Pastel de manzana cremoso con costra

Pues la cosa es que ando estos días leyendo El problema final de Pérez Reverte -el de Conan Doyle donde Holmes termina muriendo en las Cataratas de Reichenbach peleando con Moriarty ya lo leí hace unos años- y lo estoy disfrutando de lo lindo porque, sin destripar nada, puedo decir que el protagonista es un actor retirado famoso por interpretar a Sherlock y que se ve envuelto en un crimen en una pequeña isla griega perdida -e inventada- en medio del mar Jónico. 

Como buena fan de Conan Doyle y Agatha Christie -me inicié en la lectura con uno de sus libros y no paré hasta fundirme la colección entera, una edición de bolsillo que se vendía en los quioscos de prensa- decía, que como buena fan, El problema final de Reverte me desafía como lectora haciéndome creer mediante sus muchos guiños, que el libro pretende homenajear a Holmes, Miss Marple o a Poirot y me siento irremediablemente confiada en pensar que me voy a encontrar con un Moriarty entre los turistas del pequeño hotel o algo peor. O no, que lo mismo es todo un truco entre realidad y ficción, ficción entre la realidad de la ficción o ficción ficción y tonto el que no corra.
En este género, el qué y el quién son lo menos relevante en la historia. A veces lo cazas casi al principio pero el verdadero reto es el cómo y el porqué. Ahí es donde cualquier pequeño detalle cuenta, nada se debe pasar por alto porque a diferencia de muchas novelas actuales -que hacen el truco del almendruco omitiendo hasta el final los hechos claves para entender el crimen- las de Doyle y Christie te van dejando un reguero de miguitas hasta poder descifrar los motivos, las casualidades y los entresijos más allá de los hechos. 

Y si esto es posible, es gracias a que sus protagonistas son unos cotillas y entrometidos de mucho cuidado y eso despierta en nosotros, los lectores, un morbo indescriptible al sentir que es nuestro deber dar un repaso de arriba a abajo a todos los secretillos y debilidades de los sospechosos. Porque todos, cuando nos miran con lupa, tenemos guarrería que ocultar. Menos el lector, que piensa que está por encima de la lente de aumento y el autor, que actúa de mensajero con aire a lo "yo solo pasaba por aquí" pero que es la mano que mueve los hilos. Y el crimen.

Pero como te decía, estoy al principio de la novela. Ya hay fiambre pero aún no saben si es un asesinato o un suicidio. Hay un personaje que tiene una cicatriz y un pequeño comentario, tal vez inocente, me ha puesto en guardia. No tenía ni idea de esa practica y encima es real. Te la contaré más adelante si puedo. De momento me debo a la discreción no vaya a ser que la lie parda de puro sin querer.

Esta receta de hoy va de manzanas y no va a ser la última. Estamos en tiempo de recoger y me entran manzanas en casa por oleadas. Cuántas cosas ricas están saliendo de mi cocina y se merecen que hablemos de ellas. Seguiré manzaneando. Prometido.

Ingredientes para un molde de 22cm:
  • 80gr. de harina
  • 80gr. de azúcar
  • opcional: una pizca de sal
  • vainilla
  • 1 cdta. de polvos de hornear
  • 2 huevos
  • 80ml. de leche
  • 2 cdas. de aceite suave
  • 4 manzanas (más o menos 1 kilo)

Ingredientes para un molde de 24cm:
  • 100gr. de harina
  • 100gr. de azúcar
  • opcional: una pizca de sal
  • vainilla
  • 1 cdta. de polvos de hornear
  • 3 huevos
  • 80ml. de leche
  • 2 cdas. de aceite suave
  • 4 manzanas (más o menos 1 kilo)

Para la costra:
  • 50gr. de azúcar
  • 40gr. de mantequilla derretida
  • 1 huevo

Preparación:
  1. Pela y corta las manzanas en láminas. Mientras calientas el horno a 170ºC.
  2. En un bol, bate el harina, el azúcar, la vainilla, los polvos, los huevos, la leche y el aceite. Añade una pizca de sal si quieres. 
  3. Sobre el molde (o engrasado o con papel de hornear mojado) coloca las láminas de manzana y cubre con la masa. Hornea unos 25-30 min (dependiendo del horno).
  4. Mientras, hacemos la costra: bate el azúcar y el huevo hasta que tengas una masa muy cremosa. Añade la mantequilla y sigue batiendo.
  5. Una vez pasado el tiempo, sacas el molde del horno y le añades por encima esta crema que deberás hornear de nuevo unos 20-25 minutos más hasta que veas que coge color dorado. Si cogiese el color demasiado rápido sin notar que se hace la costra, baja la temperatura del horno y prologa el tiempo de horno. Deja enfriar por completo. Puedes servir con un poco de azúcar glas por encima.

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