Garbanzos con calabacín en salsa de cúrcuma
Nos victimiza a veces pero con razón. Nos alejamos del saber, del pensamiento, del silencio vital a favor de una esclavitud social que nos quieren siempre agotados, sumisos del trabajo, las modas, las redes sociales. Y somos victimas sí o sí porque o estás dentro del sistema que solo quiere que trabajes y consumas o eres un paría o algo peor. Porque no tener trabajo significa no tener techo ni comida y lo único que te queda es la marginalidad en mayor o menor medida.
Claro, él usa frases brutales y hermosas para contar lo que todos sentimos y que expresamos soltando sapos y culebras por nuestra boca y justo por eso, me parece muy merecido el premio porque vivimos tiempos oscuros para la comunicación y las humanidades.
Pero como somos muy puñeteros de serie, estoy leyendo críticas hacia él que me rompen un poquito las pelotas si se me permite decirlo. Que en X le crezcan los haters es normal porque allí hay granjas-escuelas de personal destructivo, odiosos sistemáticos y difamadores por deporte; pero que en medios, más o menos relevantes, tiren de crítica simplista sin contextos definidos -ya que cortas trajes, colila, por lo menos cúrrate los argumentos- y de juicios a la ligera pues se me agria hasta la bilis, para qué mentir.
Le ningunean tachándolo de panfletista moralista, universitario insatisfecho y descontento que critica la sociedad y nuestro tiempo pero no aporta nada para remediarlo. Qué despropósito. ¿Es acaso esa la misión de un filósofo? Sócrates, Platón, Aristóteles, Rousseau; Foucault o Kant ¿acaso ellos lo hicieron? ¿terminaron ellos con las guerras, las dictaduras, las injusticias sociales? Pero que tonterías hay que escuchar.
Si en lugar de criticar tanto a la ligera, los comunicadores, ya sean profesionales o influencers, se dedicaran a reflexionar con más humanidad y criterio, lo mismo, así podrían llegar a concienciar más y mejor a la gente de los problemas que nos invaden. Porque localizar, admitir y reflexionar sobre los problemas es lo que hace que los podamos afrontar.
Ojalá escucháramos más y mejor sin tener las escopetas cargadas listas para acribillar cualquier argumento crítico que hable de radicalización, del peligro de las IAs, de las pantallas, de las redes sociales... y ahí es donde también le hurgan la nariz: populista, simplón y hasta le tachan de dedicar párrafos y párrafos a la idiotez.
Pues ojalá hubiera más idiotas y menos arrogantes y menos narcisistas y menos... menos cantamañanas como el que termina su artículo diciendo "Tal vez de manera similar, por nuestro propio bienestar, en nuestra época de hablar demasiado y pensar poco, deberíamos aprender la virtud de callarnos".
Eso mismo estoy pensando yo: Ojalá más de uno se aplicara su propio cuento y si quieren criticar, lo cual está fenomenal, pues que lo hagan sin desprestigiar y se abonen al maravilloso mundo de la argumentación positiva y enriquecedora y así de paso, nos ilustran un poquito más al resto de los mortales que no sabemos ni para donde tirar entre tanta comunicación y sobre información insulsa e intrascendente.
Lo mismo, el problema está en su manía de criticar el neoliberalismo y el capitalismo feroz. Lo mismo son ataques de cuernos de aquellos que no quieren entender que la riqueza jamás debemos dejar que se construya a costa del pobre. Y una vez asumido esto, ahí sí, venga, hablemos de posibles escenarios para hacer que todos podamos vivir mejor.
Mis escritos son una denuncia, en ocasiones muy enérgica, contra la sociedad actual. No son pocas las personas a las que mi crítica cultural ha irritado, como aquel tábano socrático que picaba y estimulaba al caballo pasivo. Pero es que, si no hay irritaciones, lo único que sucede es que siempre se repite lo mismo, y eso imposibilita el futuro. Es cierto que he irritado a la gente. Pero, afortunadamente, no me han condenado a muerte, sino que hoy soy honrado con la concesión de este bellísimo premio. Se lo agradezco de todo corazón. Muchísimas gracias.Ingredientes:
- Calabacín a tu gusto
- cebolleta a tu gusto (o puerro)
- 1 bote de garbanzos cocidos
- pimentón murciano (sin sabor ahumado)
- 4-5 cdas. de salsa de tomate
- 1 cda. de mantequilla de cacahuete
- 1 cdta. de cúrcuma
- 1 poquito de caldo de verduras
- 1 lata de leche de coco (400ml. más o menos)
Preparación:
- En una cazuela, rehoga brevemente las verduras con un poquito de aceite neutro. Añade los garbanzos, el pimentón y sigue rehogando.
- Añade la salsa de tomate, la mantequilla de cacahuete, la cúrcuma, el caldo y la leche de coco y deja que cueza unos diez minutos cuidando de que el calabacín no se cocine en exceso ya que pierde sabor y propiedades. Sala si lo ves oportuno. Puedes acompañarlo de arroz blanco.








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