Gnocchi con calabacín y espinacas

septiembre 17, 2025
Jan Erik Olsson es un tipo simpático que sabe -o sabía- empatizar fenomenal con el personal. Un mes de agosto de hace 40 años tuvo la mala idea de meterse en un banco a robar y la cosa se torció. La policía le acorraló y él se quedó con unos rehenes por aquello de tener alguna carta que jugar. Como la situación le superaba, se acordó de un colega de presidio -Clark Olofsson- al que admiraba mucho por lo listo que era y pidió que le sacaran de la cárcel y le llevaran al banco a ver si él sabía como salir de aquel embrollo.

Esto pasó en Suecia, en la sucursal del Kreditbank en Norrmalmstorg. Olsson había entrado armado y con explosivos en su afán de intimidar y así largarse de rositas con un buen fajo de pasta. La policía, por su parte, estaba convencida que iba a resolver el embrollo en un periquete pero nada más lejos; no tenían experiencia ninguna con este tipo de situaciones y fueron de cagada en cagada  mientras los medios de comunicación, por primera vez en su historia, retransmitían en directo un secuestro como si se tratara de una película de Hollywood. Y el espectáculo duró seis días. Seis.
Jan cada vez estaba más convencido que iban a morir todos ahí dentro. El trato con sus rehenes era cercano y amigable -jugaban a las cartas y al cinco en raya para matar el tiempo- y así fue como los rehenes empezaron a ayudarle para terminar pacíficamente con la situación. 

Una de las rehenes, Kristin Enmark, se encargó de mover ficha y pidió a la policía hablar con el Primer Ministro de Suecia, Olof Palmme. Le expresó el temor que sentían de ser abatidos todos ellos por las autoridades y le suplicó una y otra vez que aceptaran las condiciones de Olsson, es decir, dejarle escapar del banco con dos de los rehenes y un coche. Palmme insistió una y otra vez que era imposible. Que la única forma de salir indemnes era que Jan se entregase y en un momento dado, posiblemente ya perdiendo un poquito el norte en la conversación mientras Kristin insistía una y otra vez en verbalizar su miedo a morir en manos de la policía, le dijo algo como que si la cosa se desmadraba pues hala, sea valiente y muera en su puesto... o algo así. 

Y claro, Kristin, una joven de veinitipocos y a la vista decidida y con su carácter, mandó al Primer Ministro al carajo. Esto dio pie a que la policía construyera su relato -tapando sus chapuzas- asegurando que los rehenes, al colaborar con su secuestrador, estaban saboteando los intentos de rescate. Y nada más lejos. Temían por sus vidas y cuando por fin el banco fue gaseado, decidieron que Jan debía salir primero porque lo mismo, al salir ellos, le matarían sin darle tiempo a rendirse.
Y así, seis días y medio después del atraco fallido, la policía paseó a Olsson por la calle ante la multitud y las cámaras para que quedara claro quienes habían ganado la partida. Contaron la historia de aquella manera y los rehenes, las víctimas, pasaron a estar en tela de juicio y fueron acosados constantemente por haber colaborado con su captor. Ellos, por su parte, criticaban a la policía por haberlos puesto en peligro y con Kristin Enmark fueron especialmente desagradables por aquello de haber mandado al pairo al Primer Ministro. 

Uno de los asesores de la policía, el psiquiatra Nils Bejerot, vendió a los medios un síndrome que se acababa de inventar sobre la marcha y a costa de Kristin: el síndrome de Estocolmo. El tipo hizo caja durante años, analizando y juzgando el comportamiento de la joven sin haber hablado jamás con ella. Jamás. Las declaraciones de todos los rehenes fueron manipuladas en el juicio de Olsson y en las grabaciones de Kristin con Olof Palmme curiosamente habían desaparecido como unos 20 minutos de la conversación donde el Primer Ministro quedaba en evidencia.

El síndrome de Estocolmo, lo que nos enseña, es a comprobar lo fácil que es desde el poder, controlar cualquier relato y hacer pasar a las víctimas por locas, o lo que sea, porque a veces parece que todo vale; y por otra parte, demuestra también lo sencillo que es crear un síndrome sin tener criterios de diagnóstico ninguno y que nadie defienda a las víctimas como se merecen sin subterfugios que las hacen más daño del necesario.
Ingredientes:

  • 400-500gr. de gnocchi
  • 1 calabacín pequeño-mediano
  • 200gr. de espinacas
  • 2 cdas. de queso crema
  • 200ml. de leche
  • 2 lochas de queso fundido
  • parmesano a tu gusto
  • Algo de aceite de oliva
  • sal y pimienta

Preparación:
  1. En una sartén con un poco de aceite, saltea el calabacín sin pepitas y en trocitos menudos (con su piel). Añade los gnocchi y después las espinacas.
  2. Añade el queso crema, la leche y las lonchas de queso fundido. Remueve hasta ligarlo bien a fuego medio.
  3. Apaga el fuego, añade parmesano a tu gusto, salpimienta y sirve rápido.

Puré de alubias y champis

septiembre 13, 2025
Vivimos en un tiempo privilegiado para el conocimiento y el saber. De hecho, todos llevamos encima teléfonos móviles que a tan solo un click, tenemos acceso a la enciclopedia más grande de la historia, así, en un instante, en cualquier momento y lugar; una biblioteca políglota, en cualquier idioma, que  puedes traducir lo que sea , acceder inmediatamente y de forma gratuita. Sin esfuerzo. ¿Te imaginas la cara de los eruditos de la mítica Biblioteca de Alejandría si fuera posible viajar en el tiempo y enseñarles Google? 

Nunca antes se había investigado tanto ni descubierto tanto. Tantos y tantos avances que se han acelerado gracias al acceso rápido del conocimiento. Tanta cosa buena a nuestro alcance pero la ignorancia, paradójicamente en aquellos que más cerca tienen la educación y el conocimiento, aumenta cada día más y más... tierraplanistas, creacionistas afirmando que Adán y Eva se criaron entre dinosaurios, los que niegan el Holocausto o el cambio climático o...

O lo que sea, porque parece que todo vale. ¿Y cómo hemos llegado a ésto? Yo no lo sé pero se está hablando mucho de la industria de la ignorancia, algo que puede parecer absurdo pero que de hecho es una actividad muy lucrativa. Solo hay que ver la marabunta de influencers  que no sabemos de dónde han salido ni cuales son sus méritos pero cada vez que abren la boca, no se habla de otra cosa y no solo por los mentideros sino también en medios de comunicación supuestamente serios y con criterio.
Y es que, el mismo fenómeno que nos ha acercado el conocimiento y la ciencia, es el que ha permitido deformar la información de tal manera y con tanta eficacia que las generaciones que vienen, ya criadas prácticamente al 100% con medios online, no saben discernir lo que es cierto y lo que no. Tal es el embrollo, que ahora hasta se discuten cosas que dábamos por asentadas como eso de que "hay muchas realidades, tantas como personas" algo absurdo porque la realidad solo se fundamenta en hechos, que por supuesto deben -o deberían- ser verificados siempre pero que no están abiertos a interpretación ni sesgo ni salidas de contexto. 

Si la noticia es que en un accidente han muerto diez personas no puedes decir que han muerto en parte diez personas porque o han fallecido o no. Tal vez nos gustaría pensar que no han muerto, incluso alguien de mucha fe puede estar convencido que van a volver a la vida o por interés, alguien afirma que son cinco... pero la realidad, pese a las mentiras y demás pamplinas es como es.

Otra cosa son las opiniones, las diferentes verdades ahora sí que sí, que pueden ser tantas como individuos hay en el mundo porque cada uno tenemos unos conocimientos y experiencias distintas, y también es diferente nuestra manera de razonar o contextualizar los hechos. Pero son puntos de vista, jamás realidades. Si bien en filosofía se abraza el concepto de que si juntamos todas las visiones individuales del planeta, podríamos obtener la verdad absoluta, el concepto hace aguas porque es muy fácil de manipular promoviendo mentiras -o negando verdades- viciando o corrompiendo los hechos. 
Tengo una sensación constante de que todo se manipula y se saca sin pudor de contexto, en discursos cortos -lo que dura un video de tiktok- para que sean fáciles de aprender y de repetir. Y como ya está en internet, se considera información fiable y lo peor de todo: información verificada y demostrable sin importar la burrada que abandere. Esto ha pasado con el rollo antivacunas, y solo hay que ver cuantísimas vidas se salvaron el siglo pasado gracias a los programas de vacunación y ahora, los más privilegiados, por aquello de querer sobresalir del resto de mortales, se han montado sus cuatro necedades que a sus ojos, les hace ser más listos que los demás. 

Pero como te decía, la industria de la ignorancia cada día extiende más sus tentáculos y ya son miles las fábricas de ignorancia que se extienden por toda la red y que gracias a los logaritmos, por lo que sea, obtienen muchísima presencia y persistencia porque ya lo dijo Joseph Goebbels, el jefe de propaganda nazi: repite mil veces una mentira que se convertirá en verdad. Y si la mentira se convierte en el monopolio de la información, nos quedamos sin salida. Y para que seamos más dóciles, se nos anestesia el pasado, la historia, para que olvidemos quiénes somos y de dónde venimos; y así, desnudos de conocimiento y sin armas para protegerlo, volveremos a la Edad Media, a la esclavitud social, a un mundo de necios arrogantes y miserables ignorantes que para sobrevivir tendrán que despojarse de su dignidad. 
Ingredientes:
  • 1 cebolla
  • 1/2 puerro
  • 2 dientes de ajo
  • 400-500gr. de champiñones
  • 1 bote de alubias cocidas
  • hierbas aromáticas a tu gusto (yo puse tomillo, romero y salvia)
  • caldo de verduras para cubrir el guiso
  • queso a tu gusto (manchego, parmesano o uno de la tierra)
  • sal y pimienta
  • aceite de oliva virgen

Preparación:
  1. En una cacerola con un poquito de aceite de oliva, pocha la cebolla, el ajo y el puerro portado sin mucho remilgo. Añade los champiñones cortados en cuatro, las alubias directamente del tarro, las hierbas y un poco de caldo de verduras hasta que cubra ligeramente.
  2. Cuece 10 minutos a fuego lento. Retira las ramitas de las hierbas. 
  3. Tritúralo con la trituradora eléctrica o en batidora. Añade antes el queso a tu gusto. Rectifica de sal y pimienta. Puedes servirlo con un chorrito de aceite de oliva virgen y unos champiñones laminados a la plancha.


Plumcake salado con espinacas, queso y más

septiembre 10, 2025
El psicólogo social Philip Zimbardo, allá por 1969, hizo un experimento en la ciudad de Nueva York. Abandonó dos coche iguales en dos barrios distintos; uno en el Bronx, un barrio pobre, marginal y conflictivo, y el otro en Palo Alto, una zona adinerada y tranquila de la ciudad. A las pocas horas el coche abandonado en el Bronx fue vandalizado y el de Palo Alto no. Hasta aquí podría parecer que la pobreza genera violencia y destrucción pero el experimento fue a más: rompió una ventana del coche de Palo Alto y a los pocos días el coche sufrió el mismo vandalaje que el abandonado en el Bronx.

Esta teoría se llamó la de los cristales rotos donde el abandono y la dejadez, el desorden en general, envía a la gente un mensaje de todo vale, no importa romper lo que ya está roto, olvidado o desastroso... es como la marca que antecede al caos.

En una casa, pasa igual: todo está revuelto y los habitantes dejan de limpiar, de ordenar, de colocar las cosas en su sitio; hoy se rompe una lamparita y se va posponiendo el reponerla; luego es un espejo, o la pata de una silla... y todo se va acumulando de forma que el descontrol es tan grande, que ya no hay quien lo maneje. Llegan las broncas, el malestar, las desavenencias y todos quieren huir de semejante pocilga.
El caso es que unos años más tarde, J. Wilson y G. Kelling -más psicólogos- hicieron popular esta teoría también en Nueva York- cuando la aplicaron a la criminología. Sostenían que los delitos pequeños legitimaban a los más grandes y el alcalde de entonces, se vino arriba y decidió aplicar mano dura para controlar la violencia que imperaba en la ciudad. Comenzó por el metro, limpiando grafitis y deteniendo grafiteros, saneando y arreglando las instalaciones y deteniendo a los vándalos, a los que se colaban y desalojó a los muchísimos borrachos y drogadictos que se paseaban por las estaciones como Pedro por su casa. Y lo consiguió. El metro resultó ser un medio de transporte seguro y aunque su política de "tolerancia cero" fue muy criticada por sus métodos, lo cierto es que logró reducir la delincuencia drásticamente.

Esta teoría de los cristales rotos, es aplicable a cualquier situación. Un día dejas de pintarte, luego descuidas tu vestuario, tu aseo personal y terminas con tu autoestima por los suelos y con una apatía emocional brutal. Pasa en las empresas tóxicas, cuando se consiente hablar mal de un empleado y luego terminan todos haciéndole bullying excluyéndole del grupi que va a tomar café y casi siempre, destrozando su reputación.

En fin, pasa en muchos ámbitos porque si dejamos que se rompan los valores sociales, la buena educación y las conductas sanas, si dejamos que se pisotee el honor de las personas, su dignidad nos vamos a encontrar con lo que ya estamos viendo en USA con las políticas de Trump, el cristal roto americano, que no solo expulsa a todos los inmigrantes honrados que viven en su país, sino que sus esbirros, expulsan a los padres y dejan a los hijos solos en el país. Y por más que estos padres están pidiendo "devuélvannos a nuestros hijos" el muy malnacido está haciendo oídos sordos. Y ojo que vienen otros como él detrás rompiendo cristales.
Ingredientes: (inspirada en está de aquí)
  • 1 paquete de espinacas baby (+- 125gr.)
  • 300gr, de harina sin refinar (con su cáscara y germen)
  • 1 sobre de polvos de hornear
  • 2-3 huevos (dependiendo del tamaño)
  • 1 cdta. rasa de sal
  • 100ml. de leche
  • 100ml. de aceite de oliva
  • queso scamorza (o manchego) a tu gusto
  • queso parmesano a tu gusto
  • 3 tomates secos en aceite (escurridos)
  • opcional: unas semillas para decorar

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC (160-170ºC si de aire)
  2. Pon en una sartén a fuego lento las espinacas (tapadas) y deja que suden un par de minutos. Puedes hacerlo también en el microondas (30seg. o 1 minuto). Reserva
  3. En un bol, pon la harina, los polvos, los huevos, la sal, la leche y el aceite, y forma una mas homogénea. Liga a esta masa el queso rallado o picado, el tomate en trocitos y las espinacas. 
  4. Pasa la masa a un molde de plumcake previamente engrasado. Puedes guardar un poquito de las espinacas para poner por encima y que quede más bonito. Esparce unas semillas a tu gusto por encima y hornea hasta que veas que tiene un color dorado y veas que la superficie está dura y cuajada. Puedes comerlo templado o frío.

Muffins de choco y arándanos sin harina y menos grasa

septiembre 07, 2025
sinceridad
Del lat. sincerĭtas, -ātis, der. de sincērus 'intacto, puro', 'sincero'.
f. Sencillez, veracidad, modo de expresarse o de comportarse libre de fingimiento.
Hoy traigo un mensaje para aquellas personas que se tienen por gente sincera, directa y sin dobleces que para demostrarlo sueltan cualquier abrupto, opinión o crítica no solicitada. Se abanderan bajo el estandarte de la sinceridad y sueltan cualquier burrada sin medir las consecuencias; porque sí, queridos, éstas cosas tienen repercusión en los demás y por eso es necesario aprender a hablar con filtros porque aunque os cueste entenderlo, los filtros no son mentiras. Es importante ser cauto con los sentimientos, ideas o coyunturas ajenas porque ir por el mundo fastidiando a cualquier hijo de vecino con tu aura de sinceridad es una completa mimi que creo poder desmontar en un par de párrafos. 
La franqueza y la espontaneidad no implican decir cualquier cosa que te venga a la cabeza sin pensar en las consecuencias. Tomarte un ratico de reflexión y cautela no implica mentir. La mayoría de las veces que pecamos de burro-sinceros, lo hacemos en conversaciones donde no se nos pide opinión, muy al contrario, la soltamos sin más creyendo que la confianza que los demás ponen en nosotros a la hora de contarnos sus cosillas nos autoriza a meternos en sus asuntos como si fuéramos los dueños de la "verdad", como si en el universo solo existieran nuestros pensamientos, frustraciones y creencias. Y ante esa falta de mano izquierda, es habitual terminar con coletillas a lo "es que si no lo digo reviento", "es que ya estoy harto de oír...", "es que yo no sé mentir". No queridos, eso son excusas porque algo dentro os está avisando que sois muy mendrugos.

A menudo esa sinceridad se cuelga la capa de brutalidad, soltando a bocajarro juicios de valor poco sólidos muchas veces, pero que dejan desolado a tu contrincante. Y lo mismo ese contrincante no es alguien random sino alguien a quien le importas y tus salidas de tono le dejan herido y con la moral comida o la autoestima desparramada por el suelo. Y ¿por qué? puede que el asunto fuera una frivolidad sin importancia y así, a lo tonto, has fastidiado de lo lindo a alguien que no se lo merece. 

Y si se habla de política, vacunas, cambio climático, con o sin cebollistas o de futbol, mecachis, ahí la brutalidad y la crudeza puede tomar tintes siniestros porque la empatía, si ya flaqueaba, se esfuma por completo y la crueldad puede ser insoportable.. y ¿para qué? ¿De qué te sirvió? para quedarte cada día más solo. Vaya plan.
Bueno, yo me voy a arriesgar y te voy a pedir opinión de estos muffins. Yo, sinceramente, te puedo decir que son unos muffins super jugosos, ligeros y bajos en carbohidratos. A nosotros nos han chiflado y cada día estoy más convencida que se puede disfrutar de golosear de forma algo más saludable y con menos calorías. Pero oye, que es mi opinión. Si los haces y con sinceridad, te parecen un engrudo incomestible, pues nada, haz gala de tu franqueza y cuéntamelo.

Ingredientes:
  • 3 huevos
  • 100gr. de azúcar de coco o panela
  • 100ml. de nata líquida
  • 100ml. de Buttermilch o yogur
  • vainilla
  • 2 cdas. de cacao 100% puro sin azúcar
  • 100gr. de almendra o molida
  • 100gr. de coco rallado
  • 50gr. de harina de plátano o Maicena o un plátano
  • 1 sobre de polvos de hornear
  • 125 gr. de chocolate al 70%
  • arándanos a tu gusto
  • un chorrito de sirope de arce o de agave o miel sobre cada muffin

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC (160º si es de aire)
  2. Bate los huevos y el azúcar (o panela) con ayuda de unas varillas eléctricas hasta que la mezcla esté espumosa. Añade la nata y el suero de mantequilla (o yogur) junto a la vainilla y bate hasta integrarlo.
  3. Añade el cacao, la almendra, el coco, los polvos de hornear y la harina de plátano. Puedes sustituirla por Maicena o por un plátano machacado. Bate las tener una masa homogénea.
  4. Corta el chocolate en trocitos y lo integras a la masa junto con un puñado de arándanos. Rellena con la masa los moldes de muffins forrados con capsulas de papel. Antes de meterlos al horno, pon sobre cada uno unos arándanos y un chorrito de sirope de arce o de agave o miel.

Pesto de capuchinas

septiembre 04, 2025
¿Hola? ¿Queda alguien ahí que me lea? Lo dudo, la verdad. Pero me da un poco igual, a mí me gusta dejar escrito lo que me ronda. A veces son historietas inventadas fruto de la necesidad que los lectores habituales solemos afinar porque las letras no se disuelven en el cerebro una vez leídas. Qué va, se quedan trasteando hasta que las liberas, bien con verborrea o con la tecla. O con ambas. 

Este blog recoge mi vida desde el 2.009, la infancia de mi hijo pequeño y mis pericias en la vida. Las recetas fueron, primero la excusa de ser este lugar y luego el regalo que acompaña a cada palique. Hace no mucho, al releer recetas antiguas, comprendí que había perdido gran parte de mi alegría. Desde entonces me esfuerzo en volver a ser más yo. Me gusta.

Otra razón más, es que llevo comentando cosas de la vida, algunas feas de mirar de frente, y tomo conciencia de que mucho de lo que pasa hoy ya se veía venir. No ha sido de la noche a la mañana. Se venía cuajando y no hemos sabido parar  despropósitos a tiempo entre otras cosas porque somos especialistas en mirar para otro lado.  Pero hoy no me voy a ir por esos derroteros.  
Hoy no. Hoy he vuelto a abandonar otra red social. Puse en Bluesky algo de esperanza, un comenzar de cero en una red con la experiencia encima de Facebook y Twitter. Pero ná. Todo igual. Ese patrón no nos lo quitamos. A la peña no le interesa el contenido sino liderar a la masa, a la cla. Y yo por ese aro no paso. 

Hace unos días, Bob Pop, plateaba su dilema de si dejar sus RRSS. No dudé en opinar que para nada, que son necesarios personajes públicos como él, los necesitamos para mantener la esperanza, para fantasear con que el cambio a un mundo mejor -por fin- pueda producirse o en el caso de irse todo a la mierda, puedan quedar voces que nos representen.

Pero me hizo pensar. ¿Y tú, Maite? ¿Qué haces aquí? y comprendí que nada. Que mi contenido no interesaba o no lo suficiente para dar por lo menos un mísero like, algo que me hiciera creer que el curro de subir un post, dejar el paso a paso, los ingredientes y link al blog merece la pena. Pero somos así, nos encanta dar likes a los que tienen muchos seguidores posiblemente con la esperanza de llamar su atención y antes muertos que dárselo a un don nadie sin muchos números en su perfil.

Y he decidido que ese modus operandi no me representa. No quiero perder tiempo con esas cacas. Me quedo en Instagram, con pocos seguidores y pocos likes porque no necesito más. Lazos y afectos me unen a cada interacción de ida y vuelta que me aportan y me refuerzan. Y no necesito más. Porque la fama en redes no da la felicidad, solo alimenta egos que ya están borrachos de sobreestima. Y conmigo, que no cuenten.
Hoy receta con flores y hojas de capuchinas o taco de reina, espuela de galán, flor de la sangre, llagas de Cristo, marañuela, mastuerzo de Indias o pelón. cuantos nombres para esta planta tan especial. Preciosa en el huerto o jardín, comestible y con propiedades casi mágicas: sirve para tratar infecciones respiratorias, renales y cutáneas, fortalece el pelo, el sistema inmune y es desintoxicante. Aquí en Austria gusta mucho y con este pesto me he enganchado a echarlo al aliño de las ensaladas, a las rebanadas de pan y a los guisos, porque con una cucharada de este elixir las salsas cogen un sabor fantásticos. 
Ingredientes:
  • 3 cdas. de piñones con anacardos, almendras, nueces...
  • 1-2 diente de ajo 
  • 120ml. de aceite de oliva virgen
  • 60gr. de queso parmesano
  • 40-50gr. de hojas y flores de capuchinas
  • vinagre de vino
  • sal

Notas:
  • Puede hacerse en la licuadora o con un procesador de alimentos. Si no tienes. prueba con la batidora eléctrica. Lo mismo no queda tan picadito pero igual de bueno.

Preparación:
  1. Tritura los frutos secos con el ajo, el aceite de oliva y el parmesano. 
  2. Añade las hojas y flores de capuchina y el vinagre. Tritura hasta que esté todo bien ligado. Rectifica de sal.

Alubias bicolor con salsa de cacahuetes

septiembre 02, 2025
Algo que me encanta de este país, es el sentido de comunidad que poseen, de respeto al vecino, al transeúnte, ese saludar siempre, pedir todo con un por favor y un gracias por delante hasta cuando no es necesario. Nadie coge nada que no sea suyo, de hecho, si se te cae algo por la calle y deshaces tu camino, es posible que veas que alguien recogió la prenda para que no estuviera en el suelo y la encontrarás en algún lugar a salvo. Yo ya he recuperado dos veces las gafas de objetos perdidos, es decir, no solo las recogieron del suelo sino que vieron que era algo caro y necesario así que se tomaron la molestia de llevarlo a la oficina de información de la ciudad. 

En fin, que un gustazo la verdad, aunque esto está desapareciendo. Primero porque la comunidad ya está muy amestizada, somos muchos los extranjeros que vivimos aquí y ese clima de "manada unida" va desapareciendo porque no nos engañemos, no somos de fiar. Ni a pequeña ni a gran escala. Vamos a lo nuestro y que cada cual se busque las castañas. ¿Qué tenemos música alta a deshoras? pues que se fastidien los vecinos. ¿Qué nos encontramos algo que nos encaja? Pal bolsillo. ¿Qué te encuentras dinero por la calle? já! antes que se lo quede el policía me lo quedo yo. Pero no te lo quedas; lo robas porque no es tuyo. Perdón: te lo agencias, lo levantas, lo pillas, lo coges, lo birlas... pero ojo, que luego todos somos muy honrados. 
Así que no hay que indignarse mucho porque tengamos mala fama ya que cuando el río suena es porque lleva agua. Luego vienen los fascistas y solo tienen que agitar el avispero porque la fama nos la hemos ganado a pulso. Y no hablo solo de españoles. Tela el nivelazo de ratería en general  y engaño a lo público que gastamos. 

A la mayoría de los europeos, el bienestar hace que se sientan satisfechos sin ansiar mucho más de lo que tienen: una casa bonita, un coche y unas vacaciones al año. Si la casa tiene jardín, ya ni salen. Y les basta. Recuerdo un experimento social de esos que a veces ponen en la tele, dejaban una cartera llena de dinero y un número de móvil dentro. La mayoría de los locales llamaban sin tocar el dinero. Alguno llamó quedándose la pasta y mintiendo en plan bellaco argumentando "ya estaba así". Y luego, los extranjeros: la pasta al bolsillo y la cartera a la papelera. Como es lógico, caras pixeladas pero a ver, la cosa cantaba. Solo entrevistaban a los horrados y al preguntarles por el motivo de la devolución integra decían -unos con unas u otras palabras-: lo mismo la persona que lo perdió lo necesitaba más que yo.  
Pero cada día vemos más detalles tontos de la descomposición social: peña que ocupa los parking de minusválidos sin necesidad, con el aparcamiento medio vacío; gente que mata por ponerse delante de ti en una cola para esperar igualmente, refugios de animales abandonados que cada día están más desbordados; vecinos que ni se saludan en el ascensor, malos modos en el mercado, en el metro, en la consulta del médico... en fin, pequeñeces pero que van haciendo que los profis de las conductas antisociales pasen desapercibidos haciendo de las suyas a sus anchas normalizando el egoísmo y la insolidaridad. 

No me gusta nada el camino que lleva todo esto. Con lo bien que se vive siendo honesto y agradecido. Pero oye, que hay cosas que parece que nos pueden, ¿verdad?

Este guiso nos encanta en casa. Espero que no te defraude. Besos.
Ingredientes para 4:
  • 1 cebolla
  • 1 pimiento
  • 3 ajos
  • 400gr. de alubias rojas
  • 400gr. de alubias blancas
  • 500gr. de tomate triturado o salsa de tomate casera
  • 2 cdas. de mantequilla de cacahuete
  • Comino molido
  • Sal
  • salsa picante a tu gusto
  • Puedes acompañar con arroz blanco
  • el perejil, que no falte

Preparación:
  1. En una cacerola, saltea en un poco de aceite de oliva la cebolla, el pimiento y el ajo picado muy fino. Añade las alubias y rehoga brevemente.
  2. Añade el tomate, la mantequilla de cacahuete y el comino. Remueve hasta que la mantequilla de cacahuete se haya disuelto y empiece a espesar. Si ves que se queda muy espeso, añade un poquito de agua.
  3. Deja que cueza a fuego lento unos 5-10 minutos para que liguen los sabores. Rectifica de sal y sirve con salsa picante a gusto de cada comensal. 

Kisir, ensalada turca de bulgur

agosto 26, 2025
Atención chicas, sujetaros que vienen curvas. Y a ustedes, caballeros, decirles que no se me ofendan porque el melón que vamos a abrir ahora mismito aunque parezca una generalización como la copa de un pino, quede por delante que no es mi deseo pluralizar en absoluto porque sé a ciencia cierta y de forma casi empírica que no todos sois iguales pero hay que tener en cuenta que el concepto -y contexto- rueda por ahí fuera y mi mente curiosa hace que me piquen los dedos si no tecleo sobre el tema.

Hala, al grano. Habrás oído mencionar en más de una eso de mansplaning y muy posiblemente no tengas ni idea de lo que es; yo, de hecho, no lo he sabido hasta hace un ratico porque cuando me topaba con la palabreja en redes me daba siempre muchísimo perezón pararme a investigar pero hoy... ¡Ay hoy! parece que hay días y días, y el destino -o mi curiosidad enfermiza- ha querido que me haya enredado en leer cosillas sobre el tema y mira, me he reído lo suyo. 
Y ahora sí que sí, al grano. No me demoro más y me pongo a cortar tajadas antes que el melón se nos pase: Hay una autora estadounidense -Rebecca Solnit- que además de escribir sobre un montón de temas super interesantes, en 2014 publicó un libro llamado Los hombres me explican cosas. El libro arranca con una anécdota graciosa cuando ella y una amiga acuden a una fiesta en Aspen y allí conoce al anfitrión, un señor muy rico, imponente y condescendiente, que lo cortés no está reñido con lo valiente, y a la que le pregunta qué tipo de libros escribe, hila sobre un libro increíble  pasando por completo del hecho de que era la autora, y por mucho que su amiga Sally le apuntaba "Ese es su libro" siempre que podía meter baza, el Sr. Muy Importante -así le llama Rebecca-  tiró pa'lante con su conferencia de experto y mira por donde, al final resultó que ni siquiera lo había leído; toda esa pedantería la afiló a partir de una reseña del New York Times. Con un par.

Y sobre eso, va el libro. No todo pero esto es lo que ha trascendido: esa manía de algunos hombres de dar por hecho que siempre van a saber más que una mujer aunque ellos no sepan casi nada y ellas sean expertas de la leche. Y ese paternalismo o condescendencia, a veces se expresa de manera muy... no sé si decir ofensiva o grotesca o incluso despectiva porque por lo que sea, algunos hombres -esos hombres, no los otros- llevan mal que las mujeres sepan cosas.
Y claro, la gente empezó a echar chispas. Un montón de hombres se ofendieron -llevo leídos comentarios de unos cuantos y sus argumentos son de chiste- y otros, bajo el paraguas del feminismo le dieron el nombre de mansplaning: man (hombre) y explaining (explicar). Solnit ha salido varias veces al paso dejando claro que ella no comulga con el término y que el ensayo lo que pretende es dejar en evidencia la persistente desigualdad entre mujeres y hombres y cuenta historias reales de cómo los hombres muestran una autoridad que no se han ganado, y las mujeres de forma casi instintiva aceptamos eso sin cuestionar nada. Porque realmente se trata de un patrón de conducta que está bien extendido y que todos identificamos claramente. 

A mí no hace mucho, un señor random -por no matizar- me estuvo explicando mi cambio hormonal. No me preguntó por mi proceso y cuando intentaba participar del mono-debate, me cortaba por lo sano. Y es verdad que para no liarla, dejé que me tomara por el pito de un sereno porque al fin y al cabo, las batallas hay que elegirlas muy pero que muy bien porque son agotadoras y da mucha fatiga entrar en ciertas polémicas chorras. Pero que tiene tela el tema... pues sí, lo tiene.

Y tú, ¿recuerdas alguna anécdota de señores que explican cosas? que no me entere yo que pasas por aquí sin contarnos algún chascarrillo :-)
A las abuelas, a las que luchan
por la igualdad de derechos,
a las soñadoras,
a los hombres que lo entienden,
a las jóvenes que continúan con la lucha,
a las más mayores que abrieron el camino,
a las conversaciones sin fin y a un mundo
que permitirá que Ella Nachimovitz
(nacida en enero de 2014)
se desarrolle para vivir
plenamente su vida.
Dedicatoria de Los Hombres me explican cosas
Ingredientes para 4:
  • 500gr. de bulgur
  • agua para el bulgur
  • 1 cebolla
  • 1-2 dientes de ajo
  • 2-3 cdas. de concentrado de tomate
  • 1-2 cdas. de Harissa o concentrado de pimiento
  • Baharat (o comino en polvo)
  • 2 tomates
  • 1 pimiento mediano
  • Cebolleta a tu gusto
  • perejil a tu gusto
  • aliño: aceite de oliva, sal y limón
  • Melaza de granada (yo usé de dátiles)
  • para decorar: pepino y/o granos de granada en temporada

Preparación:
  1. Para preparar el bulgur: lo hago igual que el couscous. Ponlo en un recipiente con tapa y le añades agua hirviendo hasta cubrirlo bien. Tapas y deja que absorba el agua. Después de unos minutos lo mueves y lo pruebas. Si está algo duro, echa algo más de agua hirviendo y vuelve a tapar hasta que absorba toda la humedad. Es mejor quedarse corto de agua que no al revés. Una vez a tu gusto, lo salas y reservas.
  2. En una sartén saltea la cebolla y el ajo cortado en fino. Añade la pasta de pimiento, de tomate y las especias. Lo ligas bien y se lo añades al bulgur.
  3. Corta la cebollera, el tomate y el pimiento en trocitos menudos y lo añades al bulgur. Prepara el aliño con un poquito de melaza y se lo añades. 
  4. Termina con el perejil, rodajas de pepino y/o granos de granada en temporada. Puedes servir fría o templada.


Pinchitos de pavo y calabacín

agosto 21, 2025
discernir
Del lat. discernĕre.
Conjug. modelo.
tr. Distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas. Comúnmente se refiere a operaciones del ánimo.
tr. Conceder u otorgar un cargo, distinción u honor.

El derecho a discernir en términos jurídicos, no expresa un derecho como tal sino todo lo contrario, puesto que se refiere a la obligación de distinguir entre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, a ser responsable a la hora de tomar decisiones y en caso contrario, un juzgado te puede deshabilitar y entender que no estás con plenas facultades declarándote incapacitado legal para realizar ciertos actos jurídicos sin que un representante decida por ti.

Esto le pasó a Britney Spears por ejemplo, lo mismo que a otras celebridades de Hollywood con mucha pasta donde por miedo a que se fulminaran el patrimonio en banalidades, sus progenitores airearon sus trapos sucios públicamente para hacer que un juez les hiciera responsables a ellos de los cuartos y las mansiones. Estos son casos a gran escala pero con pleitos de andar por casa, los juzgados están llenos de hijos que no quieren que sus padres les deshereden o tan solo que gasten su patrimonio con nuevos amores, amigos o caprichos y piden fervientemente que incapaciten a sus papis del alma para que no gasten ni un euro más del necesario.

¿En serio que la cosa va de distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿lo justo y lo injusto? de ser así, ni Trump ni Putin tendrían acceso al famoso botón rojo de las armas nucleares, ni Netanyahu estaría cometiendo la masacre en Gaza, ni tantos millonarios descerebrados estarían repartiéndose el mundo a sus anchas; y no para comérselo, sino para dejarlo pudrir. Ascazo, oiga.
En cambio, sí soy muy fan del derecho a discernir en la vida cotidiana como un rayito de esperanza que nos ayude a evaluar las distintas opciones que tenemos a mano y elegir la mejor alternativa, de forma responsable y por su puesto teniendo en cuenta siempre las posibles consecuencias de nuestras decisiones. Bah, lo escribo y me da la risa. Suena tan ñoño.

Pero entre medias del discernimiento ñoño y el legal, está el democrático, el derecho -ahora sí que sí- de tener la libertad de expresar desacuerdo con opiniones o decisiones ajenas, siempre y cuando estos juicios de valor se hagan dentro del respeto al próximo algo que parece que no tenemos nada, pero nada claro. 

Primero por una cuestión práctica algo desdibujada: no sabemos distinguir entre hechos y opiniones. Esto nos genera un estrés intelectual del copón. Cada vez es más común ver gente influyente y de poder colándonos hechos a la imagen y semejanza de sus doctrinas haciendo que cualquier debate sea infructuoso y desalentador. Qué pereza. Y es que cualquier hecho, si lo sacas de su contexto, lo puedes adaptar a tu relato por muy poco ético que sea. Lo vemos a diario con políticos y periodistas que nos manipulan hasta el aburrimiento con estas tácticas. 
Y luego di algo. Expresa tu opinión y te van a devorar unos y otros a las primeras de cambio. Hoy eres facha o comunista -o las dos cosas- a nada que se te tuerza el renglón y el manual de frases y adjetivos faltones está en apogeo promovido, claro, por los propios políticos desde sus púlpitos, porque saben que cuanto más estrafalaria y feroz es la faltada, más eco y repercusión tienen.

Y si los que deberían dar ejemplo, los que moralmente tendrían que estar capacitados para debatir en términos más respetuosos, alentando a los suyos, por supuesto, pero sin faltar a los que no piensan igual, demostrando que el derecho a la libertad de pensamiento y la pluralidad de una sociedad sana es su pilar fundamental, si esto no cala en los líderes, que podemos esperar de sus seguidores que por lo que sea les encanta servir al de arriba y en cuanto se les azuza, hacen linchadas y escraches con una furia salvaje más propia de bestias rabiosas que de seres racionales. 

En fin, que conste que no busco pinchar en absoluto. Yo lo que pretendo es que pruebes estos pinchitos de carne de pavo con calabacín que han gustado mucho en casa y que vuelve a ser una receta con la que mantener contento al anti calabacín de la casa, que cada día está más dispuesto a reconocer públicamente que el calabacín, bien cocinado, está de vicio.
Ingredientes:
  • 500gr. de pavo molido
  • 150gr. de calabacín
  • 80gr. de pan rallado (o pan duro)
  • 50gr. de queso parmesano
  • 1 huevo
  • sal y pimienta
  • opcional: cebolla y/o ajo en polvo

Preparación:
  1. Pon todos los ingredientes en el procesador de cocina y haces una masa con ellos. Coge porciones de la masa, le das forma alargada y lo ensartas en un palillo de pinchitos.
  2. En una sartén o parrilla, haz los pinchitos con un poquito de aceite de oliva. Sírvelos con la guarnición que más te guste.

Torticas de calabacín y atún

agosto 18, 2025
Ha querido la casualidad que me haya puesto a leer El vino del estío justo ahora, en verano. No ha sido premeditado pero como las casualidades no existen, puedo pensar -porque nada me lo impide- que lo mismo hay libros que se acercan o se alejan a su entero capricho, buscando el momento preciso para echar raíz en las manos del lector casual o peor aún, del lector sembrador de causas más o menos perdidas pero capaz de mantener viva la llama novelesca universal, esa lumbre común que forjan los humanos cada vez que abren un libro calentando la imaginación de tal manera que a veces parece que alcanzará los 451ºF. Pero eso nunca puede pasar. Una mente viva y ávida de aventuras, pensamientos o líricas jamás quema libros. Esa labor la llevan a cabo las mentes obtusas y necias que temen por encima de todas las cosas, al libre pensador. Porque la voluntad, con tortura, se anula y doblega. El pensamiento jamás.

Y mira que podría haber empezado por sus Crónicas marcianas, porque le tengo muchas ganas, pero ha sido El vino de diente de león -título original que me parece precioso y tiene su cosa- y la mente inquieta de Douglas Spaulding quien me ha atrapado en su verano de 1.928 en Illinois haciéndome recordar que muchas de sus dudas y descubrimientos también los experimenté en su día, muchos años después y en un lugar de la Mancha que a todas luces, nada tiene en común con Illinois.

Pero las mentes vivarachas de los chiquillos, son así todas... o más o menos, capaces de mezclar lo cotidiano y aburrido con acontecimientos fantásticos que solo pueden nacer de una mente infantil antes de ser achicharrada por la pubertad y todo el circo que se monta después, cuando les obligamos a crecer y a enterrar su universo privado para así evitar distracciones a la que les lanzamos sin paracaídas al mundo adulto. Cómo si no fuera compatible la madurez y la fantasía. Como si soñar le quitara importancia o inteligencia o porte al individuo que cada mañana va al trabajo y vuelve baldado, y aún sin ganas tiene que brear con los hijos, y los suegros, y los vecinos, y el mecánico.
Yo me he permitido en mis vacaciones del estío, pedalear por lagos enormes y pocos profundos, llenos de lodo y de patos y garzas y cisnes; me he regalado tardes leyendo a Ray Bradbury al borde del estanque de peces de una pensión checa donde los zapateros se deslizaban sobre el agua en manadas dejando cientos de pequeñas ondas expansivas a su paso y entre las páginas veraniegas de los Spaulding se detenía mi lectura en seco cada vez que un pez saltarín se contorsionaba fuera del lago en busca de un sabroso insecto que le alegrase la tarde.

Qué bonito es el mundo cuando merodean los soñadores por todos sus rincones a pesar de su ingenuidad ante lo práctico y ambicioso. Porque, como dijo el viejo Leo Auffmann al abuelo Spaulding: "¿Acaso hoy las máquinas no nos hacen llorar? ¡Sí! Cada vez que el hombre y la máquina parece que se van a entender... ¡bum! Alguien añade un engranaje y los aeroplanos nos tiran bombas, los coches nos arrojan a los precipicios..." porque mientras la gran parte de mundo anhela un mundo más confortable y amable, un pequeño porcentaje de codiciosos desalmados se empeñan en ponerle bombas a todo y hacen que la vida, lo único importante que tenemos se convierta en una pesadilla interminable. 

Así que, una vez más, me declaro afortunada por tener la vida que tengo; lamento que los que ponen bombas en los aeroplanos sigan en sus trece de quitarnos lo bonito y lo amable; y sobre todo, y aún con todo, le pido a la divinidad pertinente en obrar milagros, que le dé a todos los habitantes de la Tierra lo mismo que yo tengo, ni un euro más ni uno menos, y te aseguro que todos tendríamos tiempo de leer apaciblemente en una pensión checa, dinero suficiente para vivir bien -y sin exagerar- pero sin caudales suficiente para comprar bombas.
Y sobra decir lo agradecida que estoy al huerto que tantas cosas ricas nos da cada verano; y a las mil y una formas de hacer torticas con o sin calabacín. Anoche hice unas estupendas de patata y calabacín que volveré a hacer pronto para publicarlas pero antes colaré unas fantásticas que probé en las vacaciones -en la pensión del lago con zapateros y peces saltarines contorsionistas- de patata y berenjena con col al estilo checo... pero tendrá que ser para otra. Hoy estas de atún que también han triunfado.
Ingredientes:
  • 1 calabacín mediano (unos 200gr)
  • Atún a tu gusto (entre 80-150gr)
  • 200gr. de harina (yo le pongo parte integral)
  • 1 sobre de polvos de hornear
  • 50ml. de agua
  • sal y pimienta
  • algo de cebolla en polvo (opcional)
  • 3 cdas. de parmesano rallado
  • algo de queso gouda o mozarela rallado
  • algo de aceite de oliva

Preparación:
  1. Ralla el calabacín  y lo mezclas con el resto de ingredientes  hasta que tengas una masa pegajosa pero firme. Si ves que queda muy dura, añade una pizca más de harina. Yo, el último ingrediente que le añado es el queso mozarela rallado. También puedes añadirle a la masa una cucharada de aceite de oliva.
  2. En una sartén, pon un poco de aceite de oliva y con ayuda de una cuchara, vas echando pegotes de masa. Cuando le des la vuelta, lo aplastas a tu gusto para que queden más finas o más gorditas.
  3. Puedes servirlas con pipirrana y tu salsa favorita.



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