Gratinado de calabacín y patata

Voy a contarte una historia increíble que bien podría ser el argumento de una serie de Netflix pero como que no, te aseguro que es verdad, toda la verdad y mientras no se demuestre lo contrario, será nada más que la verdad. Pues eso, agárrame el gazpacho porque aquí hay mucho tomate:

Hace unos años los servicios de inteligencia rusos -los mismos que en las pelis nos los pintan como la crema de la crema y el no-va-más del espionaje- montaban un pasado creíble para uno de sus agentes encubiertos. Necesitaban documentos para una tal María Adela Kuhfeldt Rivera, de madre peruana y nacida en Callao. Solicitan a través de un abogado, un pasaporte para una paisana nacida en Perú pero criada en Rusia y las autoridades dicen que muy bonito todo pero que aporten algún dato que ayude a situar a María Adelita en Callao. Dicho y hecho: una partida de nacimiento y otra de bautismo de la parroquia de Cristo Libertador. Cachis, que contratiempo: la iglesia no existía en ese momento porque se construyó nueve años después. Ups.

Por lo que sea -por pura desidia o para no cabrear al jefe- siguen adelante con la chapucera identidad de María Adela. Crean un pasaporte ruso a su nombre y el operador de turno, posiblemente estresado y/o con el cerebro apagado, emite una serie de pasaportes falsos consecutivos y el de nuestra espía es correlativo al de otros dos piezas que se dedicaron a ir envenenado peña por Europa. The Insider y Bellingcat descubrieron el berenjenal e inmediatamente María Adela se esfuma. Aquí se dan cuenta que aún les queda mucho tomate por pelar y junto con Der Spiegel y La Repubblica, trabajan para destapar a la espía que también surgió del frío:

Una atractiva treintañera viaja por Europa haciendo algún que otro postgrado con una triste vida detrás: papá alemán que desaparece a lo Houdini, mamá peruana soltera que tiene una bebita con la que decide viajar a las olimpiadas de Moscú del 80 como participante. Se hace amiga de un matrimonio que, tras recibir un mensaje urgente por el que debe regresar a Perú, pide que le cuiden a la nena hasta su regreso. No volvió. Viviendo con estos padres adoptivos, recibe malos tratos y abusos sexuales. Huye, se busca la vida y por estas circunstancias tiene claro que nunca volverá a vivir en Rusia. 

Estudia gemología, se va a Paris y en tiempo récord monta su propia marca de joyería. El dinero para llevar la vida que lleva tampoco se sabe de donde sale. Regresa a Italia, conoce a un medio ruso y medio ecuatoriano -vaya, de nuevo el patrón que usan para los infiltrados- viajan a Rusia, regresan, él vuelve solo a Moscú y muere oficialmente de una doble neumonía. Ella regresa a la madre patria al mes de su muerte, ¿a qué? a saber. Lo único claro es que mucho viaje se marca para no querer volver a Rusia... en fin, que regresa a Italia, se establece en Nápoles y abre de nuevo una joyería con sus diseños; o casi, que las joyas que vendía como exclusivas se pueden comprar en una web china al por mayor.

Pero ella a lo suyo y se lo monta a lo grande: hace un montón de vida social, gasta un pastizal en fiestas, conoce a muchísima gente y anda siempre enredada en aventuras amorosas que lamenta ante sus amistades porque no tiene suerte con sus conquistas. Mapa de situación: Nápoles alberga la sede del Mando de la Fuerza Conjunta de la OTAN y de la sexta flota estadounidense. Todo su círculo personal -social y sentimental- se centra en empleados y mandos de la OTAN. El dinero sigue rodando por arte de magia y sus constantes viajes a Rusia no tienen justificación. Llega a decir que va a visitar a su padre... pero perdona ¿no era alemán y está desaparecido?

Aún así, sigue adelante con todo este paripé hasta que The Insider y Bellingcat dejan su tapadera al descubierto. Es llamada para que regrese urgentemente a Moscú y lo hace a la francesa, con su gato y poco más. Nadie sabe nada. Unos meses después, publica en redes una barroca historia contando que desapareció porque tenía cáncer y bla, bla, bla. A esas alturas ya no es creíble, este equipo de investigación ya tenía su falsa identidad desmontada y solo les quedaba demostrar la verdadera identidad de Adela. 

Se llama Olga Kolobova y vive a lo grande en Moscú. No se sabe a ciencia cierta cuánto éxito obtuvo en su misión pero parece que Putin nunca ha tenido a ningún otro espía tan cerca del mando de la OTAN y durante tanto tiempo.

Esta historia no es el resultado de las investigaciones del contraespionaje sino de reporteros de 4 medios que están sacando los colores a todo este mundillo del espionaje chapuzas a domicilio. Ellos son: The Insider, Bellingcat, Der Spiegel y La Repubblica.



Ingredientes:
  • 2-3 patatas
  • 1-2 tomates
  • 150gr. de jamón de york
  • queso tipo mozzarella
  • 2-3 calabacines
  • un chupito de vino blanco
  • 100ml. de nata liquida
  • Sal de especias
  • 2 cdas. de pan rallado
  • un poco de mantequilla

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 200ºC.
  2. Pela las patatas en rodajas y las colocas en la fuente. Haz lo mismo con los tomates.
  3. Pones un poquito de queso por encima y luego el jamón. Terminas cubriendo con las rodajas de calabacín hasta que cubra toda la fuente.
  4. Añade la nata líquida, el vino, salas la superficie y añades el pan rallado por encima. Pon unos pegotitos de mantequilla y hornea.
  5. Cuando el calabacín coja color (unos 45minutos) pon por encima un poco más que queso y deja que se termine de dorar. Listo.

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