Salteado de garbanzos con champis y salchicha

noviembre 15, 2025
carisma
Del lat. tardío charisma, y este del gr. χάρισμα chárisma, der. de χαρίζεσθαι charízesthai 'agradar', 'hacer favores'.
1. m. Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar.
2. m. Rel. Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad.
Pues ahora los científicos dicen que el carisma se puede medir y se puede aprender. Sinceramente, creo que se han venido un poco arriba con esto. Con la acepción religiosa desde luego que sí porque lo que Dios otorga no lo descuartiza la ciencia y no lo digo por el pleito eterno entre las escrituras y la empírica del investigador. No, qué va, lo digo porque la ciencia no puede entrometerse en los dogmas de fe porque cada uno se tiene que ocupar de sus asuntos para que el mundo gire sin marearse.

Para entender ésto, primero hay que saber qué es el carisma. ¿Encanto, simpatía, personalidad, duende, don de gentes? ¿En qué se basa la ciencia para estudiar esta jaula de grillos?

He buscado por aquí y por allá, y me he encontrado con un experimento de una universidad canadiense que ha llegado a la conclusión que un parroquiano de a pie no tiene ni pajolera idea de cómo detectar a un personaje con carisma (y digo de a pie que no sea psicólogo, filósofo o licenciado en alguna ciencia parecida). A ver, me ha sonado de lo más arrogante pero claro, si partimos que para un estudioso no es cosa divina sino aprendida pues relacionarlo con el conocimiento para las ratucas de laboratorio tiene todo el sentido del mundo.

Y claro, parece ser que se basan en 6 premisas a la hora de detectar carismáticos:
  • Tienes que tener presencia.
  • Tienes que ser capaz de influenciar a otros.
  • Tienes que saber liderar grupos.
  • Tienes que hacer que los demás se sientan a gusto.
  • Tienes que ser sonriente y empático.
  • Tienes que ser capaz de llevarte bien con cualquiera. 
Como ves, se han definido valores de liderazgo, buena presencia e influencia y hala, a tirar millas. Mecachis. Así nos va. Así estamos donde estamos, tan carentes de intelectuales con magnetismo moral y ético, con cultura y capacidad divulgadora más allá de personajes con muchos seguidores, arreglillos estéticos y un social media manager en la mesilla de noche. 

Así que ya sabes; esa chispa, ese duende dicen ahora que no es innato, que es postureo. Toma ya. Te puedes apuntar a un curso online impartido por cualquier zoquete con proteínas en polvo hasta las orejas que despacha sermones adoctrinando al personal contra perdedores mileuristas y supuestamente, imparte las claves del éxito y la escalada económica y social. Por cien eurillos de nada puedes ser alguien en la vida.
Qué quieres, me hago mayor y cada vez soy menos dócil para enredarme en semejantes chorradas. Si tener carisma fuera tan fácil, el mundo estaría tan trillado que ya no sería una cualidad creíble puesto que cualquier cantamañanas nos pondría la cabeza como un bombo con sus estupideces. 

El verdadero carisma es tan escaso que por eso le damos tanto valor. Y menos mal, porque el mundo ha parido a personajes tremendamente crueles que levantando a las masas, han hecho un daño terrible a la humanidad y puesta la ciencia a hacer estudios y experimentos deberían dirigir su mirada en esa dirección: cómo detectar a tiempo a los monstruos carismáticos antes de que hagan daño. 

Hoy garbanzos, ejemplo de ingrediente carismático y bondadoso donde los haya. Algo ruidoso, no digo que no, pero nada que no se arregle masticando mejor y en el peor de los casos, abriendo las ventanas. 

Ingredientes:
  • 2 zanahorias grandes
  • 300-350gr. de champiñones
  • Salchicha a tu gusto
  • 2 dientes de ajo
  • 2 tomates
  • 7 especias árabes (Pimienta de Jamaica, nuez moscada, pimienta, cardamomo, jengibre, clavo y canela)
  • Perejil, sal y unas gotas de aceite de oliva

Preparación:
  1. En una sartén con unas gotas de aceite de oliva, saltea los champiñones y la zanahoria cortada en trocitos pequeños.
  2. Añade la salchicha en trocitos y el ajo machacado. Rehoga un poco hasta que se empiece a marcar.
  3. Añade los tomates rallados o picados muy finos y las especias. Rehoga a fuego medio alto hasta que se termine marcar el salteado. Añade sal y un poco de perejil muy picado.

Flan de caquis y chocolate con nueces caramelizadas

noviembre 11, 2025
Concepción Arenal dijo que cuando la culpa es de todos, no es de nadie. No tengo ni idea de si eso es bueno, malo o mejor que peor. La culpa es tan retorcida que no es fácil de racionalizar y menos aún cuando la tipa transita en ambas direcciones. Creo que no me equivoco en exceso si digo que siempre va acompañada de daños, inmadurez emocional en mayor o menor medida, permanente o transitoria, y algo de ego maltratado bien sea por exceso o por carencia.

En cualquier caso o situación, analizar como canalizamos la culpa dice mucho sobre nosotros mismos. Los victimillas de la vida la adoran; nada más reconfortante que extender el dedo acusador y buscar nuevas vías de ensanchar sus pleitos de medio pelo manipulando a su audiencia. Entre otras cosas, porque cualquier persona medianamente sensata no va contradecir al victimizado por esa responsabilidad no escrita de no abusar del prójimo en horas bajas así que los damnificados por su propio teatro obtienen de este modo la atención que necesitan para mangonear a su entorno a puro antojo.

Para cualquier persona con el ego de capa caída, culparse a sí mismo puede ser mortificador así que recurrir al famoso dedillo pues es casi disculpable ya que de puro sin querer se obtienen resultados fabulosos en cuanto a reducir la culpa, la vergüenza, la frustración... mecachis, las vías rápidas suelen ser algo mezquinas. Pero, oye, cada uno gestiona como puede y si una vez malversada la culpa, uno reflexiona y reconduce sus actos de forma correcta -o más positiva- pues mira, experiencias que nos enseñan a vivir. 
Pero el de ego gordo, ese -ay ese- desplegará todo tipo de triquiñuelas para señalar sin tregua al vulnerable, al confuso, al errático ocasional... a quién se le ponga por delante, vamos, con una capacidad de criticar al paso lo ajeno casi infinita. Estos no se cansan jamás, son imbatibles, y todo su exceso de ombligocentrismo y vanidad se mide a la par con su insufrible capacidad de marcar como chungo, feo, absurdo, cutre, birrioso o hasta cosas peores cualquier circunstancia del prójimo sea pariente, amigo, compañero o personaje de los de "yo pasaba por aquí".

En fin, que como una vez oí decir en CSI Las Vegas, todos al microscopio estamos sucios -o algo así que de eso ya hace muchos años- y lo mismo por eso el aforismo de la Arenal suena tan certero. Es verdad que las culpas no nos definen pero mucho ojito a como las gestionamos porque ahí sí que sí; ahí nos van a calar al primer vistazo.

Y respecto a la receta de hoy, que sepas que me genera cargo de conciencia. Culpa, no diría tanto pero el caso es que he sido -y soy- muy crítica con esas recetas virales a lo "con solo dos ingredientes" o tres o cuatro. Videos de 15 segundos donde nos venden requete bien unas guarradas del ocho.

Yo vi un video de esos con dos caquis y tres cucharadas de cacao, dos horas de refrigeración y un flan de choco requete mono. Lo probé. Muy mono pero sabor indescifrable y soso. Es posible que con un poco de azúcar o miel y algo de ralladura de naranja la cosa mejore. Ahí lo dejo. Luego lo probé con chocolate derretido y a mí me ha gustado. Günter dijo que interesante y Lucas que no es su cosa.

Yo si me los como con gusto porque soy sufrida y víctima de mis esfuerzos por reducir carbohidratos aunque lleve dos meses que ya no pierdo ni medio kilo. Pero ahí sigo. En cualquier caso, es un apaño saludable que a mí me ha convencido pero solo me sigue pareciendo algo soso. Necesita acompañamiento. Yo con nueces caramelizadas pero vale cualquier otra cosa que tu mente retorcida imagine (salsa de chocolate, helado...)
Ingredientes para 3 flanes:
  • 2 caquis
  • 125gr. de chocolate al 70%

  • Para las nueces: nueces a tu gusto y 3 cdas. de sirope de arce o miel

Preparación:
  1. Pela y trocea los caquis y los pones en el vaso de la licuadora o trituradora.
  2. Añade el chocolate derretido y tritura hasta que tengas una crema suave.
  3. Reparte la crema en 3 recipientes y deja que enfríe al menos 2 horas en el frigorífico. 
  4. Puedes servir con nueces caramelizadas: las pones en una sartén a fuego medio alto junto con el sirope de arce o miel y mueves hasta que queden caramelizadas.

Sopa de alubias con pollo

noviembre 07, 2025
Muy buenas querido parroquiano. Es posible que no te interese en absoluto lo que voy a contar pero esta vez deseo escribirme a mí misma, a la Maite del futuro porque me he dado cuenta que cuando releo las cosillas que escribo en este blog pues mira, me son de gran ayuda para recordarme ciertos asuntos en su justa medida y no con la distorsión que el tiempo aporta. Por lo tanto, si me permites, hoy me lo guiso y me lo como yo solita:

Querida Maite,

Lo primero y más importante; no olvides que esta reflexión acompaña a la sopa de alubias y pollo porque no será la primera vez que buscas historietas a ciegas y Google no siempre quiere colaborar.  Porfa, quédate con la copla.

Es posible que al final, hayamos tenido el valor de abandonar todas las redes sociales. Bueno, en las que aún estamos que no son muchas. Pinterest de hecho, creo que no cuenta porque para nosotras es más un buscador de recetas que otra cosa aunque nos rompe las pelotas constantemente con esa manía cansina que tiene que repetirnos una y mil veces videos chorras de media docena de cuentas que ya no sabemos que hacer para banearlas. 

No hay forma humana por más que le decimos que no nos interesa, que no, pero que no es no y oculta pin y muestra menos... y da igual. Les he cogido tanta manía que me indigna porque que necesidad tenemos de hacernos mala sangre con desconocidos que no nos han hecho nada salvo dar la lata una y otra vez hasta el infinito.  Stress. 

Lo de visitar blogs para ver que cositas están de moda por el barrio y que se mueve por ahí pues otra odisea. Están tan plagados de publicidad, de videos que no hay quien los cierre, de cortinillas para que te suscribas y demás parafernalias que navegar, ver o leer una receta es completamente imposible. Recuerda que toda esa sobre información publicitaria nos genera ansiedad y llevamos tiempo intentando huir evitando ciertos lugares pero da igual porque parece que se reproducen como setas. A ésto, añadimos el drama de las recetas virales mentirosas que ya hablaremos despacio de esas filfas. Más stress.

Siguiente, Youtube. Tampoco le tengo paciencia. Madre mía las cuñas interminables de publicidad que mete. Muchas veces me voy antes de que pueda ver el video. Para ver un video de 30 seg. tengo que aguantar dos minutos de publicidad y cuando paso al siguiente vuelta a empezar. Y encima ¡siempre la misma publi! por dios santo, ¡cómo no coger manía a las marcas! ¿Y los short? Qué me dices de los short de bebés, perritos y gatitos, todos con la misma musiquita de fondo: uno, otro, diez, doscientos... stress al cuadrado.
Y llegamos a Instagram. Para nosotras es el último bastión pero no deja de ser otra cacalota del copón. Seguimos noticias, revistas, actualidad, bloggers amigos y demás historias pero desde que se han cargado el buscador nos hemos quedado encajadas en las mismas cuentas y cuando el logaritmo sugiere nuevas no lo hace por cercanía o afinidad, recurre a cuentas de cientos-mil seguidores cuando lo nuestro es el petit comité. 

Estoy hasta el gorro de las recetas con solo dos ingredientes, las low carb mentirosas o las que parecen que están muy ajustadas de grasas y azúcares y luego resulta que han hecho solo un par de raciones para hobbits. Y la publi, mecachis con la publi que me tiene emparanoiada:  saben que tenemos tetas grandes, que usamos tinte para las canas, lo que come el gato, cuanto duerme, cuando los chicos necesitan calcetines nuevos, saben cuando hemos comprado unos pantalones y la tienda en cuestión. Saben que ahora necesitamos una maleta y que tomamos un suplemento de colágeno (por cierto, espero que haya funcionado y puedas ver algún resultado positivo). En fin, que nos están espiando y respirando en la nuca sin ningún pudor. Así que más stress, stress, stress...

Pero ¿Qué pasa si nos vamos? que nos aislamos y no queremos eso. Este blog no puede fluir sin sentir el mundo alrededor. No, no queremos ser contenido, queremos seguir haciendo lo de siempre, compartir e interactuar con compis de afición, con gente de buen comer y amantes de sobremesas. Y si cerramos el chiringuito en redes este blog se va morir de soledad. ¿Qué podemos hacer?

De entrada, comer sopa y ésta, de alubias y pollo recuerda lo rica que es. 
Ingredientes:
  • 2-3 pechugas
  • 2-3 patatas cortadas en daditos
  • 2 zanahorias cortadas en daditos
  • 1 puerro
  • 1-2 cebolletas
  • 1/2 pimiento
  • caldo de verduras o de pollo
  • 1 bote de alubias cocidas
  • orégano y ajo en polvo
  • sal y algo de chile molido

Preparación:
  1. En una olla, pon las patatas y las zanahorias cortadas, el puerro, las cebolletas, el pimiento, el caldo y las pechugas de pollo. Cuece unos 20 minutos a fuego suave.
  2. Saca primero las pechugas. Después las verduras y con un poco de caldo las trituras junto con el orégano y el ajo en polvo. Añade este puré al caldo con las patatas y las zanahorias (mejor cuélalo para que quede más fino el caldo).
  3. Añade las alubias y el pollo desmenuzado. Rectifica de sal y si quieres puedes echar un poco de chile en polvo. Deja que cueza unos 10 minutos a fuego lento.

Delicias de coco y limas low carb

noviembre 04, 2025
Dieciséis años de blog me han dado para mucho. Es verdad que en recetas no he sido muy prolija porque por un lado, apenas atesoro 600 que aunque parezcan muchas, estoy muy por debajo de la media de otros colegas de blogoficio; y por otro lado, con el paso del tiempo he dedicado mucho más tiempo a cuidar mi fondo de armario que a generar nuevo contenido.

He borrado muchas entradas que no han pasado el control de calidad que ahora aplico. Eran otros tiempos, hacíamos muchos retos y concursos donde fui publicando recetas con las que no me identificaba en absoluto y otras, por su parte, eran de esas que pasaron por mi cocina sin pena ni gloria. Y si no han conseguido calar en mí ¿Cómo voy a recomendarlas?

También han sido muchas las que he dejado sin publicar porque no me terminaban de convencer o simplemente fueron fracasos estrepitosos. Eso me está volviendo a pasar ahora que me he centrado tanto en probar cosas bajas en carbohidratos y desde aquí, te aseguro, que casi todos los panes y panecillos que se vuelven virales con la leyenda "sin harina" son más falsos que un duro sevillano. Pero esta es otra historia que ya te contaré cualquier día de estos.
El asunto es que he aprovechado cualquier oportunidad de renovar fotos -en esos casos añado una nota recordando la fecha de actualización para tener referencia de la evolución de la receta- o en otras ocasiones he terminado haciendo remakes porque el plato ha evolucionado tanto que bien se merece entrar al blog por la puerta grande y con alfombra roja.

Éste es el caso de hoy. Estas delicias ya las publiqué en marzo de 14 y hoy despliego la alfombra para la versión baja en carbohidratos, aquí sí, sin harinas y con azúcares menos malignos y con menos calorías. Igual de ricas. Leer la entrada de entonces, me ha hecho reír al recordar como hace diez años nos parecía tan ridículo todo ese postureo de madres que se hacen virales con estupideces dejando aparcados las auténticas premisas y deberes de la maternidad. 

Recordar ese cartel en la puerta de la clase de Lucas y ver ahora cualquier Tiktok o reel de Instagram usando a los hijos para conseguir likes o espónsores. Como nos están haciendo pasar por aro, madre mía.

Pero me he detenido a pensar en el joven que es ahora Lucas y en si he sabido cumplir con aquel mantra:

1.- Te quiero
2.- Te escucho
3.- Bien hecho
4.- Eres especial
5.- Estoy orgullosa de ti

La 1, 3 y 5 sigo con ellas casi a diario. La 4 aún nos hace hablar mucho sobre ella; falta que él se la crea. Dice que son cosas de madres. Con la 2 es donde más le fallo. A veces le corto, me impongo porque creo que lo se todo, que mi experiencia es infalible y no le dejo terminar las frases. Me disculpo a toro pasado pero eso no es suficiente. Tengo que dejarle terminar sus argumentaciones porque aunque sepa que están basadas en fakes o verdades a medias, cómo voy a permitirle madurar si no tengo paciencia para escuchar sus razones. Qué difícil y como siempre sin manual de instrucciones. 
Ingredientes:
  • 100gr. de anacardos o almendras molidas
  • 50gr. de harina de coco (o más almendras o anacardos molidos)
  • 40gr. de coco rallado
  • 50gr. de azúcar de abedul o eritritol
  • 75gr. de panela molida
  • 1 cdta. de polvos de hornear
  • zumo de 3 limas y 1 limón
  • ralladura de 2 limas
  • 300ml. de leche
  • vainilla
  • 50gr. de mantequilla derretida
  • 3 huevos XL
  • opcional: unas gotas de Stevia

Nota:
  • Esta receta puedes hacerla montando las claras a puntos de nieve y añadiéndolas al final pero al llevar polvos de hornear yo no noto gran diferencia así que las he hecho sin complicarme licuando los huevos sin tratar las claras. Tómate la licencia de hacerlo como mejor te parezca.

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC,
  2. Si tienes licuadora o procesadora de alimentos, pon todos los ingredientes secos y muélelos un poco para que queden más en fino (los anacardos, los azúcares, las ralladuras, los polvos de hornear y el coco).
  3. Añade ingredientes húmedos (el zumo, la leche, los huevos, la mantequilla y la vainilla) y licua todo junto unos segundos.
  4. Engrasa los moldes que vayas a usar (mejor tipo flaneras o moldes de soufflé para que tengan un poco de fondo. Contra más plano sea menos sube)
  5. Hornea hasta que estén doraditos pero al presionar con el dedo por encima notes que cada delicia está firme.
  6. De templar o enfriar a tu gusto. Templadas están fantásticas.

Sopa de pollo a la importancia

octubre 31, 2025
Una de las cosas buenas que tiene ser tan charlatana y dejarlo todo tecleado en el blog, es que cuando leo ahora entradas de hace diez años o más, me entra un nosequé nostálgico que me apuntala en el pasado sin las decoraciones que pone nuestra memoria, porque la tía es bastante traicionera y tan pronto elimina detallitos desagradables por aquí como te mete fantasía por allá. Por eso siempre pensamos que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y a veces lo es. Y a veces pues no.

Es un poco como la cultura de la cancelación. Yo los recuerdos que tengo de mi hijo pequeño están censurados y siempre que hablo de su infancia lo hago desde el convencimiento de que no me dió ni un ruido pero cuando leo ésto por ejemplo, pues me viene de golpe todos esos ratos que pasé en plan desquiciada porque sí, porque es parte del proceso de ser madre que por fuerza mayor, una pasa sus crisis asfixiada cuando los hijos se resisten a despegarse de nuestras faldas, siempre con la lágrima fácil, el mami mira y el mami ven. 

Y como bien saben los niños españoles, las mamás ibéricas nos desahogamos a grito pelao, nos sentimos culpables al primer puchero y luego lo arreglamos todo con un par de achuchones bien apretaos. Y los críos, que son de rencor fugaz, nos perdonan al instante y regresan a su mira mamá y mami ven como si nada hubiera pasado. 

Pero de la entrada, lo que más me llama la atención, es que el efecto redes sociales ya lo teníamos los blogueros, en eso fuimos pioneros. Dábamos a entender vidas que no teníamos, felicidades que no existían y modos de vida más falsos que un billete de  cinco mil euros. Ahora, como ya lo hemos normalizado, no parece nada del otro jueves pero recuerdo con espanto ciertas transformaciones raras en el mundo blogueril donde hubo peña que se las daba de influencer a cambio de un kilo de lentejas gratis. Y cosas más frikis, para qué mentir.
Ahora, a toro pasado, leo esta otra entrada y me parto pero mecachis la de apuros que pasé cada vez que me quedaba sola y Lucas se ponía malito, con cosas raras casi siempre, con un complejazo a lo Paco Martínez Soria del copón y te aseguro que con fundamento porque lidiar en germano enfermedades es la leche de complicado. 

Pero lo más bonico, es que ambas entradas me han recordado el amor de mi Lucas por los coches, por la fórmula 1 y por su peli favorita de todos los tiempos: Cars. Mi hijo es capaz de ver un video de F1 y te dice el circuito y el año sin pestañear. Con 16 ya conducía en prácticas acumulando los 3.000 km. que se requieren para sacarte el carnet antes de los 18. Su hobby es su simulador de F1 donde reproduce cada carrera y en su habitación aún conserva todo un cajón de la cómoda lleno de cochecitos, algunos que heredó de su padre y que a buen seguro, aguardan el momento de que otro Nobis los herede. Ojalá que este blog también pueda recoger ese momento.

Con esta receta, participio en el reto de Tus recetas porque ya sabéis que a las blogueras nos gusta mucho juguetear y es una forma de mantenernos en contacto y activas haciendo lo que más nos gusta: comer y bloguear. Este mes, podíamos elegir hacer una receta con arroz para sushi o con lonchas de queso tipo Tranchetes y mira por donde, esta sopa es una de las estrellas en mi casa y la tenía pendiente de fotografiarla y traerla al blog. Dicen que a la oportunidad la pintan calva y en mi caso yo diría que la pintan a la importancia. Y con sopa.
Ingredientes: (las cantidades a gusto de cada casa)
  • 2-3 pechugas de pollo
  • 2-3 zanahorias
  • 3-6 patatas dependiendo del tamaño
  • 1 puerro
  • 1 tomate
  • 1/2 pimiento
  • 1 calabacín pequeñito (o 1/2)
  • 3-4 lochas de queso fundido tipo Tranchetes
  • 1 tacita de pasta para sopa (coditos, estrellitas...)
  • sal y pimienta
  • perejil
  • Opcional: un poco de ajo en polvo, orégano o el sazonador que más te guste

Preparación:
  1. En la olla, pon el pollo y las verduras y cuece hasta que las zanahorias estén tiernas. Para evitar hacer la cocción más larga innecesariamente, puedes partir las zanahorias en trozos. Yo uso la olla exprés.
  2. Separa las verduras y ponlas en el vaso de la batidora. Las patatas y la zanahoria las machacas un poco en una nueva olla limpia. Añade caldo y, una vez que hayas triturado las verduras, las cuelas con un colador y las añades al caldo para que le de importancia, consistencia.
  3. Desmenuza el pollo y cuando el caldo vuelva a hervir, añádelo junto a la pasta. Cuando la pasta (usé codillos) están al dente, añade las lonchas de queso, apagas el fuego y dejas que repose removiendo de vez en cuando para  que coja cuerpo al derretirse el queso. 
  4. Salpimienta, adereza con ajo en polvo, orégano y perejil y no dudes en usar tu sazonador favorito. Un poquito de especias de chorizo le da un gusto fantástico.

Granola de calabaza y chocolate

octubre 30, 2025
El libro para leer no es el que piensa por ti, sino el que te hace pensar
Si ocultas tu ignorancia, nadie te golpeará y nunca aprenderás
La mayoría de nosotros no podemos andar corriendo por ahí, hablando con todo el mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento de ello está en un libro
No quería saber cómo se hacía algo, sino por qué
Vive como si fueras a caer muerto en diez segundos. Ve el mundo. Es más fantástico que cualquier sueño
Quizá los libros nos saquen un poco de esta oscuridad. Quizá eviten que cometamos los mismos condenados errores
No importa lo que hagas en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ellos tus manos
Fahrenheit 451: la temperatura a la que el papel se enciende y arde
Ray Bradbury ya vislumbró muchas de las cosas que nos iban a pasar y las plasmó en Fahrenheit 451. La sociedad dejó de interesarse por los libros y los bomberos, que ya no tenían fuegos que apagar, eran los encargados de quemar los libros así que a escondidas, había sabios que memorizaban libros o fragmentos que transmitían de viva voz. Eran proscritos porque el pensamiento no se puede quemar.

Ingredientes:

  • 3-4 cdas. de calabaza al vapor y triturada con su piel
  • 50ml. de mantequilla derretida (yo usé aceite de semillas de lino)
  • 60ml. de jarabe de arce
  • all spices a tu gusto (o pimienta de jamaica)
  • vainilla
  • una pizca de sal
  • 100gr. de nueces variadas (yo usé almendras, pecanas y anacardos)
  • 150gr. de copos de avena
  • 125gr. de copos integrales, de maíz o de arroz
  • 125gr. de trocitos o pepitas de chocolate

Preparación:
  1. Calienta el horno a 190ºC.
  2. En un bol, mezcla la calabaza, el aceite o mantequilla, el jarabe de arce, las especias, la vainilla y una pizca de sal.
  3. Añade las nueces, la avena, los copos integrales y la mitad de las pepitas de chocolate. Mézclalo bien y extiéndelo sobre la bandeja del horno. 
  4. Hornea hasta que esté dorada la granola. Deja que temple y desmiga con los dedos para que se formen pegotes. Añade el resto de las pepitas de chocolate y listo.

Garbanzos con calabacín en salsa de cúrcuma

octubre 26, 2025
Soy requete fan de Byung-Chul Han así que imagina que alegría me invade verle recoger el premio Princesa de Asturias de comunicación y humanidades. Hace años, dediqué esta tarta a sus palabras porque es un tipo que a mí me ha calado mucho y en tiempos tan complicados, conseguir que nos detengamos a pensar me parece casi milagroso y sus mensajes, aunque puedan parecer algo pesimistas, son tremendamente certeros y nos retratan sin estridencias ni ruido innecesario. 

Nos victimiza a veces pero con razón. Nos alejamos del saber, del pensamiento, del silencio vital a favor de una esclavitud social que nos quieren siempre agotados, sumisos del trabajo, las modas, las redes sociales. Y somos victimas sí o sí porque o estás dentro del sistema que solo quiere que trabajes y consumas o eres un paría o algo peor. Porque no tener trabajo significa no tener techo ni comida y lo único que te queda es la marginalidad en mayor o menor medida.

Claro, él usa frases brutales y hermosas para contar lo que todos sentimos y que expresamos soltando sapos y culebras por nuestra boca y justo por eso, me parece muy merecido el premio porque vivimos tiempos oscuros para la comunicación y las humanidades. 
Pero como somos muy puñeteros de serie, estoy leyendo críticas hacia él que me rompen un poquito las pelotas si se me permite decirlo. Que en X le crezcan los haters es normal porque allí hay granjas-escuelas de personal destructivo, odiosos sistemáticos y difamadores por deporte; pero que en medios, más o menos relevantes, tiren de crítica simplista sin contextos definidos -ya que cortas trajes, colila, por lo menos cúrrate los argumentos- y de juicios a la ligera pues se me agria hasta la bilis, para qué mentir.

Le ningunean tachándolo de panfletista moralista, universitario insatisfecho y descontento que critica la sociedad y nuestro tiempo pero no aporta nada para remediarlo. Qué despropósito. ¿Es acaso esa la misión de un filósofo? Sócrates, Platón, Aristóteles, Rousseau; Foucault o Kant ¿acaso ellos lo hicieron? ¿terminaron ellos con las guerras, las dictaduras, las injusticias sociales? Pero que tonterías hay que escuchar. 

Si en lugar de criticar tanto a la ligera, los comunicadores, ya sean profesionales o influencers, se dedicaran a reflexionar con más humanidad y criterio, lo mismo, así podrían llegar a concienciar más y mejor a la gente de los problemas que nos invaden. Porque localizar, admitir y reflexionar sobre los problemas es lo que hace que los podamos afrontar. 

Ojalá escucháramos más y mejor sin tener las escopetas cargadas listas para acribillar cualquier argumento crítico que hable de radicalización, del peligro de las IAs, de las pantallas, de las redes sociales... y ahí es donde también le hurgan la nariz: populista, simplón y hasta le tachan de dedicar párrafos y párrafos a la idiotez. 
Pues ojalá hubiera más idiotas y menos arrogantes y menos narcisistas y menos... menos cantamañanas como el que termina su artículo diciendo "Tal vez de manera similar, por nuestro propio bienestar, en nuestra época de hablar demasiado y pensar poco, deberíamos aprender la virtud de callarnos". 

Eso mismo estoy pensando yo: Ojalá más de uno se aplicara su propio cuento y si quieren criticar, lo cual está fenomenal, pues que lo hagan sin desprestigiar y se abonen al maravilloso mundo de la argumentación positiva y enriquecedora y así de paso, nos ilustran un poquito más al resto de los mortales que no sabemos ni para donde tirar entre tanta  comunicación  y sobre información insulsa e intrascendente. 

Lo mismo, el problema está en su manía de criticar el neoliberalismo y el capitalismo feroz. Lo mismo son ataques de cuernos de aquellos que no quieren entender que la riqueza jamás debemos dejar que se construya a costa del pobre. Y una vez asumido esto, ahí sí, venga, hablemos de posibles escenarios para hacer que todos podamos vivir mejor.
Mis escritos son una denuncia, en ocasiones muy enérgica, contra la sociedad actual. No son pocas las personas a las que mi crítica cultural ha irritado, como aquel tábano socrático que picaba y estimulaba al caballo pasivo. Pero es que, si no hay irritaciones, lo único que sucede es que siempre se repite lo mismo, y eso imposibilita el futuro. Es cierto que he irritado a la gente. Pero, afortunadamente, no me han condenado a muerte, sino que hoy soy honrado con la concesión de este bellísimo premio. Se lo agradezco de todo corazón. Muchísimas gracias.
Ingredientes:
  • Calabacín a tu gusto
  • cebolleta a tu gusto (o puerro)
  • 1 bote de garbanzos cocidos
  • pimentón murciano (sin sabor ahumado)
  • 4-5 cdas. de salsa de tomate
  • 1 cda. de mantequilla de cacahuete
  • 1 cdta. de cúrcuma
  • 1 poquito de caldo de verduras
  • 1 lata de leche de coco (400ml. más o menos)

Preparación:
  1. En una cazuela, rehoga brevemente las verduras con un poquito de aceite neutro. Añade los garbanzos, el pimentón y sigue rehogando.
  2. Añade la salsa de tomate, la mantequilla de cacahuete, la cúrcuma, el caldo y la leche de coco y deja que cueza unos diez minutos cuidando de que el calabacín no se cocine en exceso ya que pierde sabor y propiedades. Sala si lo ves oportuno. Puedes acompañarlo de arroz blanco.

Frixuelos de maíz rellenos

octubre 19, 2025
En la catedral de San Patricio de Dublín, hay un epitafio en latín que dice "Aquí se halla el cuerpo de Jonathan Swift, doctor en teología y deán de esta catedral, donde la indignación feroz ya no puede lacerar el corazón. Sigue tu camino, viajero, e imita, si puedes, a este vigoroso campeón de la libertad." Evidentemente, un epitafio de tal guisa solo puede atribuirse a la osadía del propio muerto quien dejó instrucciones claras para cuando le llegara la hora.

El nombre de Jonathan Swift puede que no te suene de nada pero su libro "Los viajes de Gulliver" seguro que sí. Es muy curioso que todos asociemos el libro a la literatura infantil cuando lo cierto es que sus páginas están cargadas de sarcasmo, críticas y comentarios satíricos siendo, en sí mismo, una oda contra la corrupción política, los muchos vicios sociales de la aristocracia y las mil y una taras del ser humano. 

Los liliputienses; malvados, zotes y despiadados con un rey y una corte de petulantes ineptos y ociosos que de forma rutinaria se despachan entre guerra y guerra. Los gigantes de Brobdingnag; majetes y bonachones pero de nula inteligencia. Los filósofos de Laputa; muy listos pero enredados en tonterías donde la sabiduría no es capaz de despegarse de la arrogancia y la banalidad. Y más y más viajes. Nos saca punta con habilidad y desparpajo aunque también deja rendijas a la esperanza. Todavía quedan algunos seres buenos, parece decir.

Y parece que por temor a que alguien conocido se diera por aludido con alguno de sus personajes, Swift firmó las primeras ediciones con un seudónimo y su editor le censuró partes del libro porque pensaba que se estaba pasando ocho pueblos. Pero fue un éxito rotundo y efectivamente, casi toda la aristocracia estaba que echaba chispas. 
Se doctoró en teología y cuando todo apuntaba a que le iban a dar una vicaría en Dublín pues cuentan que lo mismo fue la propia reina Ana quien dijo que nones porque la tenía muy frita con sus artículos y ensayos. 

Porque todo lo que tenía de inteligente y mordaz, también lo tenía de pluma rápida y se enfrentaba día sí y día también con todo cristo. Así que le dieron una vicaría que contaba tan solo con 15 almas, cosa que terminó revirtiendo a su favor porque le proporcionaba tiempo suficiente para escribir y seguir afilando lápices contra la estupidez humana. 

Por cosas de la vida, nuestro vicario se enamoró de una muchacha sobrina de su protector sir William Temple, un diplomático bien relacionado y acaudalado pariente lejano de su madre. El caso es que él se coló perdidamente pero se desconoce lo que ella -o su tío- pensaban del asunto. Solo ha trascendido que fueron amigos hasta la muerte de ella y unas cartas que póstumamente fueron publicadas donde Swift se abre en canal con tanta franqueza y cariño que se ha especulado con la posibilidad de que se hubieran casado en secreto. 

Na. No encaja. Se hubiera sabido tarde o temprano y además, su amistad se habría roto cuando Swift vivió con Esther Vanhomrigh a quien le escribió un poema precioso con el sobre nombre de Vanessa y mira, el mote cuajó tanto que solo hay que ver la de vanesas que hay por el mundo. 

Pero Vanessa murió joven y cinco años después lo hizo Stella. Él ya sufría de algún tipo de enfermedad neurológica que tras esta perdida, le sumió en el principio del fin muriendo un 19 de octubre de hace 279 años, sumido en frecuentes episodios de locura que se mezclaban con breves momentos de lucidez siendo completamente consciente de su deterioro. Pero su ingenio y pericia con la pluma ya son eternas. Lo mismo que Gulliver.
Y de nuevo, domingo de reto con Elvira y Estela de Homenajeblog. Ya lo sabrás pero esto va de entrar en cocinas ajenas y versionar alguna receta del homenajeado del mes. Hoy publicamos todas las compis recetas de Encarnita de El paraíso de los golosos. Me decidí rápido por estos frixuelos  tan de la tierra y a la vez tan universales, porque podrías recorrer el mundo y te los encontrarías por doquier, en cada sitio con su aquel y con su propio nombre. Estos frixuelos son de harina de maíz, herencia y legado de los indianos asturianos. ¡Gracias encarnita! Están brutales. 


Ingredientes:

  • 1 huevo
  • 500ml. de leche 
  • 125ml. de agua
  • 70gr. de harina de trigo (mejor sin refinar)
  • 130-150gr. de harina amarilla de maíz
  • opcional: 1/2 cdta. de polvos de hornear
  • Sal
  • Algo de aceite de oliva para mojar la sartén

Para el relleno:
  • 200gr. de espinacas frescas
  • Cebolla en polvo o 1/2 cebolla
  • 50gr. de pastrami o beicon
  • Queso en lonchas que funda bien

Notas:
  • Yo necesité 150gr. de harina de maíz porque me quedó demasiado líquida la masa pero la receta original describe 130gr. 
  • Recomiendo no usar en la medida de lo posible harinas refinadas de trigo. Yo uso una rústica con su cáscara y su propio germen.
  • Le he puesto un poquito de polvos de hornear al igual que hago con los crepes para que queden más jugosos.
  • En el relleno usé cebolla en polvo para darle algo de sabor pero que no destacara y en lugar de baicon he usado pastrami.

Preparación:
  1. Preparamos la masa de los frixuelos: en el vaso de la licuadora -o de la batidora eléctrica- ponemos todos los ingredientes juntos y batimos hasta que esté la masa bien ligada y espumosa.
  2. Calentamos una sartén antiadherente no muy grande mojada en unas gotas de aceite de oliva. Hacemos los frixuelos a fuego medio alto. Reservamos.
  3. En otra sartén, ponemos las espinacas a fuego medio bajo y las tapamos unos 2-3 minutos. Soltará su propio vapor y se pocharan. Así no pierde propiedades. Añade un poco de cebolla en polvo y reserva. 
  4. Calienta el horno a 170ºC.
  5. Troceamos el pastrami y vamos  rellenado los frixuelos con espinacas, pastrami y queso. Puedes enrollarlos, doblarlos por la mitad o en 4 como he hecho yo. 
  6. Ponlos unos pocos minutos al horno, lo justo para que el quedo coja textura fundida. Sirve rápido para que no se enfríen.

Tortitas de calabaza y avena

octubre 10, 2025
Dicen que la curiosidad mató al gato aunque más que un aforismo, parece una amenaza en toda regla porque si te pasas de curioso, de preguntón o de "listillo" te la puedes cargar. Prueba a hacerlo: ve a tu reunión de vecinos, a una junta de padres, concentración, mitin, congreso o incluso a una misa de domingo, y empieza a lanzar "porqués" a diestro y siniestro a ver que pasa. Ya no entro en la calidad o relevancia de las preguntas porque tu curiosidad, si le das rienda suelta, se va a interpretar en el mejor de los casos como "el plomazo de turno" aunque me temo que serás tachado con más facilidad de irreverente, irrespetuoso, blasfemo, agitador, ácrata o antisistema. O terrorista, que todo puede ser.

Y luego que si hemos perdido la curiosidad, dicen los psicólogos. Ya me contarás que vamos a hacer si calladitos estamos más guapos, mejor que mejor si damos perfil bajo y virgencita que me quede como estoy. Ya me contarás que vamos a hacer si la cultura del porqué nunca ha cuajado en la humanidad, algo que muy poquitos han podido ejercer de forma abierta sin terminar encarcelados, quemados por la inquisición o en instituciones psiquiátricas. 

Eso de ser curiosos solo se lo permitimos a los nenes, que nos parecen tan tiernos e ingenuos pero esa displicencia solo dura hasta que empiezan el cole y sus porqués más vitales de repente son faltas de respeto, retos a la autoridad, desobediencia o indisciplina. 
Así que mejor callar porque por todos es sabido que en boca cerrada no entran moscas. Y al perder incentivos pues la vamos arrinconado, que no perdiendo. Nos conformamos con lo "suficientemente bueno" o "lo menos malo" nos evadimos con simplezas y mira, a mí que me registren que yo solo quiero que me dejen en paz. Y el precio a grandes rasgos es que leemos menos, escuchamos menos y reflexionamos menos. 

Ahora les ha dado por alertarnos que una vida sin curiosidad y sin incentivos intelectuales parece que nos acorta la vida, nos predispone a padecer Alzheimer o cuando menos a tener una vejez de asco. Porque la curiosidad activa positivamente nuestro cerebro y cada vez que una curiosidad cualquiera se ve satisfecha, nuestro cerebro despliega la misma química que cuando comemos un trozo de chocolate. Así es, somos más felices. 
Por tanto, verás por ahí rondando artículos sobre qué hacer para recuperar la curiosidad con consejos facilones en plan " entra en la cultura del porqué" "pierde el miedo al error" "rechaza la angustia por el no saber" "aprende a aburrirte"... cosillas en esta onda que hacen que por un momento te replantees tu esquema de cosas en la cabeza. Pero cuidado, recuerda al gato. No vayas por ahí pregonando en plan curioso con cualquiera. Rodéate de personas que sepan cosas interesante y aprovecha pero no vayas de curioso indiscriminado que la broma te puede salir cara. Vamos, digo yo, que lo mismo me equivoco.

A mí la curiosidad me llevó a estas tortitas de avena a las que le he añadido calabaza y especias. Y tan bien, que me han encantado. Para hacerlas más importantes, caramelicé las nueces, que desde hace meses no hay día que no me zampe unas cuantas, con un poquito de sirope de arce y no te imaginas lo grandiosas que están. Para darle un toque fresco al asunto, pues un puñado de arándanos que nunca fallan. Y a disfrutar que son dos días.

Ingredientes:
  • 150gr. de calabaza asada o cocida
  • 100gr. de avena (mejor molida)
  • 2 huevos
  • 100ml. de leche
  • 1/2 cdta. de polvos de hornear
  • canela, vainilla y allspice a tu gusto
  • 1 cucharada de sirope de arce
  • mantequilla para mojar la sartén
  • a la hora de servir: nueces caramelizadas con un chorrito de sirope de arce y arándanos

Preparación:
  1. Mezcla todos los ingredientes en la licuadora o con la batidora.
  2. Pon a calentar una sartén antiadherente a fuego medio, pon un poquito de mantequilla y sirve como un cazo de masa. Cuida que no sean muy grandes para que puedes voltearlas sin romperlas (la masa es algo más sensible que la masa clásica). Haz tantas tortitas como desees.
  3. En la misma sartén, pon un poquito de mantequilla, añade las nueces y el chorrito de sirope. Carameliza unos segundos y sirve sobre las tortitas. Acompaña con unos arándanos o cualquier otra fruta que te apetezca.

ME APETECE

 
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