knäckebrot

pejiguero, ra
La forma f., del lat. mod. persicaria 'duraznillo', por alus. a su sabor picante, y este der. del lat. persĭcus 'albérchigo'.

adj. coloq. Fastidioso, latoso o excesivamente exigente.
f. coloq. Cosa que, sin aportar gran provecho, acarrea problemas y dificultades.
He oído por ahí que la empatía es como la inteligencia: al que le falta no se entera. Qué cierto. Pero para ser justos, hay que reconocer que no nos enteramos de la misa ni la media porque tiene tela lo cuadriculados que somos para nuestras cosas. Nos sobrevaloramos casi siempre y somos super pejigueros con lo ajeno.

Venga, vamos a darle una vuelta: la empatía es el meollo de la inteligencia emocional que a diferencia de la racional, implica casi por obligación ser consecuente, no; mejor dicho, ser responsable de cuidar las  emociones no solo propias sino también las ajenas. En teoría. Si quieres ser buena gente, claro. El cobarde-egoísta hace que no se entera y tira del "Ah, yo qué sabía". Y el hipócrita, tira de los hilos de la razón -su razón- para mantenerse en escena con cara de no haber roto un plato. 

Porque esto de la empatía tiene una visión muy retorcida y voy a ver si me explico: imagina una persona más o menos inteligente racionalmente y con un sentido empático extraordinario capaz de que le vibre el radar al menor signo de sensibilidad ajena. Pero le pinchas y no sangra. Y esta habilidad la usa para manipular a los demás en su propio favor ya sea para venderte enciclopedias que no puedes pagar o para intoxicar su entorno con patrones de conducta agresivo pasivos o algo peor.
Y es que la gente empática puede ser muy pero que muy chunga y ser inteligente -racional o emocional- no implica bondad, altruismo o compasión. Ojito con los lobos vestidos de seres empáticos y de luz. Suelen esconder egos más grandes que su mejor perol.

Pero luego ahí tienes al pejiguero común -el hispánico es un ejemplar único- que tiende de puro sin querer a la flojera quisquillosa, que no se calla ni debajo del agua pero que por muy latoso que sea, cuando tiene que ser generoso y empático es el primero en demostrar que ahí están su bemoles para quien los necesite. Sin notables habilidades sociales muchas veces, al pejiguero a antipático social no hay quien le gane pero ahí está; desprendido y desapegado de lo propio, adaptándose a situaciones difíciles y ayudando al compadre con lo que haga falta y más. Y en cuanto alguien le da cuartelillo, zás, vuelve a ser el pejiguero de siempre. Sin remedio.

Y este pan plano puede parecer pejiguero ante una chisporroteante y esponjosa baguete pero nada más lejos: crujiente, cargaito de cosas buenas para el cuerpo y fibra para parar un tren. Lo he hecho de espelta pero tradicionalmente se hace de centeno aunque lo importante es que no sacrifiques hacerlo con harina integral. Y si te animas a preparar este Knäckebrot, te reto a ver si consigues que llegue al desayuno. Si lo logras, dime tu secreto porque yo no he sido capaz.
Ingredientes:

  • 60gr. de copos de avena
  • 100gr. de semillas variadas a tu gusto
  • 80-100gr. de harina integral (espelta o centeno)
  • 150ml. de agua
  • 1 cda. de aceite de oliva
  • 1 cdta. rasa de sal
  • 1 pizca de polvos de hornear

Nota sobre la cantidad de harina:
  • Ni las semillas, la avena ni la harina absorben por igual así que es posible que si usas 80gr. de harina, la masa te vaya a pedir algo más. Lo importante es respetar el descanso de unos 15 minutos para dar tiempo a que se asiente la consistencia que aunque tiene que quedar muy hidratada y maleable, no debe tener aspecto "encharcado".

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 200ºC.
  2. En un bol, mezcla todos los ingredientes. Deja que repose 15 minutos. Rectificar de harina si hiciera falta.
  3. En la placa de horno y sobre una lámina de papel de hornear, extiende la masa dejando que quede lo más finito posible, Te puedes ayudar de una cuchara o espátula.
  4. Hornea unos 10 minutos. Sacas la placa y con cuidado de no quemarte, corta la masa en cuadraditos del tamaño que más te apetezca (yo lo dividí en 12 piezas). Vuelves a meterlo al horno hasta que veas que coge un color dorado. 

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