Buñuelos o rosquillas de patata

coquinario, ria
Del lat. coquinarius.

1. adj. desus. Perteneciente o relativo a la cocina.

2. m. desus. cocinero.

coquinario del rey

1. m. Dignatario que en las cortes de los antiguos reyes cuidaba de lo que estos habían de comer.

Hay palabras en vías de extinción y esta de hoy es una de ellas. Tuve el gusto de conocerla hace unos días y de pura casualidad. Ya no recuerdo dónde ni cómo pero la apunté para no olvidarla. Tan escueta es su definición que no me vino a aportar nada así que tiré del Sr. Google para alumbrar mi curiosidad pero mira que tampoco di con gran cosa. Parece que hasta los dioses se han olvidado de la palabreja; o casi porque en la Biblioteca Cervantes he encontrado un artículo de hace siglos (1988) donde el articulista, que resulta ser gastrónomo además de filósofo, hace un refrito mental sobre la fe coquinaria. Con un par me lo he leído enterito y eso que el autor es de pluma pedante y elitista hasta decir basta pero en su defensa diré que su redacción no está pensada para que una paletita y guisandera como yo reflexione sobre la coquinaria existencialista.

Así que intentaré, por milésima vez, hacértelo corto.  El artículo pretende analizar lo verdadero y lo falso en la alimentación. Para ello, nos lleva al principio de los tiempos pero nos ahorra el paso por la nebulosa. Empieza el día en el que Yahvé explica a Moisés y Arón qué animales se pueden comer y cuales no por ser "inmundos". ¿Razón? ¿Motivo? Pues nos hemos quedado sin saberlo. Éste es el problema de la fe ciega, que no es curiosa y no le da por preguntar y como Dios hace siglos que no nos dirige la palabra pues aquí estamos, a dos velas. Ahora, que yo le entiendo porque si abriera el hilo de nuevo no quiero ni imaginarme la cantidad de tonterías que le íbamos a preguntar y mira, eso tiene que dar mucha fatiga por muy Dios que seas. 

Acto seguido, el autor salta del dios bíblico a la diosa ciencia. No sé si por misoginia divina o por negacionismo coquinista, pero pone a la diosa dietética a bajar de un burro. Argumentos no le faltan: dietas absurdas, satanización de alimentos hoy y estudios que después demuestran lo contrario, la ciencia del peso y la medida como si la precisión científica fuera irrefutable ante el cazo y la sartén... bueno, no lo ha dicho así pero te lo interpreto con libertad para que se entienda porque tras poner a los "diosecillos científicos" -como él los llama- a bajar de un burro, entra a saco con una verbosidad irrefutable a exponer los alimentos rousseaunianos en vías de extinción, que no son otros que los alimentos naturales y artesanales de toda la vida sin procesar, sin hormonar y sin falsificar.
En este punto, y a mi manera de entender, juraría que el firmante sufre cierto cólico nostálgico y recurre al recuerdo de las abuelas -cualquier abuela, matiza- y de sus chocolates espesos, sus mermeladas y sus arroces con leche como si fueran platos a punto de perderse para siempre y, viniéndose arriba, arremete contra los amantes de las dietas integrales, cultivos biológicos, los anti conservantes y colorantes, los vegetarianos y se burla de esas estéticas bucólicas que los coquinarios naturistas usan en sus bibliografías comparándolos con panfletos de los Testigos de Jehová. 

Y a partir de aquí ya no merece la pena ni que te cuente más porque todo es puro empacho a lo "el alimento como degeneración y decadencia" -adivina cual- y "el alimento como adecuatio al espíritu lúdico". Y finalmente concluye, buscando la complicidad del lector, que nada se puede hacer ante tanta adversidad y falsedad  coquinaria porque comer es una "cuestión de fe en el destino tanto o más que en la ciencia".

Pues mira, voy a poner un par de puntos sobre las ies. Para empezar, en las cosas de buen yantar, hay que ser ante todo sensato y realista. En este país quien ha alimentado, siempre, han sido las madres, las guisanderas y las cocineras empleadas en las casas de bien a las que pagaban con sueldos de miseria y se alimentaban de las sobras que dejaban los señoritos. Todas nuestras mujeres hacían maravillas con lo poco que tenían -porque necesidad se ha pasado y mucha-  y nos han dejado a las cocineras y guisanderas de diario de hoy en día -¡presente!- un legado culinario y un buen juicio en la cocina que ya quisieran otros. Y este buen juicio tan solo es ensombrecido por aquellos que cuando tuvieron la oportunidad y el atril para hacerlo, no pelearon lo suficiente los oficios de la gente sencilla; vaqueros, lecheros, hueveros, pastores, agricultores... un largo etcétera de artesanos y gente sencilla que al desaparecer sus faenas, nos han dejado este panorama de podredumbre alimentaria. Y que nadie diga que estos oficios desaparecieron porque nadie quería hacerlos. Mentira. Desaparecieron porque las multinacionales, de la mano de nuestros gobernantes, se los llevaron por delante y sin pestañear.

Tengo la suerte de vivir en un país donde el granjero está protegido para que no desaparezca y que así podamos seguir consumiendo leche de vacas que pastan libres de glifostatos,  huevos de pollos que viven con dignidad, harinas sin manipular y sin envenenar, etc. etc. etc. Ésto lo protege el gobierno y lo secundamos los ciudadanos gracias a aquellos pirados en plan Testigos de Jehová que en los años 80 pelearon con uñas y dientes por un mundo más sano y menos tóxico. 


Ingredientes:

  • 300gr de patatas cocidas y peladas
  • 300gr de harina de fuerza
  • Un sobre de levadura panadera
  • Una pizca de sal
  • 75gr de azúcar
  • Ralladura de naranja
  • 2 huevos
  • 80gr de mantequilla blanda
  • Aceite para freír
  • Azúcar para rebozar

Preparación:
  1. Mezcla todos los ingredientes a mano o con un procesador de cocina. Deja q leve un par de horas.
  2. Extiende la masa en la encimera dejando un grosor de unos 2cm. Corta la masa con un cortagalletas redondo de 5cm. Con el palo de una cuchara de madera haz el agujero central. Si giras el palo el agujero se hará más grande.
  3. Fríe en abundante aceite a fuego medio para q no se queden crudos por dentro. Deja q escurran sobre papel de cocina y reboza en azúcar aún en caliente.

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1 comentario

  1. Hola preciosa. No te he olvidado, que conste, es que llevo unos años jodidos y me paseo poco (o prácticamente nada) por los blogs amigos.
    Decirte que envidia que en ése país donde vives el agricultor/ganadero, estén protegidos. Ya podría aprender nuestro gobierno (porque no defienden lo nuestro, aún sabiendo que es de lo mejor que se puede encontrar en el resto de Europa.
    Decirte que he venido a saludarte, decirte que me sigue encantando leerte y ver tu cocina (y por supuesto a por un par de rosquillas de patatas o papaviejos que tanto me gustan, jejeje.
    Un beso gigante muakkkkkkkkkk

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