Flan de caquis y chocolate con nueces caramelizadas

Concepción Arenal dijo que cuando la culpa es de todos, no es de nadie. No tengo ni idea de si eso es bueno, malo o mejor que peor. La culpa es tan retorcida que no es fácil de racionalizar y menos aún cuando la tipa transita en ambas direcciones. Creo que no me equivoco en exceso si digo que siempre va acompañada de daños, inmadurez emocional en mayor o menor medida, permanente o transitoria, y algo de ego maltratado bien sea por exceso o por carencia.

En cualquier caso o situación, analizar como canalizamos la culpa dice mucho sobre nosotros mismos. Los victimillas de la vida la adoran; nada más reconfortante que extender el dedo acusador y buscar nuevas vías de ensanchar sus pleitos de medio pelo manipulando a su audiencia. Entre otras cosas, porque cualquier persona medianamente sensata no va contradecir al victimizado por esa responsabilidad no escrita de no abusar del prójimo en horas bajas así que los damnificados por su propio teatro obtienen de este modo la atención que necesitan para mangonear a su entorno a puro antojo.

Para cualquier persona con el ego de capa caída, culparse a sí mismo puede ser mortificador así que recurrir al famoso dedillo pues es casi disculpable ya que de puro sin querer se obtienen resultados fabulosos en cuanto a reducir la culpa, la vergüenza, la frustración... mecachis, las vías rápidas suelen ser algo mezquinas. Pero, oye, cada uno gestiona como puede y si una vez malversada la culpa, uno reflexiona y reconduce sus actos de forma correcta -o más positiva- pues mira, experiencias que nos enseñan a vivir. 
Pero el de ego gordo, ese -ay ese- desplegará todo tipo de triquiñuelas para señalar sin tregua al vulnerable, al confuso, al errático ocasional... a quién se le ponga por delante, vamos, con una capacidad de criticar al paso lo ajeno casi infinita. Estos no se cansan jamás, son imbatibles, y todo su exceso de ombligocentrismo y vanidad se mide a la par con su insufrible capacidad de marcar como chungo, feo, absurdo, cutre, birrioso o hasta cosas peores cualquier circunstancia del prójimo sea pariente, amigo, compañero o personaje de los de "yo pasaba por aquí".

En fin, que como una vez oí decir en CSI Las Vegas, todos al microscopio estamos sucios -o algo así que de eso ya hace muchos años- y lo mismo por eso el aforismo de la Arenal suena tan certero. Es verdad que las culpas no nos definen pero mucho ojito a como las gestionamos porque ahí sí que sí; ahí nos van a calar al primer vistazo.

Y respecto a la receta de hoy, que sepas que me genera cargo de conciencia. Culpa, no diría tanto pero el caso es que he sido -y soy- muy crítica con esas recetas virales a lo "con solo dos ingredientes" o tres o cuatro. Videos de 15 segundos donde nos venden requete bien unas guarradas del ocho.

Yo vi un video de esos con dos caquis y tres cucharadas de cacao, dos horas de refrigeración y un flan de choco requete mono. Lo probé. Muy mono pero sabor indescifrable y soso. Es posible que con un poco de azúcar o miel y algo de ralladura de naranja la cosa mejore. Ahí lo dejo. Luego lo probé con chocolate derretido y a mí me ha gustado. Günter dijo que interesante y Lucas que no es su cosa.

Yo si me los como con gusto porque soy sufrida y víctima de mis esfuerzos por reducir carbohidratos aunque lleve dos meses que ya no pierdo ni medio kilo. Pero ahí sigo. En cualquier caso, es un apaño saludable que a mí me ha convencido pero solo me sigue pareciendo algo soso. Necesita acompañamiento. Yo con nueces caramelizadas pero vale cualquier otra cosa que tu mente retorcida imagine (salsa de chocolate, helado...)
Ingredientes para 3 flanes:
  • 2 caquis
  • 125gr. de chocolate al 70%

  • Para las nueces: nueces a tu gusto y 3 cdas. de sirope de arce o miel

Preparación:
  1. Pela y trocea los caquis y los pones en el vaso de la licuadora o trituradora.
  2. Añade el chocolate derretido y tritura hasta que tengas una crema suave.
  3. Reparte la crema en 3 recipientes y deja que enfríe al menos 2 horas en el frigorífico. 
  4. Puedes servir con nueces caramelizadas: las pones en una sartén a fuego medio alto junto con el sirope de arce o miel y mueves hasta que queden caramelizadas.

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