capítulo 1: chocochiflados de corazón

Ya tenía ganas de preparar un especial chocolatero pero ni te figuras lo difícil que ha sido. Madre mía! Qué lucha interior por no coger la tableta y zampármela en un segundín. Y ese hueco, agujero o ... lo que sea que deja su ausencia aún no lo he conseguido calmar. Así que tengo que reconocer que ésta ha sido mi más dura experiencia desde que soy bloguera aunque, como dice el dicho, sarna con gusto no pica. Y qué gusto! Un gustazo la de información que he podido encontrar, la de historias, reflexiones, recetas, estudios, tesis, libros, vídeos, terapias... ¡qué puntazo! ¿Y todo por un alimento? ¿por rico que sea? No me lo creo. Tiene que haber más.


El chocolate ha vivido siempre lleno de secretos, escándalos, dulzuras y amarguras. Durante mucho tiempo su elaboración fue un secreto y tan solo podía ser degustado por la realeza y el clero. Consiguió dividir a la propia iglesia católica enfrentando a los que no renunciaron jamás a su traguito diario con los que lo consideraron un alimento lujurioso. Fue el escondite de venenos donde sus pobres victimas sucumbían a su delicioso sabor sin detectar su fatal peligro. Fue también escondrijo de aguardientes durante la ley seca americana disimulando en su interior ricos licores de frutas...

La nota más amarga de su existencia han sido los muchos siglos de esclavitud que siempre han acompañado al cultivo del cacao. Desde el siglo XVII y a medida que crecía la popularidad del chocolate, los cultivos de cacao se fueron extendiendo por Latinoamérica y los esclavos africanos cada vez eran más demandados. Estas demandas, hicieron que el cacao también desembarcara en África y así ahorrar "costes de envío". Hoy en día no existe la esclavitud, pero ¿sabías que muchas de las personas que recolectan el cacao no han probado nunca el chocolate?



El comercio justo no solo nos abre la puerta del consumo de productos que garanticen respeto y justicia a las cooperativas de origen sino que ayuda a presionar a los gobiernos y a las multinacionales a emprender gestos de colaboración y rescate de los más necesitados. Recuerda que comprar productos de comercio justo es comprar cariño. Así que mejor que una caja de bombones convencional, regala una pequeñita tableta de chocolate solidario. ¡Ayuda a sobrevivir al Sur!
 
Además, regalar chocolate tiene otra mirada más al corazón: de entre sus muchas virtudes está la de ser un potente antioxidante que mantiene nuestro corazón fuerte por más tiempo. Parece que contiene la misma sustancia que se encuentra en el vino tinto y que actúa sobre nuestro sistema cardíaco. No te digo más, y así, de corazón, te regalo este especial donde además de hablar de chocolate te dejo unas recetas muy especiales que recuperan un poco el gusto precolombino por el chocolate amargo, especiado y picante... qué lo disfrutes!

..y si quieres más chocolate

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2 comentarios

  1. Hola Maite!!
    Tu blog es genial! Parece todo super rico! Y además se ve muy estetico con las fotos que escojiste.
    Voy a tratar de preparar algunos de los dulces...
    Muchos saludos a tu familia. (Como ha crecido el Lucas!)

    Besos y abrazos

    Julia

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  2. Gracias Julia. Sabes, en cuanto Gü ha visto todo este festival sobre el chocolate me ha pregunado, ¿lo ha visto Julia? Creo que nuestra tradición de regalarnos chocolates ya ha calado fuerte en nuestra amistad. Muchos bsss y hasta pronto,

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