Pasta con calabacín y salchicha

embrutecer 
De en-, bruto y -ecer.

Conjug. c. agradecer.

1. tr. Entorpecer la capacidad de razonar de alguien hasta casi privarlo del uso de la razón. U. t. c. prnl.
La lucha contra el embrutecimiento social no es un fenómeno nuevo. Es algo que los filósofos y pensadores llevan haciendo toda la eternidad aunque este tipo de reflexiones han ido en auge durante el SXX. Guerras, entre-guerras, depresiones económicas, dictaduras... la historia está llena de esperpento y horror y el ser humano se ha preguntado siempre el porqué de tanta inmoralidad social, económica y política. Escucho más de lo que me gustaría, decir eso de que la modernidad, los jóvenes en definitiva, son los responsables de la amoralidad y decadencia de nuestra sociedad. Pero esto solo puede ser fruto de mentalidades cortas de entendederas o lentas a la hora de sumar dos más dos porque eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor es la mayor de las falsedades. Es una broma que nos gasta nuestra memoria, que nos embellece los recuerdos pero poco más. 

No, no estamos tan mal pero vamos camino de estarlo. Porque ese embrutecimiento vuelve a echar raíces y nos está arrastrando a todos. Tenemos ceguera, desmemoria y cinismo. Ese doble rasero de toda la vida se ha alicatado de estupidez de arriba a abajo; y es una estupidez muy narcisista que ha crecido como la espuma de la mano de las redes sociales y del fenómeno influencers. Damos crédito antes a un personaje popular que no tiene ni idea de lo que habla, que a un experto bien informado. Y lo de los bulos ya es de parranda; los desmontas y aún así la gente insiste. Somos ignorantes por propia voluntad. Durante muchos años hemos creído que con tener una democracia y una formación cultural -profesional- basta para una sociedad saneada, más responsable y civilizada. Y entonces, ¿qué nos está pasando?
En lo que nos es posible alcanzar, el único sentido de la existencia humana consiste en encender una luz en las tinieblas del mero ser.
Carl Gustav Jung
Pues parece que nos hemos pasado de rosca. Somos una sociedad egoísta y egocéntrica, sin más ojos que para el ombligo propio, que vive obsesionada con tener y acumular riqueza a cualquier precio. Y ese no era el plan. ¿Riqueza? sí, pero repartida y nunca a costa de los pobres porque sí, podríamos haber abrazado un capitalismo abierto y basado en pequeñas riquezas pero nuestra arrogancia como sociedad mira con mejores ojos a las oligarquías podridas en dinero y poder que en sufragar a los necesitados. Hablamos de subsidios para gente sin ingresos y se alzan miles de voces diciendo que los vagos, sin ganas de trabajar, van a arruinar a la gente trabajadora. O que los inmigrantes reciben más ayudas económicas que los lugareños. Y bajo estas simplezas, dejamos que la pobreza se ahogue en el mar intentando llegar a nuestras costas y que miles de familias en España no tengan comida que ofrecerle a sus hijos. Y en este punto, es donde la estrechez del alma se alía con la intransigencia intelectual, amasando una amalgama embrutecida que niega lo que no le encaja en su esquema ombligocentrista del  famoso "Ma-me-mí-conmigo".

El embrutecimiento es estupidez en estado puro. Y como dijo Albert Camus, la estupidez siempre insiste. Preferimos ser idiotas socialmente respetables que personas conscientes, con capacidad autocrítica y determinación por cambiar las cosas. Ojo, cambiarlas, no pedir que nos las cambien y nos las sirvan en bandeja. Eso no existe, no ha existido nunca por mucha revolución que nos saquemos de la manga. Porque las masas son fáciles de manipular pero el individuo que piensa, que cuestiona y reacciona es invencible. Y nadie quiere eso. Por eso se nos educa para ser obedientes y buenos trabajadores. Nos ponen la cabeza como un bombo con sobre información, bulos y sensacionalismo. Rendirnos al embrutecimiento parece irremediable.


Ingredientes para 2 raciones:
  • 250gr. de pasta a tu gusto
  • 2 salchichas frescas tipo toscana
  • 1 chalota picada
  • 1 diente de ajo
  • 1 calabacín pequeño troceado sin pelar (he usado la variedad amarilla)
  • un puñado de tomates cherries a tu gusto
  • 1/2 vaso de vino blanco
  • sal y pimienta
  • queso parmesano 
  • albahaca u orégano fresco 

Preparación:
  1. Cuece la pasta en abundante agua con sal.
  2. Mientras, dora en un poquito de aceite la chalota muy picada y el ajo entero. Cuando dore un poco añade las salchichas, sin la piel y cortadas en menudo. Rehoga un par de minutos.
  3. Añade los calabacines, después los tomates y por último el vino. Salpimienta y deja que reduzca un poquito (3-4 minutos). Retira el ajo.
  4. Añade la pasta cocida y escurrida, liga con la salsa. Sirve rápidamente con un poco de hierbas frescas a tu gusto y queso parmesano

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4 comentarios

  1. Personalmente creo que el embrutecimiento es una cualidad del ser humano, por muy cultivados que estemos, hay una vena bruta que nos sale en algún momento, pero de nosotros depende aprender a controlarla para que no ocurra ningún estropicio debido a su ira. A mi me ha salido la deboradora cuando he olido esta pasta tan rica, me va a costar no tirarme a por ella.
    Bss

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    Respuestas
    1. jajajaja! sí, y tan rica. La hemos preparado dos veces en nada de tiempo porque se nos quedó metida entre ceja y ceja.

      Y sí, tienes razón. No es cuestión ni de inteligencia ni de cultura. Es un asunto de moralidad que además no es innata. Hay que inculcarla y ese es el asunto; los niños aprenden no de lo que les contamos sino de lo que ven. Un besazo

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  2. Al principio había leído calabaza, luego me he dado cuenta de mi error, pero también me ha parecido apetecible. ¿Qué te parece?

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  3. Me encantan los orechiette, me parece una pasta deliciosa y la tuya vamos, buenísima. El embrutecimiento de las personas sucede en todos los niveles, gente educada y gente que no, los momentos de pandemia han sacado lo peor y lo mejor de todos....momentos difíciles que espero no nos hagan mas brutos todavía.
    Un beso reina
    Marialuisa

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