricia de Patyco un blog que apenas conocía pero que tiene un montón de recetas, sobre todo dulces pero todas estupendas. Llevaba mucho tiempo detrás de hacer esta torta de nata de Vigo que tuve el gusto de probar hace siglos. Se trata de una torta con agujeros que de cósmicos tienen poco. Se hacen para poder rellenar su miga con una crema de nata cocida que está para morirse en el acto y resucitar inmediatamente solo para darle un mordisco más. 


Ingredientes para la torta (14-26cm de diámetro):
  • 300gr. harina repostera (necesité un poco más)
  • 1 sobre de levadura de pan
  • 1 huevo
  • 45gr. de azúcar
  • 125ml. de leche
  • 45gr. de mantequilla a temperatura ambiente
  • una pizca de sal
  • vainilla o azúcar avainillado
  • azúcar glas para espolvorear

Para la crema:
  • 300ml. nata para montar 35%
  • 75gr. de azúcar

Preparación:
  1. Mezcla en un bol los ingredientes secos. Con ayuda de unas varillas eléctricas o amasadora, mezcla éstos con la leche. Deja que repose unos 5 minutos, añade la mantequilla y vuelve a amasar hasta que la masa se reúne bien y queda lisa.  Si ves que está demasiado pegajosa e intratable, añade un poco más de harina porque cada cual absorbe a su manera. Pero recuerda, que es una masa que tiene que quedar pegajosa al tacto. Deja que leve 2 horas.
  2. Aprovecha y haz la crema de nata. En una cacerola a fuego medio lleva la nata con el azúcar a ebullición moviendo casi constantemente. Tienes que lograr que la nata se reduzca para que espese. Me llevó unos 20-minutos y al enfriar la crema de nata espesó. La textura era parecida a la leche condensada.
  3. Una vez levada la masa, haces una torta redonda. Puedes ayudarte con un rodillo o simplemente con las manos (te las engrasar un poco y verás que fácil) Con rodillo quedará a la vista más bonita e uniforme. Con los dedos, la torta quedará más esponjosa pero más rústica. Deja que leve de nuevo 20min. Mientras, precalienta el horno a 190ºC (200ºC dependiendo del horno).
  4. Justo antes de meterlo al horno, haz los agujeritos. Puedes ayudarte con el palo de una cuchara de madera o con los dedos. Hornea unos 15 minutos (dependerá del horno). No debe quedar tostada, sino más bien blanquita.
  5. Una vez fuera del horno, aún caliente, le añades la crema por encima. Si se cerraron los agujeros en horno, los puedes volver a marcar. Así la crema rellena los agujeros dejando una torta jugosa y cremosa por dentro. Deja que enfríe por completo y termina con un poco de azúcar glas por encima.

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