Muffins de avena y queso quark o haferflocken quark muffins

1.796, Edward Jenner demostró que la propia viruela podía proteger contra la viruela. Su primera vacuna era de viruela de vaca algo que a los obispos ingleses les pareció una aberración; ¿contaminar las almas de dios con podredumbre de una bestia? No le quemaron porque lo de las hogueras ya no se llevaba y porque la vacuna empezó a salvar muchísimas vidas, críos sobre todo, y a medida que avanzaba el siglo, el estado después de ofrecer vacunas gratis sin mucho éxito en el ámbito rural, proclama la obligatoriedad de vacunar a los niños menores de 14 años. Y se lió parda: las pequeñas ligas antivacunas del país se unieron en la Liga de Leicester quienes introdujeron un nuevo escenario en las protestas: la libertad, y sobra decir que eran tiempos de revolución social y proletaria donde librarse del yugo de las clases altas les estaba costando a la gente mucho pero que mucho sudor y lágrimas. Así que basándose en los valores éticos de John Stuart Mill que estaba muy de moda, hicieron bandera con el concepto de la libertad social por encima de la tiranía de la mayoría. Textualmente "Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su espíritu. el individuo es soberano". Todo tiene su trampa, claro, porque este señor también decía que "la única razón legítima para usar de la fuerza contra una persona es la impedirle que perjudique a otras". 

En cualquier caso, las protestas se basaban en objeciones políticas, religiosas y, por supuesto, científicas. No olvidemos que fuera de las ciudades, no había muchos médicos y la gente corriente no podía pagarlos, así que se tiraba mucho de curanderos que estaban siempre a la gresca con los avances científicos. Y este enfrentamiento entre ciencia y pseudociencia se convirtió en conflicto abierto y descarnado, donde se manejaban las muertes y los fracasos científicos para desacreditarse mutuamente. Y en medio, la gente, muy confundida sin saber que hacer para mantener a sus hijos con vida y a salvo de la enfermedad.
El tiempo puso las cosas en su sitio. Las vacunas se fueron mejorando y cada vez tenían más éxito, los anti consiguieron que se aprobara la objeción de conciencia y a medida que se vacunaba a la población, las epidemias fueron cesando. En 1.959 se puso en marcha el programa mundial de erradicación de la viruela que culminó 17 años después en Somalia, donde se registró el último caso de viruela en el mundo.

Las protestas continuaron sobre todo tras la 2ª Gran Guerra. Escándalos como el Experimento Tuskegee donde el departamento de salud estadounidense utilizó de conejillos de indias a aparceros afroamericanos para ver hasta donde llegaba la sífilis, o la exposición a radiación nuclear, o áreas de población rociadas con virus de la tos ferina, etc. etc. etc. En definitiva; tantas han sido las aberraciones hechas por las autoridades que la credibilidad en el el concepto "gobierno" está desde entonces en entre dicho, lo que ha disparado sin remedio la cultura de la conspiranoia y encima, los escándalos de las farmacéuticas no son más que leña a este horno.

Y así dio comienzo este siglo, marcado por esa creencia desde cierta parte aburguesada y snob de la sociedad, que ha defendido que las vacunas eran innecesarias en un momento donde en Europa casi todos los niños estaban vacunados y por tanto, la posibilidad de contraer enfermedades con riesgo de muerte ha sido muy pequeño y más teniendo en cuenta que en cualquier momento que un crío entra en estado crítico dispone de hospitales y los mejores recursos. El ambiente general, por tanto, era de bajo riesgo. Hasta esta pandemia.
Y se nos ha escapado el asunto de las manos. Como ya pasó, se ha politizado y radicalizado de tal manera el concepto vacuna sin distinciones ni contextos, que no hemos sabido gestionar la que se avecinaba. Ahora, en Viena -por poner un ejemplo- las protestas de familias acomodadas, progres y naturistas que estaban en contra de máscaras y vacunas, han dado pie a que dichas manifestaciones las lidere la ultraderecha, con esas pancartas y eslóganes de corte social-nacionalista, reclamando libertad, que ponen los pelos de punta.  Y una vez más, tal y como ya pasó con la viruela, parece que el tiempo y las cifras dan la razón a la ciencia. 

Si bien es cierto que en nombre de la ciencia se han cometido demasiados crímenes, no lo es menos que los muchos médicos y científicos que nos tratan a diario buscan soluciones y curas sin descanso. Se están dejando la vida en ello y eso, para una sociedad culta y humanizada, debería valer mucho.

Nota (a 21 de febrero): acabo de leer este hilo en Twitter. Lo dejo por alusiones. Muy interesante así que no te lo pierdas.



Ingredientes:
  • 250gr. de queso quark (Topfen)
  • 100gr. de copos de avena
  • 70gr. de harina repostera
  • 100gr. de azúcar
  • 3 huevos
  • 3 cdas. de aceite suave
  • ralladura de limón
  • 1 cdta. de polvos de hornear
  • 1 taza de arándanos, frambuesas o banana

Nota antes de empezar:
  • Son unos muffins altos en proteína y bajos en carbohidratos pero no he renunciado al sabor porque sino en casa no los comen. En cualquier caso, si los quieres más rebajados aún, reemplaza la mitad de azúcar por una banana.
  • Hice una glasa de queso y limón para quien los quisiera más sabrosos. Tuvo éxito. Usé: 3 cdas. de azúcar glass, 3 cdas. de queso fresco de untar, unas gotas de limón concentrado y ralladura de limón muy muy picada.

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC.
  2. Mezcla en un bol todos los ingredientes, menos la fruta, con ayuda de una batidora eléctrica. Añade la fruta (usé arándanos) y remueves con una cuchara.
  3. Llena los moldes y hornea hasta que tengan color dorado y al presionar un poquito por encima veas que están consistentes. Deja que enfríen por completo.

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