Pinchitos de pavo y calabacín

discernir
Del lat. discernĕre.
Conjug. modelo.
tr. Distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas. Comúnmente se refiere a operaciones del ánimo.
tr. Conceder u otorgar un cargo, distinción u honor.

El derecho a discernir en términos jurídicos, no expresa un derecho como tal sino todo lo contrario, puesto que se refiere a la obligación de distinguir entre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, a ser responsable a la hora de tomar decisiones y en caso contrario, un juzgado te puede deshabilitar y entender que no estás con plenas facultades declarándote incapacitado legal para realizar ciertos actos jurídicos sin que un representante decida por ti.

Esto le pasó a Britney Spears por ejemplo, lo mismo que a otras celebridades de Hollywood con mucha pasta donde por miedo a que se fulminaran el patrimonio en banalidades, sus progenitores airearon sus trapos sucios públicamente para hacer que un juez les hiciera responsables a ellos de los cuartos y las mansiones. Estos son casos a gran escala pero con pleitos de andar por casa, los juzgados están llenos de hijos que no quieren que sus padres les deshereden o tan solo que gasten su patrimonio con nuevos amores, amigos o caprichos y piden fervientemente que incapaciten a sus papis del alma para que no gasten ni un euro más del necesario.

¿En serio que la cosa va de distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿lo justo y lo injusto? de ser así, ni Trump ni Putin tendrían acceso al famoso botón rojo de las armas nucleares, ni Netanyahu estaría cometiendo la masacre en Gaza, ni tantos millonarios descerebrados estarían repartiéndose el mundo a sus anchas; y no para comérselo, sino para dejarlo pudrir. Ascazo, oiga.
En cambio, sí soy muy fan del derecho a discernir en la vida cotidiana como un rayito de esperanza que nos ayude a evaluar las distintas opciones que tenemos a mano y elegir la mejor alternativa, de forma responsable y por su puesto teniendo en cuenta siempre las posibles consecuencias de nuestras decisiones. Bah, lo escribo y me da la risa. Suena tan ñoño.

Pero entre medias del discernimiento ñoño y el legal, está el democrático, el derecho -ahora sí que sí- de tener la libertad de expresar desacuerdo con opiniones o decisiones ajenas, siempre y cuando estos juicios de valor se hagan dentro del respeto al próximo algo que parece que no tenemos nada, pero nada claro. 

Primero por una cuestión práctica algo desdibujada: no sabemos distinguir entre hechos y opiniones. Esto nos genera un estrés intelectual del copón. Cada vez es más común ver gente influyente y de poder colándonos hechos a la imagen y semejanza de sus doctrinas haciendo que cualquier debate sea infructuoso y desalentador. Qué pereza. Y es que cualquier hecho, si lo sacas de su contexto, lo puedes adaptar a tu relato por muy poco ético que sea. Lo vemos a diario con políticos y periodistas que nos manipulan hasta el aburrimiento con estas tácticas. 
Y luego di algo. Expresa tu opinión y te van a devorar unos y otros a las primeras de cambio. Hoy eres facha o comunista -o las dos cosas- a nada que se te tuerza el renglón y el manual de frases y adjetivos faltones está en apogeo promovido, claro, por los propios políticos desde sus púlpitos, porque saben que cuanto más estrafalaria y feroz es la faltada, más eco y repercusión tienen.

Y si los que deberían dar ejemplo, los que moralmente tendrían que estar capacitados para debatir en términos más respetuosos, alentando a los suyos, por supuesto, pero sin faltar a los que no piensan igual, demostrando que el derecho a la libertad de pensamiento y la pluralidad de una sociedad sana es su pilar fundamental, si esto no cala en los líderes, que podemos esperar de sus seguidores que por lo que sea les encanta servir al de arriba y en cuanto se les azuza, hacen linchadas y escraches con una furia salvaje más propia de bestias rabiosas que de seres racionales. 

En fin, que conste que no busco pinchar en absoluto. Yo lo que pretendo es que pruebes estos pinchitos de carne de pavo con calabacín que han gustado mucho en casa y que vuelve a ser una receta con la que mantener contento al anti calabacín de la casa, que cada día está más dispuesto a reconocer públicamente que el calabacín, bien cocinado, está de vicio.
Ingredientes:
  • 500gr. de pavo molido
  • 150gr. de calabacín
  • 80gr. de pan rallado (o pan duro)
  • 50gr. de queso parmesano
  • 1 huevo
  • sal y pimienta
  • opcional: cebolla y/o ajo en polvo

Preparación:
  1. Pon todos los ingredientes en el procesador de cocina y haces una masa con ellos. Coge porciones de la masa, le das forma alargada y lo ensartas en un palillo de pinchitos.
  2. En una sartén o parrilla, haz los pinchitos con un poquito de aceite de oliva. Sírvelos con la guarnición que más te guste.

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