Barritas de espelta o Dinkelstangen

Siempre que hay jaleo por el mundo -lo que es el pan nuestro de cada día- intento morderme la lengua -en este caso, los dedos- para no dejarme llevar por mis discursos grandilocuentes pero simplones y afectados sobre las injusticias del mundo. Lo intento pero no lo consigo. Ayer le di la chapa a mi pobre hijo Álvaro y es que estaba atragantada con un nudo bestial a costa de la masacre en Gaza. Ahora te toca a ti, querido lector, y no porque quiera darte la chapa en plan gratuito sino más bien con una intención preclara de reflexionar sobre esta tragedia lejos de las mierdas que nos están contando.

Sobra decir, que éste no es un conflicto geopolítico estándar. Se resume rápido: caída del Imperio Otomano y tras la 1ª Gran Guerra los ingleses se hacen con Palestina que no es país; es eso, un trozo de tierra que han dejado los turcos. Los ingleses empiezan a prometer y a prometer a unos y otros. Después de la 2ª Guerra están hasta el gorro y tienen un montón de judíos supervivientes que no quieren quedárselos en Europa. EEUU dice que nones y como quieren quitarse el protectorado de en medio -porque la cosa estaba calentita y ya no tenían ganas de guerrear- dejan que los principales protas se repartan el botín: se crea el estado de Israel y cinco hienas se lanzan sobre el resto del protectorado: Transjordania, Egipto, Siria, Líbano e Iraq. Y de aquí en adelante son guerras a ver quien es más fuerte y se queda con el trozo de frontera más grande. O sea, Israel.
Y al ganar terreno Israel, se hace sonora la reivindicación del pueblo árabe que lleva viviendo en esas tierras durante siglos: queremos ser un estado independiente y sin judíos. Y la ONU les ignora, hasta el día de hoy. Y se lo merecen, vaya que sí se lo merecen. Se merecen que en algún momento del pasado reciente se hubieran sentando a firmar una paz duradera y con garantías internacionales. Y del mismo modo que se creó el estado de Israel se tenía que haber creado el estado Palestino sin las zarpas de las cinco hienas. Y cada mochuelo a su olivo.

Pero no, porque no es una lucha territorial. Es teológica. Es una guerra santa. Una democracia monstruosa -porque es la fuerte, la que tiene pasta para defender a su gente y matar al enemigo- y una teocracia -que impone su palabra con el látigo- vestida de corderito solo porque es la débil y su capacidad de matar y defenderse es infinitamente menor aunque no te quepa duda que en cada oportunidad que tiene de hacer el mal, lo hace. A estas alturas, nadie quiere la paz porque ¿Hasta dónde llega el derecho a defenderse? ¿Cómo se neutraliza el odio? Amado Nervo dijo "El miedo es más injusto que la ira" y cuando el miedo es por tu propia vida y por la de los tuyos, la ira se torna salvaje y atroz. 

Y como en todos los conflictos, la desinformación y la deshumanización es una de las estrategias más efectivas. Se exhiben los muertos -niños, niños y niños- para criminalizar más si cabe al enemigo pero yo me pregunto de forma machacona ¿por qué no han evacuado a la población como ha hecho Israel? ¿por qué las hienas no abren sus fronteras y ofrecen ayuda humanitaria? ¿por qué ningún actor en esta atrocidad está haciendo algo por la población civil? ¿por qué no vemos ningún casco azul abriendo paso y evacuando civiles? Se puede decir más alto pero no más claro: los civiles no son objetivos. Los civiles no son escudos humanos. A los civiles y en especial a los niños, hay que sacarlos de esta perversidad pero... ¿qué? Es terrible lo que voy a decir pero tiendo a pensar que los niños muertos solo nos importan al resto de democracias que estamos indignadas y de puro sin querer -o no- tomamos partido a favor de la injusticia vitoreando consignas a favor de una de las bestias que azuzan en este conflicto. 

Nos están haciendo el pino-puente. No entres en esto. Malo es el que mata. Esta es una guerra de malo contra malo que manejan el miedo y el odio con maestría y en la que ganará el más fuerte como ha ocurrido siempre. Y todos, bestias, hienas o mirones en este conflicto nos estamos deshumanizando a marchas forzadas. 

Ingredientes para 8 barritas:
  • 450 gr. de harina de espelta (o de trigo pero de fuerza)
  • 50 gr. de fécula de patata (o de maíz como Maicena)
  • 1 sobre de levadura seca de panadero o 30 gr. de levadura fresca
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 cucharada de miel
  • 300 ml. de agua templada
  • Unos 20-30gr. de mantequilla derretida
  • Un poco de leche para pincelar
  • Semillas a tu gusto para cubrir

Preparación:
  1. En un bol, mezcla por un lado los ingredientes secos. La miel y la levadura las mezclas en el agua templada y lo añades al bol. Amasa en un procesador de alimentos o con unas varillas eléctricas. Deja que la masa repose entre 1 y 2 horas.
  2. Una vez leudado, corta la masa en 8 porciones. Amasa con las manos brevemente para desgasificar la masa y haz una bola con cada porción.
  3. Estira cada bolita dándole forma de torta. Pincela con un poco de mantequilla derretida y enrolla la barrita (mira la foto del paso a paso).
  4. Una vez que tengas todas las barritas, pincela con leche la superficie y espolvorea las semillas. Deja reposar unos 20-30 minutos.
  5. Precalienta el horno a 190ºC. Hornea los panecitos usando un papel de hornear para que no se peguen a la placa del horno. En 20-25 minutos estarán listos.

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