Choco pudding tiramisú en vasitos

Hoy, además de las elecciones europeas, en Austria es también el día del padre. Día bonito que hemos pasado en familia pero muy empañado con el come-come de los resultados electorales. Aquí ya se conoce la tendencia del voto y, como ya se vaticinaba, la ultraderecha ganará con soltura. Aquí, por cierto, cuando les dices que los del Partido de la libertad austriaco son los descendientes del nazismo, te dicen que flipas en colores, que aquí no hay nazis. La teoría es un poco infantil pero efectiva: negar la mayor y que salga el sol por Antequera. Si hablas con la gente más joven -la que vota sin pudor alguno a los nacionalismos de corte autoritario- llegan incluso a teorizar con la idea de dictadores buenos; ¿Por qué no? porque si son horrados, gobiernan bien y protegen las instituciones ¿Qué tiene de malo? la gente es inculta y necesita que la guíen ¿Qué puede salir mal? Pues que lean a Lenin y a su dictadura del proletariado para proteger al pueblo de su propia ignorancia, a ver que tal les fue.

Cómo explicar que la libertad, ecuánime y consecuente, se ha construido a lo largo de la historia dejando regueros de sangre, torturas e injusticas. Tanto dolor. Tanto. Que cuando se pierde ya no se puede arreglar. No puedes pillarte la pataleta, salir a manifestarte y confiar que todo, por sí solo, volverá a su cauce democrático solo porque piensas que es injusto. Madre mía, cuantos años de lucha y con qué facilidad se desmorona todo. Es asombroso que en unas Europeas, la mayoría del voto vaya a los partidos que están en contra de la Unión Europea. Es casi de chiste.
La verdad es que algo hemos tenido que hacer fatal para que la gente joven, las generaciones de la esperanza, voten en contra de sus propios intereses. Los déspotas gobiernan para ellos y los suyos a costa de la pobreza y la miseria del pueblo. Esto ha sido siempre así y no hay más. Un centro-derecha democrático debería fomentar el enriquecimiento repartido y solidario, y por supuesto, luchar contra la pobreza. Es terrible ver que las líneas rojas entre unos y otros hoy en día no son visibles.

Estos días hablamos mucho con Lucas de todo lo que está pasando en el mundo. Siempre termina con las mismas coletillas: la peña es idiota. Y siempre le prevengo: mucho cuidado con eso. No juzgues y busca las claves, el contexto de por qué las generaciones supuestamente mejor formadas y con más visión global del mundo, con un acceso casi ilimitado a la información, eligen vivir en plan zombies, como zotes y con el cerebro apagado. Porque cuando estos se peguen el porrazo y abran los ojos, tendrá que haber una minoría dispuesta a limpiar los escombros de la democracia y volver a reconstruirla. Solo nos queda rezar que no nos cueste la vida de nuestros hijos y nietos. Qué el cielo no lo quiera.


Ingredientes para 6 vasitos:
  • 1 sobre de pudding de chocolate instantáneo (con la leche que adjunte las instrucciones)
  • 250gr. de queso mascarpone
  • 100gr. de yogur griego
  • 3-4 cdas. de azúcar (con 3 me valió)
  • vainilla
  • unas pepitas de chocolate a tu gusto
  • algo de café 
  • bizcochos de tipo soletilla o tiramisú
  • cacao en polvo para decorar

Preparación:
  1. Prepara el pudding siguiendo las instrucciones del paquete. Si usas pudding de vainilla, añade y mezcla unos 100gr. de chocolate derretido y deja que enfríe. Reserva.
  2. Mezcla con ayuda de unas varillas, el mascarpone, el yogur, la vainilla y el azúcar. Cuando tengas una crema suave y sin grumos, añade las pepitas de chocolate. Reserva.
  3. Corta los bizcochitos, y rellena la base de cada vaso. Con una cucharita, echa un poquito de café sobre los mismos.
  4. Añade el pudding de chocolate, un poquito más de bicochitos y la crema de mascarpone. Termina adornando cada vaso con un trocito de soletilla y un poco de cacao en polvo.

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